Por qué los insultos contra Pablo Iglesias e Irene Montero no son un escrache como dice la derecha
Los dos dirigentes de Podemos han sufrido durante la última década una campaña de acoso, persecuciones y 'fake news'. "Vox aplaude estas narrativas y el PP no las condena. Las consecuencias pueden ser demoledoras", advierten los expertos.
Madrid-
"El que siembra vientos, recoge tempestades". El portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, valoró con estas palabras los insultos y las amenazas que recibieron Pablo Iglesias e Irene Montero este lunes. Los ultras concentrados frente al Juzgado de lo Penal número 14 de Madrid recibieron a los dirigentes de la formación morada al grito de "miserables", "sinvergüenzas", "asquerosos" o "vallecanos de mierda". Las imágenes no son nuevas. Iglesias y Montero llevan años sufriendo una de las campañas de acoso y derribo más tórridas de la política española, con el silencio cómplice de la derecha y la extrema derecha, que normalizan la demonización del adversario y exprimen el fantasma del escrache.
Los ataques se han producido minutos antes de que arrancase el juicio contra Miguel Frontera. El ultraderechista se sienta en el banquillo por acosar repetidamente al que fuera vicepresidente del Gobierno y a la exministra de Igualdad en la casa que comparten con sus tres hijos, menores de edad. "Era una situación permanente de nervios y miedo, recorría una y otra vez el perímetro de nuestra casa", ha declarado Montero ante el juez. Frontera instigó durante siete meses las protestas frente al domicilio de la pareja y llegó a grabar el interior de la finca. La Fiscalía pide para él tres años de cárcel.
"Estamos normalizando la difamación y la deshumanización de los líderes políticos. Esto era impensable hace 20, 30 o 40 años y puede deslizarnos por un tobogán muy peligroso que no será fácil de recomponer. Iglesias para un sector de la derecha y la extrema derecha representa lo antisistema, es como una especie de demonio. Vox aplaude estas narrativas y el PP tampoco las condena. Las consecuencias pueden ser demoledoras", advierte Ana Sofía Cardenal, profesora de Ciencias Políticas en la Universitat Oberta de Catalunya.
Los partidos de derecha y extrema derecha plantan la semilla, que florece al sol de los medios afines y los simpatizantes más radicales. "Es importante el papel que juega todo el arco sociopolítico que gira alrededor de las formaciones. Los medios de comunicación, por ejemplo, han creado sujetos diana contra los que esparcir violencia, tanto de manera simbólica como directa. La prensa compra el argumentario de que esto tenemos que aceptarlo porque es un escrache. Los escraches son una cosa y el acoso es otra bien distinta", señala Almudena Cabezas, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.
Irene Montero tuvo que lidiar con la artillería machista dentro y fuera de las instituciones
El domicilio de Pablo Iglesias e Irene Montero ha ocupado un sinfín de portadas, tertulias y titulares. Las protestas frente a su domicilio han durado varios meses, pero la cacería no acaba en Galapagar. Los dos dirigentes han tenido que soportar una larga ristra de bulos y noticias falsas desde que Unidas Podemos aterrizó en el Congreso. "Del acoso a la violencia física hay un paso, solo tenemos que poner la mirada en el resto de Europa", sentencia Ana Sofía Cardenal.
Hace tres años, un redactor de Okdiario acosó durante meses a los hijos de la pareja. La niñera de los menores reconoció ante el juez que se había sentido "perseguida". En 2019, otro trabajador del mismo medio se coló en los despachos de Iglesias y Montero para grabar vídeos sin su autorización. La exministra de Igualdad tuvo que lidiar además con la artillería machista dentro y fuera de las instituciones. La bancada popular le llamó "mujer florero", la acusó de "estar donde está porque la ha fecundado un macho alfa" y de tener "la boca llena de llagas de chupársela al coletas".
¿Qué es un escrache y dónde están los límites?
Pablo Iglesias e Irene Montero fueron recibidos este lunes en el Juzgado de lo Penal número 14 de Madrid entre gritos de "miserables" y "asquerosos". "Me gustaría encontrarme a solas contigo", llegó a espetar uno de los manifestantes al que fuera vicepresidente del Gobierno. La candidata de la formación morada a las elecciones europeas les llamó "acosadores" y "fascistas" y pidió la intervención de la Policía. La derecha, lejos de condenar los ataques, aprovechó para recordar que hace no mucho tiempo era el propio Iglesias quien definía los escraches como el "jarabe democrático de los de abajo".
"El escrache no es un concepto jurídico como tal, no tiene una connotación delictiva. Lo que importa a la hora de valorar la legalidad de los hechos no es el continente, sino el contenido. El incidente de este lunes fue puntual, pero hubo dos personas que lanzaron amenazas contra Iglesias y Montero por motivos ideológicos. Esto puede ser constitutivo de un delito de odio", detalla Eric Sanz de Bremond, abogado de Red Jurídica.
"Esto puede activar al público de Podemos y servir para recuperar votos"
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se concentró hace una década frente al domicilio de la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, para pedir un paquete de medidas en materia de vivienda. La Audiencia Provincial de Madrid consideró por aquel entonces que los escraches son "un mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil" y descartó que pudieran incurrir en un delito de coacciones porque no buscan limitar la capacidad de actuación de los representantes políticos.
Almudena Cabezas pone el foco en el "repertorio de odio" que han ido construyendo la derecha y la extrema derecha durante los últimos años. "La estrategia consiste en copiar las técnicas de acción directa que había desarrollado tradicionalmente la izquierda. Los escraches estaban unidos a la memoria y las políticas antiderechos. PP y Vox se apropiaron de estas fórmulas para desligarlas de su contenido, las han llevado a su terreno", continúa la profesora.
"Los escraches se pueden definir como protestas puntuales en las que no se identifican actos de violencia. Además, las expresiones vertidas no constituyen ninguna amenaza o delito de odio. El acoso que sufrieron Pablo Iglesias e Irene Montero en su domicilio fue continuado. Las imágenes de este lunes evidencian un trato vejatorio por razones ideológicas. Es aquí donde están las principales diferencias", sugiere Sanz de Bremond. El episodio de este lunes coincide en el tiempo con la primera semana de campaña para las elecciones europeas.
La antesala de las elecciones europeas
Las encuestas para los comicios del próximo 9 de junio prevén un resultado ajustado en la bancada de las izquierdas. Sumar obtendría cuatro eurodiputados y Podemos entre dos y tres, según el CIS. La batalla está servida y los insultos de este lunes pueden alterar el tablero. "La derecha va a utilizar las imágenes para volver a ponerlos [a Pablo Iglesias e Irene Montero] como chivo expiatorio y rival a batir en unas elecciones que se caracterizan por la baja participación, pero no podemos olvidar que la circunscripción única beneficia a los partidos pequeños. Esto puede activar al público de Podemos y servirle para recuperar votos", considera Almudena Cabezas.
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