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Feijóo impone su estrategia nacional por encima de los barones del PP para alejarse de Vox

El presidente nacional del PP se siente cómodo siendo atacado por Vox y lo usa para recuperar la imagen de moderación. 

Alberto Núñez Feijóo
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, este viernes durante una rueda de prensa en la sede de su partido. A. Pérez Meca / Europa Press

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal han roto por completo para reiniciar sus estrategias políticas personales y lo han hecho a costa de sus territorios. Ambos ven tantas ventanas de oportunidad en este cataclismo político que casi se podría decir que lo han buscado. En el caso del presidente nacional del PP, más cortoplacista, en poco más de 15 días se ha avenido a renovar el Consejo General del Poder Judicial tras cinco años de bloqueo y se ha deshecho de la extrema derecha en todos los gobiernos autonómicos. Se ve a sí mismo más en el centro que nunca. Por su parte, Abascal se ha quitado las ataduras institucionales —aunque mantiene intactos los acuerdos en los ayuntamientos y los presidentes de los parlamentos no parecen con ganas de irse— y tiene vía libre para recuperar el discurso antisistema que les empieza a robar el agitador ultra Alvise Pérez.

Además, la maniobra ha girado a través de un tema central para la extrema derecha en Europa, que es la migración. Con la xenofobia y el racismo por bandera, Vox ha puesto pie en pared ante un Feijóo que pregona la "solidaridad" con las personas migrantes y que, pese a su tibieza con la reforma de ley de Extranjería, garantizó que las comunidades autónomas del PP acogerían a una parte pírrica de los 6.000 menores migrantes que esperan en complicadas condiciones en Canarias a ser ubicados.

¿Por qué Feijóo se echó a la espalda la responsabilidad de una decisión que, en origen, no era nacional? Al líder del partido le incomodó sobremanera la enésima amenaza lanzada por Abascal el lunes; un órdago en toda regla al que, esta vez sí, en el PP dieron credibilidad y al que Feijóo tuvo claro que respondería. Pero, pese a la seguridad con la que se manifestó el mandamás del PP, entre el lunes y el miércoles, cuando se celebró la Conferencia Sectorial de Infancia y Adolescencia en Tenerife en la que las comunidades tuvieron que pronunciarse sobre la acogida de menores y Feijóo anunció el sentido de su voto, entre los barones del PP se hicieron visibles las resistencias.

No todos estaban a favor de votar  a la ubicación de los 347 menores migrantes no acompañados que correspondían a este 2024 en virtud a un acuerdo alcanzado en 2022 y suscrito por todos los territorios. Comunidades como la Región de Murcia o el País Valencià avisaron durante días de que su capacidad estaba al límite. "No nos caben más", dijo el presidente valenciano, Carlos Mazón. Cupieron, claro que cupieron. Al menos sobre el papel porque falta por ver si las comunidades cumplen y los menores llegan.

Todos los consejeros del PP votaron a favor y elevaron el precio de la amenaza para Vox: o rompía con todos o con ninguno. Abascal asegura que Feijóo impuso el voto a algunos de sus presidentes autonómicos. Lo cierto es que este viernes todos, excepto Fernando López Miras, presidente de Murcia, han comparecido para explicar cómo quedaban sus gobiernos tras la salida de Vox y ninguno ha defendido a su líder nacional de las duras críticas de Abascal ni ha sacado pecho de su autonomía en la decisión sobre los menores migrantes. Silencio absoluto sobre el conflicto que ha desembocado en crisis de gobierno y rapidez para solventar las dimisiones, ceses y nuevos nombramientos.

Feijóo se pone al frente de la ruptura

Y Feijóo, que nunca salió a defender de forma institucional los acuerdos de gobierno que, uno a uno, se fueron alcanzando con Vox, sí lo ha hecho ahora con un objetivo claro: ponerse al frente del distanciamiento con la extrema derecha. Terminado el ciclo electoral con las elecciones europeas del 9 de junio, Feijóo está rehaciendo su estrategia política y este es un movimiento más. Uno de peso y cuyas consecuencias a largo plazo generan dudas en un sector del partido.

Así, si entre el 28 de mayo y el 23 de julio de 2023 Feijóo usó a sus territorios en beneficio propio —primero poniéndose de perfil con los acuerdo con Vox y más tarde imponiéndolos—, un año después vuelve a hacerlo para sostener sobre ellos un giro hacia la moderación que decae en el mismo momento en el que señala las políticas migratorias de Italia y Grecia como ejemplo a seguir.

Aunque muestre sus quejas públicas, Feijóo se siente cómodo siendo atacado por Vox. La beligerancia de la extrema derecha hacia él sirve para apuntalar el relato de "la pinza" que ejercen Vox y el PSOE contra el PP y que, según los estrategas de Génova, les coloca en el centro político para la mayoría de la sociedad. Por eso las caras en la sede nacional del PP este viernes eran de tranquilidad y optimismo, alejadas de la preocupación pese a que el mismo Feijóo ha reconocido que sus presidentes tendrían "algún tipo de dificultad añadida" a partir de ahora. Él, en cambio, parece haber ganado soltando lastre.

Vox mira a largo plazo

En cuanto a Vox, oficialmente en el PP lo ven una estratégica errática — "No han medido, se han pasado de frenada y han descarrilado", dijo Feijóo–, pero la extrema derecha española está segura de su movimiento. Piensa en el largo plazo y se muestra convencida de que la migración es el eje central que decide el voto de muchos votantes en la derecha y que lo hará cada vez más. Un análisis que no desprecian en el sector duro del PP, que ha estado callado esta semana. La inmigración ya ha escalado al cuarto lugar entre las preocupaciones de los españoles, según el último barómetro del CIS.

Sin embargo en el entorno de Feijóo creen que esto tiene más que ver con el cambio de socios que han hecho en Europa, abandonando ERC para irse con el grupo del ultra Viktor Orbán, y con el miedo a que Alvise Pérez se haga con el espacio antisistema más reaccionario.

"El problema de Vox parece ser que es el Partido Popular y yo mismo. Es su decisión. Suerte con ello", finiquitó Feijóo este viernes. Crecido en lo que parecería una adversidad, pero no para él.

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