Argentina prepara una gran marcha antifascista y contra los ataques de Milei al colectivo LGBTIQ+
La intervención del presidente argentino en Davos contra la "ideología de género" ha provocado gran malestar entre la población, que denuncia la escalada de violencia en los discursos del mandatario.
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Buenos Aires-
Javier Milei dio un paso en falso en el Foro de Davos. La conclusión se extiende puertas adentro de la Casa Rosada, centro del poder Ejecutivo argentino, al ver la reacción generada ante los dichos del presidente en el principal evento de economía del mundo, donde paradójicamente Milei no habló de economía, sino que descargó un ataque contra la “ideología de género”.
El mandatario no solamente calificó allí al aborto de “aberración”, señaló a hombres presos “disfrazados de mujeres” de “violar a cuanta mujer se le cruce por delante en la prisión”, sino que afirmó que “en sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil”. Acusaciones graves, sin presentar datos ni pruebas, realizadas ante empresarios, grandes fortunas y cámaras del mundo.
Las reacciones ante sus acusaciones no quedaron en denuncias pasajeras, como suele ocurrir ante las agresiones del presidente tapadas después por nuevos titulares estridentes, sino que crecieron día tras día hasta desembocar en la convocatorio de una gran movilización: la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista, este primer sábado de febrero, en todo el país.
La convocatoria nació, en primer lugar, de una masiva asamblea pública realizada en Buenos Aires, hasta extenderse en cantidad con las adhesiones de actores sindicales, sociales, de derechos humanos, y de un amplio abanico político. Una adscripción transversal ante una nueva agresión de Milei, no cualquiera, sino, como explica la filósofa Verónica Gago a Público, una que “condensó la escalada de violencia en el discurso de Milei”.
De las amenazas a los actos
Milei no solamente centró sus ataques en Davos contra la “ideología de género”, sino también contra la “ideología woke” que calificó de “virus mental”. “Es la epidemia que hay curar y el cáncer que hay que extirpar”, afirmó desde el estrado, donde también planteó que comenzaba una “nueva Argentina” luego de haber estado “infectada de socialismo”.
El uso del lenguaje médico con términos como "virus", "cáncer", "infecciones"... remitió directamente a las analogías realizadas durante la dictadura de 1976-1983 para justificar la violencia contra la entonces llamada “subversión”, y escenificó la existencia de un discurso de Estado que ataca abiertamente las opiniones políticas o elecciones de vida de millones de personas. Millones que no deben ser incorporados a una Argentina plural, sino, siguiendo ese discurso, ser “extirpados” en sus ideas y decisiones personales.
“Existe una dimensión de la crueldad, que venimos analizando y trabajando desde una perspectiva feminista hace tiempo, para entender el modus operandi de esta violencia a nivel discursivo como práctica del gobierno, señalizando siempre a enemigos públicos como es la comunidad LGBT+, las luchas ambientales, o los trabajadores y trabajadoras de los sectores públicos”, explica Gago.
El discurso presidencial, cargado de agresiones, ha sido denunciado por actores políticos, intelectuales, por su peligrosidad en tanto que acto performativo; es decir, por su incidencia en la realidad. Por esa razón, por ejemplo, la noticia del incendio de la casa de una pareja de personas del mismo sexo el miércoles en la madrugada, fue leída entre quienes convocan a la marcha del sábado como parte de la violencia promovida desde el mismo presidente.
El pedido de juicio político
“El discurso formulado por Ud. ante el Foro Económico de Davos me exige manifestar el más absoluto rechazo y una honda preocupación porque su contenido discriminatorio y violento lo hace impropio del Presidente de la Nación (…), dicho contenido es una enunciación sistemática de expresiones contrarias a los derechos humanos enunciados por nuestra Carta Magna y por todos los tratados de la materia dotados de jerarquía constitucional”, escribió la dirigente política Elisa Carrió el jueves en una carta dirigida al presidente.
Carrió, quien fue parte de la alianza del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), acusó a Milei de “violar la Constitución Nacional”, convirtiéndose en un “gobierno de hecho”. La dirigente de centroderecha, conocida por su oposición a los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández, también dejó por escrito su “expresa reserva de iniciar acciones ante la posible comisión de delito de traición a la patria”.
La posible acusación de delito de “traición a la patria” por parte de Carrió se acercó discursivamente al pedido de juicio político, el tercero en un año, presentado esta semana por abogados y dirigentes políticos. “Milei ha cometido delitos como instigación al odio, delitos vinculados a la ley antidiscrimatoria, no cumplimiento de deberes de funcionario público, entre otros, sobre todo relativos al discurso de Davos y las amenazas anteriores en defensa de Elon Musk”, explica a Público Jorge Elbaum, sociólogo, parte de quienes impulsan el pedido de juicio político.
“No hay que dejar de presionar y alertar sobre la deriva continua, reaccionaria, fascista del actual gobierno que emprendió en su momento contra los legisladores diciendo que son ‘ratas’, contra los jubilados, los universitarios, los científicos, los enfermos al privarlos de remedios, contra los trabajadores en general”, afirma Elbaum. Si bien no existe ahora la posibilidad que el juicio político avance porque “muchos de los legisladores que componen la Comisión de Juicio Político no están de acuerdo en esta etapa”, Elbaum asegura que “pueden estar de acuerdo en otro momento”.
La radicalización de Milei
“No quedan dudas al hablar de una forma fascista de gobierno, viendo la forma de gobernanza vinculada a la producción de caos, de destrucción, a la ocupación del Estado para reestructurar una infraestructura legal y jurídica para un nuevo esquema de negocios de un capitalismo tecno-financiero, me parece que la dimensión autoritaria que esto supone le cabe la caracterización de gobiernos que echan a la mano la noción de gobiernos fascistas”, señala Gago a puertas de la movilización convocada bajo el concepto de “antifascismo”.
La radicalización de Milei, expresada en Davos, se enmarca a su vez en un contexto mundial que señala Gago: “lo que vemos en Davos fue la condensación de ese cambio geopolítico en términos de una radicalización del discurso y la violencia de estos liderazgos de ultraderecha”, en referencia a Donald Trump y Musk, dirigentes a quienes Milei profesa públicamente admiración, en particular al segundo luego de ser acusado de realizar un saludo nazi el día de la toma de posesión de Trump.
Esa radicalización tiene su manifestación en el discurso presidencial, o en las llamadas “milicias digitales”, encargadas de hostigar vía redes sociales a opositores, o a periodistas, como ocurrió esta semana con la delegada de la Agencia EFE, Esther Rebollo, luego de preguntarle al vocero presidencial, Manuel Adorni, sobre la decisión del gobierno de eliminar la figura de feminicidio del Código Penal.
La Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista aparece así como reacción e intento de poner freno por parte de múltiples sectores sociales y políticos a un discurso presidencial de construcción de enemigo interno. Desde la Casa Rosada observan la convocatoria bajo el diagnóstico de paso en falso en Davos, pero con la convicción de que lo que definirá las elecciones de medio término de este año no será ese cuestionamiento ni esa marcha, sino lo que vertebra el humor social argentino, es decir, la inflación.
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