La cena de Navidad del PP de Madrid en la localidad madrileña de Collado Villalba ha tenido un protagonista indiscutible y ha sido Ignacio González, que este año y debido a la imputación de su mujer hoy miércoles por blanqueo y delito fiscal, ha superado la expectación que genera siempre la presencia del presidente del Gobierno al acudir a un acto de la formación regional más crítica con las políticas del Ejecutivo. Hoy, Mariano Rajoy ha compartido mesa con el presidente de la Comunidad de Madrid, la alcaldesa de la capital, Ana Botella; la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes; la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre; el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, y el vicesecretario general de Organización del PP, Carlos Floriano, además del anfitrión y alcalde de Collado Villalba, Agustín Juárez.
El presidente de la Comunidad de Madrid comenzó su discurso con alabanzas a su gestión contra la crisis y a la cifras récord de su región en empleo, recaudación o bajos impuestos. Pero González sorprendió a propios y extraños hacia la mitad de su texto (junto a Mariano Rajoy, fue el único que leyó su intervención) cuando, visiblemente emocionado y poniéndose las gafas para disimularlo, comenzó a hablar de la imputación de su mujer, Lourdes Cavero, y a defenderse de lo que considera un 'juicio mediático' que se produce, explicó, cuando 'queda poco más de un año' para las elecciones de 2015.
González cargó contra la juez de Estepona por su auto lleno de 'inconsistencias' y contra los partidos de la oposición, su 'ruindad' y la 'utilización política' de este asunto, al tratar de hacerse con esta 'campaña' con el poder que 'no son capaces de ganar limpiamente en las urnas', aunque González advirtió de que a él no le 'van a doblegar'. Los militantes del PP que abarrotaban el local del polideportivo municipal mostraron un encendido apoyo al presidente madrileño con aplausos largos y continuados, aunque el sucesor de Esperanza Aguirre no recibió el mismo entusiasmo de Mariano Rajoy, que no dedicó ni una palabra al asunto de la imputación de Cavero.
Sí encontró hueco para su delfín la presidenta del PP de Madrid, que a pesar de su breve alocución ante sus militantes, elogió más la gestión de González que la del presidente del Gobierno. Por su parte, la alcaldesa de Madrid fue, como prometió, 'doblemente breve' y apenas dedicó cinco minutos a felicitar a sus compañeros de partido y, sobre todo, a ofrecer su 'apoyo personal e institucional' a Rajoy. Especialmente significativas fueron estas palabras al producirse semanas después de que Ana Botella advirtiera al presidente y a la cúpula del PP de que el partido corría el riesgo de fracturarse por las políticas del Gobierno frente al nacionalismo o la gestión antiterrorista y de la derogación de la doctrina Parot.
El presidente del Gobierno hizo un discurso previsible elogiando la política anti-crisis de su Ejecutivo en el que la corrupción que se destapa cada día en el PP fue protagonista por su ausencia. Ni el ático de González ni, por supuesto, Luis Bárcenas o la trama Gürtel tuvieron cabida en la intervención más larga de la noche, que estuvo trufada de optimismo de cara al futuro económico de España. Mariano Rajoy sí respondió a la petición de González para que cambie un sistema de financiación autonómica 'por el que Madrid pierde 1.300 millones de euros', acusó el presidente madrileño. 'Ayudaré a Madrid porque ayudar a Madrid es ayudar a todos los españoles', aseguró el jefe del Ejecutivo, al tiempo que alabó el 'reformismo inteligente' de Aguirre y González y el trabajo de Ana Botella. 'Muchas gracias, Ana', dijo Rajoy a la alcaldesa. A las menciones que hizo Rajoy, la militancia madrileña respondió con aplausos, especialmente largos en el caso del presidente de la Comunidad de Madrid.
Las grandes ovaciones, sin embargo, no vinieron con los datos de mejora económica que enumeró Rajoy (aumento de las exportaciones, reducción a la mitad de la prima de riesgo, fin de la posibilidad de rescate, menos desempleo...), sino con la parte del discurso dedicada a defender la unidad de España. El PP de Madrid representa a uno de los sectores del partido más radicales en contra del nacionalismo y Rajoy supo sacarle partido para arrancar los aplausos del comedor. 'Nadie puede disponer de la soberanía nacional', advirtió a los independentistas de Catalunya, 'y lo que sea España lo decidiremos todos los españoles'. El presidente del Gobierno envió un mensaje a la Generalitat que los militantes madrileños secundaron con ovaciones: 'Todos los votos valen igual: el del alcalde, el del interventor, el de quien viva en Cáceres, en Pontevedra o en cualquier lugar de España'. Aguirre no se resistió a participar de este discurso y, a mitad de la cena, pidió un brindis 'Por el PP, por Madrid y por España', al que el auditorio respondió de pie y con solemnidad.
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