Este artículo se publicó hace 2 años.
El problema no es Juan Carlos, el problema es la monarquía
Pablo Iglesias
Madrid-
Vuelve Juan Carlos a España y hay que decir las cosas claras: Es una humillación a la dignidad de nuestra democracia. Hablamos nada menos que del sucesor a la jefatura del Estado nombrado por Franco. Hay quien afirma que la figura de Juan Carlos I fue la condición necesaria para que el España transitara desde un Estado autoritario a una monarquía constitucional con un sistema político liberal equiparable hasta cierto punto a los de países de nuestro entorno. Quizá sea cierto que Juan Carlos y la institución monárquica pudieron servir en su momento para contener los deseos golpistas de buena parte del ejército y para que la derecha, unida por cordón umbilical al franquismo, aceptara la democracia. Pero lo que hoy es una certeza indudable es que Juan Carlos usó su posición de Jefe de Estado para enriquecerse y para desplegar un conjunto de comportamientos ilícitos que son una humillación a la dignidad de Estado y a la propia democracia.
Si Juan Carlos ha gozado y goza de impunidad ha sido por haber disfrutado de inviolabilidad, por la prescripción de los delitos y básicamente porque buena parte de los poderes visibles del Estado (el ejecutivo y el judicial), de los invisibles (el CNI y el Estado profundo) y de los poderes económicos y mediáticos, le han protegido y favorecido.
Pero ojo. El problema no es Juan Carlos. El problema es la monarquía. Vuelve el rey Juan Carlos y las derechas política y mediática cierran filas en torno a su figura haciendo gala una vez de su desvergüenza. Vivan las caenas, viva la corrupción, viva el rey, viva el vino.
Mientras, la progresía política y mediática carga contra un Juan Carlos al que al parecer no conocieron durante 40 años, básicamente para contrastarlo con el actual jefe de Estado. La operación es demasiado obvia; patear el cadáver político de Juan Carlos para reforzar a Felipe. Y encima presumen de una tomadura de pelo de una ley de transparencia que han pactado con el PP. De vergüenza ajena.
El problema no es Juan Carlos. El problema es la monarquía. El actual jefe del Estado puede hacer lo mismo que hizo su padre y gozar de absoluta impunidad. Pero hoy la monarquía ya no puede plantear el chantaje del pasado: o corona o dictadura. De hecho, hoy la monarquía es solo el significante con el que la derecha identifica a España. Y la derecha española, antes que democrática, es monárquica. No olvidemos eso nunca.
Por eso, hoy la república no representa ninguna nostalgia de batallas perdidas por la izquierda por mucho que haya que homenajear a las tradiciones democráticas españolas que son esencialmente republicanas. Hoy la república es una oportunidad de futuro democrático y probablemente la única forma de afrontar el problema territorial. Una España republicana y confederal, sería una España mejor.
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