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Saltó a la palestra a mediados de noviembre cuando afirmó en el pleno de la Asamblea de Madrid que “el feminismo es cáncer", pero las ideas retrógradas de la parlamentaria de Vox Alicia V. Rubio ya era sobradamente conocidas desde hace años en el instituto donde ejerció de jefa de estudios adjunta hasta que los alumnos y las alumnas forzaron su cese. “Ya estaba tardando, porque con las burradas que soltaba…”, explica Javier, quien la tuvo como tutora y profesora en el IES Arquitecto Peridis de Leganés.
Sus compañeros eran conscientes de que tanto ella como su marido, el director del centro, eran “muy conservadores”. Sin embargo, habían soportado los comentarios de la docente hasta que ambos participaron en marzo de 2017 en un acto de HazteOír en la Universidad Complutense.
Entonces, la organización ultra acudió al campus madrileño con un bus tránsfobo cuyo lema era Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo. “No hay que defender a los niños homosexuales, si es que existe semejante cosa, o a los niños trans. Hay que defender a todos los niños”, declararía tiempo después Rubio en televisión.
[El controvertido libro contra feministas y gais que dedicó a sus alumnos]
“Los estudiantes de otros institutos empezaron a decir que éramos unos fachas al vincular nuestro centro con la profesora, lo que afectó a la comunidad educativa. No podíamos tolerar su actitud y decidimos protestar”, explica Pablo, quien entonces cursaba segundo de Bachillerato. Las madres y los padres, por su parte, escribieron una carta en la que criticaban la presencia activa de “ambos miembros del claustro” junto a integrantes de la plataforma HazteOír, que había llevado a los profesores a reunirse para abordar el asunto.
Entre las medidas adoptadas, la misiva señalaba que “el claustro en pleno pide al director [Antonio J. Fraguas] que se disculpe ante todos ellos [...], puesto que se han sentido agredidos” y dejaba claro que “mayoritariamente se pide la dimisión de la jefa de estudios adjunta”, quien también había dado clases de Educación Física y de Valores Éticos.
La Ampa advertía de que no deseaba que el centro fuese relacionado “con ninguna corriente de opinión, ni política ni ideológica”, al tiempo que exigía “programas que fomenten la igualdad, diversidad, prevención de la violencia de género y educación sexual para conseguir una sociedad diversa, abierta, plural, integradora y tolerante donde tienen cabida todos los modelos de familias y todas las orientaciones e identidades sexuales”.
Todo lo contrario a las tesis defendidas por la actual parlamentaria madrileña de Vox, quien en el pleno del 14 de noviembre sembró la polémica con sus exabruptos: "Si los chicos eligiesen más la costura, mejor, porque empodera mucho coser botones. Yo propondría, como Vox, que en vez de feminismo [se impartiese como] asignatura obligatoria costura".
Rubio es la autora de Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres, cuyo subtítulo reza: Para entender cómo nos afecta la ideología de género, que contribuyó a avivar el fuego cuando los estudiantes conocieron su existencia. El controvertido libro podía ser consultado en la propia biblioteca del instituto y ella llegó a escribir de su puño y letra una dedicatoria a los alumnos.
“La llamábamos la Facha y al principio no le dimos importancia, pero luego saltaron las alarmas”, explica Pablo. “Algunos compañeros ya me habían avisado de sus tintes ideológicos y de que no paraba de posicionarse claramente contra el aborto, hasta que una chica le preguntó por el 016”, el servicio telefónico de información y asesoramiento jurídico en materia de violencia de género. “Ella le respondió que ese número estaba para romper las familias y que los problemas se resolvían en casa”.
El 15 de marzo de 2017 los alumnos y las alumnas se pusieron en pie de guerra. “Nosotros no éramos responsables de su mierda ideológica”, añade Pablo, quien recuerda que también se posicionaron en su contra la Ampa y los profesores. “La mayoría estaba a favor o se mantuvo al margen; hubo pocos docentes que no respaldaron la protesta”. Ahora, tras las recientes declaraciones de Rubio en el Parlamento autonómico, las madres y los padres prefieren olvidar aquellos tiempos.
“Alicia Rubio ya no está vinculada con el Instituto, por lo que la directiva del Ampa no considera oportuno” manifestarse sobre ella, justifican brevemente por escrito. “Consideramos que su paso por el Instituto corresponde al pasado y no procede en la actualidad relacionarla con él”, concluyen los padres y madres, quienes en su día defendieron la labor de los profesores del IES Arquitecto Peridis, a quienes calificaron como “excelentes profesionales”.
Hay estudiantes que incluso reconocen que algunos compañeros “podrían tenerle cariño” a su marido. Marta, quien fue alumna de ambos años antes de las protestas, afirma que Fraguas fue “uno de los mejores profesores que he tenido”. No obstante, estima que los responsables de un centro público no deberían manifestarse con HazteOír, ni tener actitudes en las aulas como las de Rubio.
“Cuando se abordaban temas como el aborto, se metía en cuestiones que una profesora no debería tocar, pero ella no aceptaba de ningún modo la interrupción del embarazo. A una amiga mía la expulsó un par de veces por ser bastante feminista y a una persona no heterosexual le dijo que no era normal”, asegura Marta, quien no fue testigo de los acontecimientos que llevaron a las protestas, pues se produjeron después de que ella dejase el instituto.
Los alumnos y alumnas entrevistados aseguran que en marzo de 2017 colgaron banderas arcoíris “para decorar las aulas, aunque el director las mandó quitar”, explica Sonia. “Ella adoctrinaba a tope en Valores Éticos. Si estábamos a favor del aborto, se dedicaba a criticar el feminismo en las clases y a decir que las mujeres éramos unas histéricas y que nos merecíamos lo que nos pasaba. Por supuesto, para Alicia el colectivo LGTBI no existía”, concluye esta exalumna del IES Arquitecto Peridis.
“Más allá de algún comentario puntual sobre el temario, Fraguas no había mostrado claros sesgos ideológicos, hasta que nos impidió salir del centro en la manifestación del 8-M. Y cuando ordenó quitar la bandera gay, alegó excusas inverosímiles”, asegura Pablo. “Nosotros nunca le habíamos faltado el respeto a su mujer en el instituto, ni recurrimos a la inspección educativa porque queríamos la paz en el colegio y pensábamos que lo podíamos solucionar internamente”.
Pablo insiste en que sus compañeros “jamás” tuvieron un comportamiento “feo” con Rubio por motivos ideológicos, ni se trató de una cuestión personal. “Diferenciábamos la profesora de sus mensajes, aunque algunos infringiesen la Ley contra la LGTBifobia y sus ataques al feminismo fuesen públicos y notorios”, cree el alumno. También recuerda que una compañera lesbiana decía en voz alta con sorna “soy un paso atrás en la evolución”, en referencia a un comentario vertido en medios ultraconservadores, que trataron de politizar la protesta al grabar con una cámara oculta a los concejales de Leganemos que se solidarizaron con los chavales.
“Nadie nos manipuló”, advierte Pablo, quien defiende que la lucha fue eminentemente estudiantil. “Alicia nos instrumentalizó y dijo que estábamos ligados a ese partido, lo que era mentira. Como los profesores no quisieron significarse públicamente, contactamos con varias formaciones, entre ellas Leganemos, cuyos ediles se sumaron a la manifestación que habíamos convocado. Pero porque los llamamos nosotros, ojo, no porque se apropiasen de la iniciativa”.
Eva Martínez, concejala de Igualdad de Más Madrid - Leganemos, recuerda que hubo “una persecución del PP —que nos acusó de hacerle un escrache a la profesora, algo falso— y un montaje de los medios de extrema derecha” contra su partido, que actualmente apoya la Alcaldía del PSOE. “En realidad, los estudiantes simplemente nos invitaron a apoyar la protesta contra Rubio. Y aceptamos, orgullosos de un alumnado muy sensibilizado, concienciado y empoderado, prestando nuestra voz contra una injusticia”.
La responsable de Igualdad en el Consistorio de Leganés, donde Vox cuenta con una edil, denuncia la “misoginia” y el “machismo” de la exjefa de estudios adjunta, al tiempo que lamenta que su presencia en el Parlamento regional le permita difundir sus tesis reaccionarias. “Lo de coser un botón podría sonar a risa, pero es muy grave cuando se pronuncia en la Asamblea de Madrid, un altavoz muy potente que permite que su mensaje llegue a todas partes”, añade Martínez, quien considera que Vox ha emprendido una “persecución” contra los profesores de la educación pública.
“Sin ir más lejos, en Leganés el partido ultra presenta interpelaciones y preguntas para saber qué estamos haciendo con los puntos violetas del Ayuntamiento. Los llama despectivamente chiringuitos, cuando trabajamos en la educación afectivo-sexual para evitar el machismo y las manadas. Es intolerable que Rubio hable del feminismo como un cáncer para la sociedad y que Vox esté en contra de la igualdad. Por ello, todas las fuerzas democráticas deberíamos ponerles freno y rebatirles sus mensajes de odio, porque nos jugamos el futuro de las nuevas generaciones”, concluye la concejala de Leganemos.
Javier afirma que la actual parlamentaria “hablaba mucho de política y soltaba barbaridades muy gordas”. Matiza que su marido era “bastante más prudente que ella”, quien solía ser irrespetuosa con un compañero latinoamericano, según el exalumno. “Es cierto que en ocasiones hacíamos tonterías, si bien no justificaban sus contestaciones subidas de tono. A veces le faltaba poco para saltar a por él”, comenta Javier, quien recuerda que Rubio llegó a decir que “Franco tiene muy mala fama, pero hizo muchas cosas buenas”.
También tiene presente sus peroratas contra el aborto: “Un día nos dio una buena charla, durante la que aseguró que si una hija suya se quedase embarazada, le prohibiría abortar y la obligaría a tener al niño, aunque lo tuviese que cuidar ella misma”. Y contra el feminismo: “Sostenía que las mujeres exageraban y que el hombre también sufría discriminación”. Comentarios, según él, inapropiados en una docente.
“Nos intentaba adoctrinar y, pese a que en ese momento era un partido marginal, nos metía a Vox por las orejas”, concluye Javier, quien insiste en que la lucha para apartar a la polémica profesora la protagonizaron los alumnos y las alumnas. “Alicia Rubio se fue gracias a nosotros”. Se vio apartada de su puesto en un instituto de Leganés, donde su influencia era limitada, para formar parte con el tiempo de la Asamblea de Madrid. “Supimos que se había hecho de Vox, pero en su día no le dimos importancia al partido”, reflexiona Pablo. “¡Quién lo diría ahora...!”.
- El libro de la diputada de Vox contra feministas y gais que dedicó a los alumnos
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