Este artículo se publicó hace 2 años.
La OTAN hoy y la opinión de una parte de la izquierda
Manu Levin
Madrid-
Hoy vamos a hacer algo un poco diferente en esta sección y vamos a fijarnos, en consonancia con el planteamiento del programa (que es analizar la relación de la izquierda con la OTAN), en algunas opiniones respecto a la guerra y la OTAN que en las últimas horas han sido manifestadas por figuras del espacio cultural democrático y progresista en España.
He leído varios artículos de ayer que contienen estos argumentos, en concreto uno de Antonio Maestre en eldiario.es, uno de Mariam Martínez Bascuñán en El País y otro de Enric Juliana en La Vanguardia. Pero me voy a centrar, sin que sirva de precedente, solo en uno de ellos, porque creo que condensa muchos elementos y que es representativo de esa posición, que es el que publicó ayer Antonio Maestre. No podemos reproducir íntegramente el artículo porque nos llevaría muchísimo tiempo, pero voy a intentar aislar algunas frases que contienen las que me parecen las ideas clave de la argumentación; así que trataré de hacer ese ejercicio de la forma más honesta posible y respetando al máximo el espíritu del texto. También quiero decir que invitamos a participar en el programa de hoy a algunos de los autores de los textos que he mencionado (a Enric Juliana, a Antonio Maestre y a Mariam Bascuñan). Pero por diversos motivos, salvo en el caso de Enric Juliana, que sí va a estar, no ha sido posible contar con Antonio y Mariam. Pero bueno, siempre hay tiempo para debatir después si es necesario. Dicho esto, vamos con el artículo de Maestre.
Se titula: "La izquierda, la OTAN y una paz con rendición" y comienza diciendo lo siguiente: "El 19 de julio de 1936 la izquierda tuvo la oportunidad de evitar miles de muertes y de sufrimiento. Solo tenía que haberse rendido. La culpa de que hubiera tantas muertes y de que la guerra se alargara fue de aquellos republicanos que decidieron resistir y no sucumbir ante el golpe de Estado fascista. Qué tremenda irresponsabilidad la del General Pozas, que pudiendo rendirse provocó que lo que no hubiera pasado más que como un golpe de mando fascista acabara en una larga Guerra Civil que duró tres años. Tenía la paz al alcance de su mano, solo tenía que rendirse, que claudicar, y la paz habría llegado".
Yo ahí haría, humildemente, dos comentarios. El primero: quizá no ayuda demasiado a entender lo que sucede comparar la guerra civil española, que fue una guerra entre el fascismo y el antifascismo, con lo que sucede hoy en Ucrania, que no es una batalla entre dos proyectos ideológicos antagónicos -el comunismo y el capitalismo, o la democracia y el fascismo- comparable a la que sucedió en los años treinta en España y posteriormente en la segunda guerra mundial. Y más allá de eso, desde luego, creo (y lo digo con todo el respeto) que no es coherente hacer una y otra vez esa analogía entre el presente con los años treinta del siglo XX y al mismo tiempo acusar a quienes no están de acuerdo con la posición que se ha impuesto respecto a la guerra en Ucrania de vivir en el pasado y pensar con categorías ancladas en el siglo XX.
En segundo lugar, lo que está diciendo Maestre, al fin y al cabo, es que oponerse a la escalada armamentística en Ucrania en el fondo es pedirle al pueblo ucraniano que se rinda ante el invasor para que la guerra dure menos y se evite muerte y sufrimiento. Y ese, sinceramente, tampoco me parece un planteamiento honesto, porque es mezclar y confundir el papel del pueblo ucraniano con el papel de España y de Europa, como si fueran el mismo sujeto. Lo que se cuestiona en ningún momento es el papel del pueblo ucraniano y su derecho a la resistencia, no creo que nadie esté discutiendo eso; lo que se cuestiona es cuál debería ser el papel de España y de la UE; lo que se cuestiona es si lo mejor que podemos aportar desde España y Europa para lograr la paz en las mejores condiciones para el pueblo ucraniano y para todos los pueblos es enviar armas viejas o si por el contrario es que se hubiera asumido una postura menos de parte beligerante y más centrada en promover un acuerdo de paz.
Maestre también viene a argumentar que el pacifismo es una posición que no cabe en las actuales circunstancias. Dice el pacifismo es una decisión pura, justa y correcta que no siempre puedes permitirte. Un ideal utópico, una aspiración vital. Una idea esencial de la justicia social que solo es posible cuando otro más fuerte no decide que ya has vivido demasiado tiempo con la inocencia de su presencia. El pacifismo es como la vida, la disfrutas mientras la naturaleza te lo permite. No puedes clamarle a la muerte por seguir viviendo, ella decide por ti.
"La paz es como la vida, la disfrutas mientras la naturaleza te lo permite"
Yo aquí, casi desde la lingüística, diría que se está confundiendo la "paz" con el "pacifismo". Porque dice Maestre: "El pacifismo es como la vida, la disfrutas mientras la naturaleza te lo permite". Yo creo que esa frase tendría sentido si cambiáramos la palabra "pacifismo" por la palabra "paz": "La paz es como la vida, la disfrutas mientras la naturaleza te lo permite". Y efectivamente. Pero, ¿el pacifismo es una situación, que se disfruta mientras se puede? El pacifismo no es una situación que se ve truncada por la llegada de una guerra por voluntad ajena, porque el pacifismo no es una situación; el pacifismo es una convicción y una praxis, es la lucha por la paz, por mantener o por alcanzar una situación de paz. Pero sigue Maestre: El pacifismo es una idea que se concreta en política en tiempos de paz para evitar la guerra, pero que cuando un actor externo o agente agresivo decide que la guerra sea, se convierte en cobardía o colaboracionismo con el agresor. Es decir, el pacifismo, la defensa de la paz, desde esta perspectiva, solo sería posible en tiempos de paz. En tiempos de guerra, dice Maestre: "el pacifismo solo es posible como acto de resistencia cuando formas parte del agente agresor". Por ejemplo, la parte de la sociedad civil rusa que se moviliza contra Putin y la invasión de Ucrania, porque lo hace desde el país agresor. Lo que pasa es que aquí me parece que otra vez se mezcla en un único sujeto al pueblo ucraniano con España y Europa, es decir, a la parte directamente agredida y al resto de países, como si su posición y su papel se solaparan y fueran el mismo. Porque se plantea que no cabe defender la paz en Ucrania, por ejemplo, desde España o Francia cuando la guerra ya ha sido declarada, y se califica eso nada menos que como colaboracionismo con el agresor. Me pregunto si el Papa, o Jeremy Corbyn, o Mélenchon, por ejemplo, que ha mantenido sin matices una posición de no alineamiento en la guerra en Ucrania obteniendo además más de un 20% de los votos en Francia, también son colaboracionistas con Putin por defender la paz.
El siguiente argumento es clave, no solo en el texto de Maestre sino en general en la posición de quienes desde la izquierda han apoyado el envío de armas a Ucrania y están defendiendo que toca perfil bajo ante la cumbre de la OTAN y el aumento del gasto militar. El argumento viene a decir que criticar, o simplemente mencionar a la OTAN en este contexto, cuando Ucrania está siendo invadida por Rusia, es confundirse de enemigo y equivocarse en identificar al agresor, que es Putin. Y esa posición sería el resultado, dicen sus críticos, de la pereza intelectual y de vivir atrapado en el siglo XX y en categorías del pasado que ya no sirven para entender el presente, porque eran las de un mundo que ya no existe en el que supuestamente solo había un imperialismo que era el de la OTAN. Es la idea que contiene este párrafo de Maestre, que cita a Dardot y Laval y en particular un concepto: "antiimperialismo unidireccional", para, cito literal: definir a toda esa izquierda contestataria que tiene problemas para adaptar la realidad a sus prejuicios e ideas prefijadas. Una izquierda estúpida, con capacidad solo para vivir imponiendo su razón sectaria con discursos que buscan la aceptación de los propios sin plantearse contradicciones ni adaptar su discurso a la realidad que conforma la historia del futuro. Un enrocamiento en encontrar ese enemigo identificable durante años, que es la OTAN, y que sirve para enmascarar al que hoy, ahora, en Europa, está provocando el sufrimiento y llega del este.
En mi opinión, este argumento supone construir un hombre de paja en toda regla. Porque es cierto que existe un sector minoritario de la izquierda que es pro-rusa y que solo ve el imperialismo yanqui y no los demás imperialismos. Pero esa no es la posición que podemos representar quienes, señalando claramente al agresor, que es Putin, y hablando claramente de imperialismo ruso, nos hemos opuesto a la escalada armamentística en Ucrania por el escenario al que podía conducir a Europa. De hecho, algunos venimos de una tradición que lleva denunciando el imperialismo ruso al menos desde finales de los años 60 y desde Checoslovaquia, y después con respecto al papel de la URSS en América Latina. Yo mismo he hablado aquí en La Base de ese imperialismo ruso que ya existía en el siglo pasado. Porque no es verdad que en la segunda mitad del siglo XX solo hubiera imperialismo yanqui. Es más, Maestre se refiere a una parte de esa tradición de la izquierda del siglo XX en su propio texto, citando de nuevo a Dardot. Dice: "Afortunadamente, en el siglo pasado siempre hubo movimientos e intelectuales que supieron resistirse a la estupidez política y salvaron el honor de la izquierda denunciando a todos los enemigos de la democracia y las libertades, sin ninguna relativización de las responsabilidades". De este modo, dentro del movimiento revolucionario, hubo corrientes -y se cita a los trotskistas y libertarios, y otros movimientos como Socialisme ou Barbarie- han mantenido con valentía el doble frente anticapitalista y antiestalinista.
Que igual es que yo ya he perdido el juicio, pero esa es precisamente la posición en la que hoy están quienes condenan la invasión de Putin y al mismo tiempo se oponen a reforzar todavía más a la OTAN. Pero criticar a quienes dicen "ni Putin ni OTAN" diciendo que se confunden de enemigo y que son colaboracionistas y al mismo tiempo alabar en un texto a quienes en el siglo XX se opusieron tanto al imperialismo yanqui como al ruso creo que no es coherente. El "antiimperialismo unidireccional", en todo caso, será el que solo ve la maldad en Putin pero carga con enorme hostilidad contra todo aquel que mencione a la OTAN.
Concluye Maestre diciendo una vez más, como ya hacía en anteriores columnas, que la defensa de la diplomacia y la no-escalada armamentística en Ucrania es una "posición acomodaticia que solo es comprensible sin escuchar las sirenas de los bombardeos". Claro, no como apoyar el envío de armas viejas para que las empuñen otros, que es una opinión que se expresa desde el campo de batalla.
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