barcelona
Actualizado:Ante la irrupción de la extrema derecha españolista en el Parlamento catalán con 11 diputados tras las elecciones del 14 de febrero, ERC, Junts per Catalunya, CUP y En Comú Podem acordaron un "pacto antifascista", para excluir a Vox de la elección senadores autonómicos y frenar al grupo liderado por Ignacio Garriga de toda cuota institucional. Inicialmente, el pacto no fue suscrito por el PSC, que compartía "la idea, pero no el camino". En cualquier caso, no ha sido firmado ni por Cs ni el PP.
Ocho meses después el balance que hacen los firmantes es positivo, si bien no ha podido evitar, en algún procedimiento, el condicionamiento de Vox de declaraciones institucionales, como el pronunciamiento contra la homofobia. Recientemente, sin embargo, para evitar incumplir el reglamento del Parlament, que establece que en las comisiones las presidencias deben ser "proporcionales a la representación de cada grupo", los signatarios del pacto antifascista han propuesto que Vox presida dos comisiones, más bien irrelevantes. Concretamente, la de Tramitación de textos consolidados de la cámara, y la de Participación en la aplicación de principios de subsidiariedad y proporcionalidad para la Unión Europea Hablamos con diputados que trabajaron en el pacto antifascista para valorarlo, así como para analizar la estrategia de Vox en Catalunya, ahora que lleva unos meses en el Parlament.
"La valoración no puede ser otra que positiva", manifiesta el diputado de ERC Pau Morales. "A día de hoy, la extrema derecha no tiene posiciones de relevancia, no logra marcar el ritmo del debate político del país y no ha prosperado ninguna de sus iniciativas". Morales lo tiene claro: el pacto antifascista es "un pacto democrático". "Gracias a los acuerdos del pacto antifascista estamos consiguiendo que Vox no pueda encontrar su sitio en el Parlamento y tampoco en el país", afirma Jéssica González, diputada de En Comú Podem.
"En ocasiones es complejo rebatir el discurso de Vox sin entrar en el debate y normalizar su presencia parlamentaria, pero creo que con esfuerzo la mayoría de grupos firmantes del cordón democrático lo estamos consiguiendo", comenta Basha Changue, diputada de la CUP. "Vetar su representación en la mesa y evitar que presidan comisiones, son dos de las acciones que cuentan con un amplio apoyo del hemiciclo", sostiene González, para quien "el pacto está funcionando" y Vox está teniendo dificultades para obtener visibilidad institucional. "Sin embargo, echamos de menos a algunas fuerzas que aún no se han sumado al pacto", apunta la diputada de En Comú Podem.
Normalizar el discurso del odio
"Lo que vemos es que tienen una estrategia de posicionamiento de discurso basada en la repetición de conceptos tanto en sus intervenciones como en sus iniciativas parlamentarias", expone Changue en lo referente a la estrategia del partido de Santiago Abascal en el Parlament. Con un lenguaje llano y provocador, fomentando el racismo, la xenofobia, la misoginia y la represión, Vox ha normalizado el discurso del odio como una herramienta para obtener réditos políticos –en beneficio de las clases acomodadas– y generar división y fractura social entre las clases populares y las minorías, observa Changue.
Changue sostiene que "Vox es en gran parte marketing"
"La estrategia responde a una lógica muy clara: a mayor polarización en el discurso político mejor se les va", indica González. "Vox es en gran parte marketing. Por lo tanto, viven de la oportunidad mediática y si ven filón en algún tema, van a hacer ruido", sostiene Changue.
Según González, Vox actúa en el Parlament básicamente en dos ámbitos: la seguridad y la inmigración. "Y, además, en su discurso, relacionan ambas cuestiones. Es decir, que culpan a la inmigración de los problemas de seguridad que puedan surgir en varios lugares". "En el fondo no es nada nuevo, es la extrema derecha de siempre agitando la bandera del odio y la confrontación del último contra el penúltimo", aclara González. "Vox inventa conceptos criminalizadores con el claro objetivo de crear enemigos ficticios y promover un modelo de control estatal, el tratamiento homogéneo de la población y, por lo tanto, el recorte de derechos individuales y colectivos", advierte Changue.
"Aquí no les ha salido como esperaban", puntualiza Morales, porque "somos una sociedad que ama la diversidad, que ha luchado duro para ganarse derechos y sabe hacer frente común ante los intentos de sembrar el odio y la división". Para Morales, "la nota discordante de este consenso democrático es el españolismo conservador tradicional: PP y Cs, que optan por normalizar la extrema derecha e imitarla, a diferencia de lo que hacen otras derechas europeas". "Imitar a Vox solo da como resultado su crecimiento", afirma el diputado republicano. De hecho, ahora mismo la suma de escaños entre PP y Cs en el Parlament es inferior a los que tiene Vox.
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