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Feijóo castiga a Abascal con la indiferencia 

El líder de Vox buscó el choque con el presidente del PP en el Congreso. En el entorno de Feijóo explican que toda su energía está centrada en Sánchez y su esposa. 

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno en el Congreso donde Pedro Sánchez ha expuesto su plan de regeneración democrática.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno en el Congreso donde Pedro Sánchez ha expuesto su plan de regeneración democrática. Eduardo Parra / Europa Press

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal se vieron este miércoles las caras por primera vez tras la ruptura de sus gobiernos autonómicos. La escena tuvo toda la atención de un Pedro Sánchez dispuesto a exprimir —incluso a hacer mofa— de la salida de Vox de los ejecutivos regionales. "¿Es una riña de verano o es definitivo? ¿Se están tomando un tiempo? ¿O es una relación abierta?", preguntó sarcástico desde la tribuna el presidente del Gobierno. Sea lo que sea, si por el líder de Vox fuese, la bronca iría a más; pero Feijóo ignora los ataques y evita el choque. Al menos así es como ha sucedido este miércoles en el Congreso. En el entorno del presidente del PP lo explican rápido y fácil: toda su energía está centrada en Sánchez y su esposa. 

Pero no la de Abascal. El líder de la extrema derecha ha decidido que, después de haber entrado en las instituciones como socio minoritario del PP y haberle dado así buena parte del poder territorial a la derecha, debe volver a jugar en el terreno de la antipolítica. "Hacen como que discuten (...) Se finge discutir sobre calidad democrática mientras se reparten los cromos", dijo sobre Sánchez y Feijóo mirando a la bancada del PP. "No es ético ni estético llegar a acuerdos con el PSOE", insistió Abascal parafraseando al líder popular.

Además de la bronca doméstica, el mandamás de Vox tiene muy presentes cuales son las cartas con las que juegan a nivel europeo y trajo al hemiciclo para echárselo en cara a Feijóo el entendimiento entre liberales y socialdemócratas en las instituciones de la Unión Europea. "No se entiende", dijo Abascal, que "se repartan los sillones Bruselas". Un reparto del que han quedado fuera todas las ultraderechas, también una Giorgia Meloni que esperaba sentarse a la mesa con los grandes partidos.

Abascal buscó a Feijóo, pero se encontró con una indiferencia total. En Génova no quieren ni "distraerse" de su tarea de oposición al Gobierno ni ahondar en el conflicto con una extrema derecha a la que siguen necesitando. Prueba de ello es su falta de contundencia ante la intención de Vox de mantener a sus cargos en las presidencias de los parlamentos autonómicos.

Están cómodos con el escenario actual y se muestran convencidos de que acabará penetrando en la sociedad que el PSOE y Vox ejercen una "pinza" contra el PP, lo cuál dejaría Feijóo completamente centrado en el espectro político. La división entre las filas del partido conservador aparece cuándo se aborda qué hacer con los votantes de Vox. Un sector del partido cree que no hay "nada que rascar" ahí porque ese voto nunca será suyo. Mientras, otras voces creen que Feijóo debe atraer a ese electorado a la "moderación".

En cuanto a Vox, desprecian la amenaza que pueda suponer el PP en este sentido. Es más, fuentes del entorno de Abascal defienden que su posición férrea contra la migración —sostenida en un discurso xenófobo— es la mayoritaria ya no solo entre sus votantes sino también entre los del PP. La extrema derecha lo ha apostado todo a esta materia y en el PP empiezan a aparecer ya las primeras voces críticas que piden a Feijóo una posición firme, de máximos y a largo plazo. "Ojo porque es un tema importantísimo para el que hay que estar preparados", asegura un miembro de la cúpula de Génova. Pese a la indiferencia de este miércoles, la relación con Vox sigue siendo el gran asunto pendiente del PP de Feijóo.

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