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La presidencia de la Generalitat, la pieza que faltaba al PSC para culminar su hegemonía política en Catalunya

Tras tocar fondo durante los años más intensos del 'procés', los socialistas han recuperado apoyo. Estar al frente del Govern da al partido de Salvador Illa un poder inédito desde 2010 y la oportunidad de consolidarse como primera fuerza catalana.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer secretario del PSC y recién investido presidente de la Generalitat, Salvador Illa,, a 17 de marzo de 2024 en Barcelona
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer secretario del PSC y recién investido presidente de la Generalitat, Salvador Illa, a 17 de marzo de 2024, en Barcelona. Europa Press

La consecución de la presidencia de la Generalitat, tras la investidura de Salvador Illa, es la pieza que le faltaba al PSC para culminar su recuperación de la hegemonía política en Catalunya. No solo se ha impuesto en las últimas cinco elecciones –Parlament de 2021 y 2024, municipales y generales de 2023 y europeas de 2024–, sino que lo ha hecho con un apoyo al alza y, sobre todo, el final del procés le ha permitido romper los bloques casi estancos que habían caracterizado la política catalana durando cerca de una década y lograr pactos a varias bandas.

Ahora mismo, el PSC encabeza la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona (CON) y la Diputación de Barcelona, las cuatro instituciones de mayor presupuesto en Catalunya, un hecho que no sucedía desde un políticamente muy lejano 2010. El poder institucional del partido liderado por Salvador Illa va mucho más allá. De entrada, tiene presencia en el Gobierno español, con el ministro de Industria y Turismo y exalcalde de Barcelona Jordi Hereu y numerosos cargos en el sottogoverno de Pedro Sánchez.

Pero es que además forma parte de los gobiernos de las diputaciones de Lleida y Tarragona, que preside ERC, y tiene las alcaldías de gran parte de las principales ciudades catalanas, como l'Hospitalet de Llobregat, Sabadell, Lleida, Tarragona, Mataró, Santa Coloma de Gramenet o Reus, entre otras. Dicho con otras palabras, la nueva etapa política que arranca en Catalunya coge el partido en una posición privilegiada.

Toca fondo en los años más intensos del 'procés'

Desde la recuperación de la democracia, el PSC ha sido un partido central en la política catalana, especialmente fuerte en las grandes ciudades y las elecciones estatales y con una presencia significativa en buena parte del territorio. Durante los años más intensos del procés la formación sufrió un enorme desgaste y una gran pérdida de apoyo ciudadano, a consecuencia del conflicto territorial, aunque no únicamente por eso, del cual se empezó a recuperar en 2019.

Durante los años más intensos del 'procés' la formación sufrió un enorme desgaste

La posición preeminente del PSC en Catalunya se puede resumir con un dato. Desde 1977, con la restauración democrática, se han celebrado 51 elecciones –16 a las Cortes españolas, 14 al Parlament, 12 municipales y nueve europeas– y los socialistas se han impuesto en 30 ocasiones, con una hegemonía clara en las generales, las locales y las comunitarias, donde acumulan 11, nueve y seis victorias, respectivamente. En las catalanas, en cambio, solo han sido la fuerza más votada cuatro veces –1999, 2003, 2021 y 2024–. En las dos primeras ocasiones tenía a Pasqual Maragall como presidenciable, si bien en 1999 hay que matizar que en Girona, Lleida y Tarragona concurrió conjuntamente con la antigua ICV.

El flamanta president de la Generalitat, Salvador Illa,m pasa revista a los Mosso d'Esquadra tras la reunión para el traspaso institucional de carpetas con su predecesor, Pere Aragonès, en el Palau de la Generalitat. REUTERS/Lorena Sopena
El flamanta president de la Generalitat, Salvador Illa,m pasa revista a los Mosso d'Esquadra tras la reunión para el traspaso institucional de carpetas con su predecesor, Pere Aragonès, en el Palau de la Generalitat. Lorena Sopena / REUTERS

Los comicios europeos de 2009 fueron la última victoria de los socialistas catalanes antes de iniciar su particular travesía por el desierto, que se alargaría 12 años, hasta el triunfo en las elecciones al Parlament de febrero de 2021, cuando empataron a 33 diputados con ERC, pero la superaron en votos.

La decadencia se explica por varias razones. De entrada, la crisis económica y financiera que estalló en 2007-2008 cogió a los socialistas al frente de los gobiernos del Estado, la Generalitat y las principales ciudades catalanas –como Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona–, con el desgaste que esto comportó. Paralelamente, en numerosos municipios acumulaba décadas ininterrumpidas en el poder y poco a poco había ido perdiendo una fuerza que cayó con determinados relevos con dirigentes de un perfil cada vez más bajo. Esto les llevaría los siguientes años a perder alcaldías emblemáticas, empezando por Barcelona, pero pasando también por Sabadell, Badalona, Mataró, Reus, Girona o Vilanova i la Geltrú, entre otras.

Finalmente, la irrupción del procés, a partir de 2012, rompió parcialmente la formación, con varias escisiones de representantes de los sectores más catalanistas –que en muchos casos acabarían en ERC–, mientras que otros cargos y votantes optarían o bien por los Comuns o, en el caso de los exponentes más españolistas, por la derecha dura y ultranacionalista de Ciudadanos, movidos por el vector nacional.

Esto llevaría al PSC a caer por debajo de los 600.000 votos en las generales de 2015 y 2016, en los comicios al Parlament de 2012 y 2015 –solo recibió el 12,7% de los votos y obtuvo 16 diputados, los mínimos históricos– o en las municipales de 2015, con un suelo de 359.214 sufragios en las europeas de 2014, si bien estos fueron unos comicios con una participación muy baja, de solo el 46%.

La recuperación progresiva

El PSC ha recuperado la presidencia de la Diputación de Barcelona o las alcaldías de Mataró, Sabadell y Barcelona

El retorno al Gobierno del Estado –a raíz de la moción de censura de Pedro Sánchez a Rajoy en junio de 2018– y una progresiva reducción del peso del conflicto político catalán –aprobación de los indultos en 2021 y desmovilización creciente del independentismo– han ido devolviendo al PSC al centro de la política catalana, con unos resultados que ya habían ido al alza en 2019. Progresivamente, la formación ha recuperado buena parte del poder perdido, como por ejemplo la presidencia de la Diputación de Barcelona (2019) o las alcaldías de Mataró (2015), Sabadell (2019), Tarragona, Lleida, Reus o Vilanova i la Geltrú (2023), además de la de la propia capital catalana, también el año pasado.

El nombramiento de Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat para las elecciones autonómicas de febrero de 2021, en sustitución de Miquel Iceta, es el último elemento que marca el final de la travesía del desierto del PSC, que desde entonces está imbatido en las urnas. Posteriormente, Illa sería entronizado como nuevo primer secretario del partido. En las generales del año pasado, por ejemplo, arrasó, con más de 1,2 millones de votos, una cifra inédita desde 2008, y en las autonómicas del 12 de mayo superó la segunda fuerza –Junts– en 200.000 sufragios, cuando en 2021 apenas había aventajado a ERC -entonces segunda- en poco más de 50.000, y sumó 872.000, el dato más alto desde 2003.

A pesar de que los socialistas catalanes nunca perdieron sus cuarteles de invierno metropolitanos -ni en los años electoralmente más difíciles sufrió para mantener las alcaldías de ciudades como l'Hospitalet, Santa Coloma de Gramenet, Rubí, Cornellà o Viladecans-, volver a convertirse en el primer partido de Catalunya ha sido posible tras recuperar antiguos electores que habían pasado a Ciudadanos y, posteriormente, al captar parte de votantes independentistas –sobre todo de ERC– desengañados con los resultados del procés.

Ha recuperado antiguos electores que habían pasado a Ciudadanos y ha captado parte de votantes independentistas

En este sentido, la desjudicialización practicada por el Gobierno de Sánchez ha ayudado a los intereses electorales de un PSC que, desde que está liderado por Illa, también ha cultivado unas muy buenas relaciones con los principales lobbies económicos catalanes, que lo ven como garante de estabilidad y cierto orden.

Los pactos sellados con ERC y Comuns para llegar a la presidencia de la Generalitat tienen un sello marcadamente de izquierdas y, de materializarse, podrían contribuir a impulsar todavía más al partido entre sectores populares. Y consolidar una hegemonía que ahora mismo parece sólida, al menos hasta que el independentismo no asuma que toca abordar profundos cambios estratégicos para afrontar la era post-procés.

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