Este artículo se publicó hace 6 años.
Las milicias antifascistas de Catalunya que resistieron al golpe de Estado de 1936
El doctor en Historia Gonzalo Berger publica 'Les milícies antifeixistes de Catalunya', que nace del exhaustivo análisis de miles de documentos del fondo de subsidios de milicianos de la época, entre otros archivos, que le permiten explicar al lector de forma clara la organización, composición ideológica y financiación de estas milicias, pero también el papel que en ella desarrollaron los militares, las mujeres milicianas o las diferentes organizaciones políticas.
Alejandro Torrús
Madrid--Actualizado a
El 19 de julio alrededor de las 5.00 horas la mayoría de los militares presentes en Barcelona se sublevan contra la II República. Se suman al golpe falangistas y carlistas, la trama civil. A diferencia de lo ocurrido en el resto del territorio, las autoridades están en guardia. La mayoría de la Guardia Civil, de la Guardia de Asalto y de los carabineros permanecen leales a la República y plantan cara en las calles. A la resistencia se unen milicianos de la CNT, fundamentales en la victoria. Tras horas de combate, las fuerzas leales a la Generalitat y a la II República vencen a los golpistas. Es el 20 de julio de 1936.
A pesar de la victoria, la situación es más que complicada. Las estructuras del Estado central han caído y Catalunya sigue en peligro. Aragón, el territorio más cercano, está en manos de los golpistas y es más que probable un nuevo intento de tomar Catalunya por parte de los autodenominados "nacionales". El 21 de julio, el Govern asume las competencias de defensa del territorio catalán y se anuncia la creación del Comité Central de las Milicias Antifascistas, la organización que tendrá por objetivo organizar los esfuerzos bélicos de los milicianos que se lanzaron a la calle para frenar el avance fascista. La célebre fotografía de la miliciana Marina Ginestà en la azotea del hotel Colón simboliza la ilusión por una revolución que algunos veían más cerca que nunca con la caída del Estado.
El surgimiento de estas milicias antifascistas en Catalunya ha dado de sí una extensísima bibliografía en todos los sentidos posibles. Para algunos, los milicianos que resistieron en Catalunya representan los valores e idealismo del pueblo. Para otros, no han sido más que una turba violenta y desorganizada, poco combativa y menos efectiva si cabe en el campo de batalla. Se ha escrito que todas las mujeres que participaron en el frente de batalla eran prostitutas o que eran todas de la CNT. Que los milicianos huyeron del frente cada vez que escuchaban un tiro o incluso que no eran unas fuerzas catalanistas.
"El Gobierno central utilizó el aspecto económico para limitar el autogobierno de Catalunya"
Para poner luz en esta amalgama de medias verdades, tópicos y reducción simplista de su origen y formación, el doctor en Historia por la Universidad de Barcelona Gonzalo Berger acaba de publicar en catalán la obra Les milícies antifeixistes de Catalunya (Eumo Editorial) , que nace del exhaustivo análisis de miles de documentos del fondo de subsidios de milicianos de la época, entre otros archivos, que le permiten explicar al lector de forma clara la organización, composición ideológica y financiación de estas milicias, pero también el papel que en ella desarrollaron los militares, las mujeres milicianas o las diferentes organizaciones políticas.
"El surgimiento de las milicias es la respuesta conjunta de gran parte de la sociedad catalana ante el golpe de Estado. Nacen de un decreto de la Generalitat, firmado por Companys, y supone la alianza de la Generalitat con las fuerzas políticas antifascistas. La creación de este Comité pone de manifiesto la unidad de los antifascistas y la férrea defensa de los valores republicanos de progreso por parte de los catalanes. En la práctica, además, este Comité de Milicias supone la creación del primer ejército catalán", explica Gonzalo Berger a Público.
En este amplio estudio, que primero tuvo forma de tesis doctoral y ahora de libro, Berger responde también a una de las cuestiones centrales: si el Comité Central de las Milicias Antifascistas formaba parte de la Generalitat o si, por contra, sustituyó de facto a la institución catalana. La respuesta es contundente: el Comité forma parte de la Generalitat, que lo financia en gran medida y lo avala con un decreto del president Companys. El Comité, de hecho, fue la respuesta conjunta del Govern y de los partidos políticos a la caída de las estructuras republicanas en Catalunya. "La unidad del Ejército que estaba en Barcelona había sido disuelta por el Gobierno central y la Generalitat se arrogó para sí las competencias en Defensa e Interior. Como respuesta, miles de catalanes se apuntaron como voluntarios para defender a Catalunya del fascismo", prosigue Berger.
Entre julio de 1936 y el 28 de diciembre del mismo año, se organizaron en Catalunya 151 columnas con un mínimo de 40.000 voluntarios
En total, entre julio de 1936 y el 28 de diciembre del mismo año, se organizaron en Catalunya 151 columnas que agrupaban a un mínimo de 40.000 voluntarios. Y su composición ideológica refleja bien la fuerza que cada organización política y social tenía en la retaguardia. Así, Berger expone que el 43% de los milicianos y milicianos estaba afiliado a CNT y el 23% a el PSUC. El resto se dividen entre una fuerza considerable afiliada a ERC i Estat Català, otros al POUM, al Partit Sindicalista, al Partit Democràtic d' Esquerres, al Partit Federal Ibèric y al Partit Democràtic Federal. De hecho, solo 0,6% de los milicianos no tiene afiliación política o con las fuerzas armadas o de orden público.
Especialmente relevante también es el dato de que el 5% de estos milicianos provenían del propio Ejército y de fuerzas de Orden Público que, a pesar de que la Unidad de las Fuerzas Armadas en Catalunya había sido disuelta decidieron enrolarse en las Milicias Antifascistas para luchar contra el golpe de Estado. "Siempre se ha dicho que las milicias eran fuerzas poco combativas, sin experiencia en el combate y mal organizadas. Sin embargo, este 5% de militares ocupó gran parte de los mandos y de los puestos de organización de los frentes", explica Berger.
Las mujeres en el frente
Otro de los grandes mitos de las milicias antifascistas es la reducción de la presencia de las mujeres a la organización CNT o que todas ellas eran, anteriormente, prostitutas. La investigación de Gonzalo Berger demuestra que estos tópicos son rotundamente falsos. "Un 3% de los componentes de las milicias antifascistas organizadas en Barcelona eran mujeres. Participaron en los frentes de guerra, pero tuvieron un protagonismo especial, igual que los hombres, en el frente de Aragón, donde estuvieron presentes durante todo el período previo a la militarización de las milicias", explica Berger.
"Un 3% de los componentes de las milicias antifascistas organizadas en Barcelona eran mujeres"
Su militancia política, en porcentaje, es similar al de los hombres, aunque las afiliadas a la CNT tienen un porcentaje total algo menor que en el caso masculino. "En contra de la idea extendida de que solo las mujeres anarquistas participaron en la guerra, encontramos un buen número de mujeres del PUM, ERC, Estat Català, PSUC, o Partit Republicà d' Esquerres. El caso del PSUC es relevante ya que hicieron llegar al frente al 26% del total de mujeres".
Once meses de resistencia
Las milicias antifascistas lucharon durante once meses. Once meses en el que voluntarios con escasa formación militar resistieron las embestidas de un ejército regular y profesional. Resistieron como buenamente pudieron con la escasez de material y de crédito. A las carencias de una II República económicamente tocada, se suma que el único dinero que había estaba en el Banco de España y estaba controlado por un Gobierno central que veía con recelos su pérdida de poder político en el territorio catalán y aragonés.
"A partir del mes de septiembre la economía de la Generalitat está en bancarrota. Necesitan dinero para reconvertir la industria y para armamento. Se pide dinero a a la República, que solo accede a financiar a través de pequeños créditos de guerra. Este tira y afloja en el aspecto económico dificultaba la autonomía de la Generalitat y también fue utilizada por el Gobierno central, que no veía con buenos ojos su pérdida de competencias y control sobre el territorio catalán", explica Berger.
A finales de 1936, sin embargo, todas las fuerzas políticas estaban de acuerdo en la necesidad de militarizar las milicias y tender hacia un Ejército más profesional y cualificado. Berger explica que la cúpula de todas las organizaciones, incluida de la CNT, estaban de acuerdo. Otra cosa es cómo fue recibida la noticia entre los propios milicianos. Era una medida lógica para tratar de ganar la guerra. Nacía así el Ejército Popular de Catalunya, que posteriormente sería integrado dentro del Ejército Popular de la República. "A partir de ahí, en términos emocionales, pasó a ser una guerra más. Eran soldados regulares. Fue el fin de las milicias", sentencia Berger.
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