Este artículo se publicó hace 9 años.
"En la dictadura, las bandas terroristas eran la Policía, el Ejército y la Guardia Civil"
Familiares de los últimos condenados a muerte por el franquismo participan en las VI Jornadas de Memoria Histórica en Sestao (Bizkaia), donde han denunciado la larga sombra de la impunidad.
-Actualizado a
BILBAO.- Merçona es catalana. Mikel, vasco de adopción. En ambos casos, sus apellidos encierran una mezcla de resistencia y dolor. Ella es la hermana de Salvador Puig Antich, anarquista asesinado por la dictadura franquista en el garrote vil. Él es el hermano de Jon Paredes Manot, Txiki, militante de ETA fusilado por un pelotón de la Guardia Civil. A Salvador lo mataron el 2 demarzo de 1974. Txiki cayó gritando "Gora Euskadi Askatuta. Aberria ala hil!" (Viva Euskadi libre. ¡Patria o muerte!) un 27 de septiembre de 1975. 40 años después, sus familiares han coincidido este jueves en la Escuela de Música de Sestao (Bizkaia), donde han vuelto a pedir, por enésima vez, que los verdugos dejen de ser protegidos por la democracia.
Merçona y Mikel se han desplazado hasta esta localidad vizcaína para participar en las VI Jornadas de Memoria Histórica organizadas por Gogoan Sestao Elkartea, un colectivo memorialista que lleva varios años reclamando "verdad, justicia y reparación". Junto a ellos, y bajo ese mismo lema, también ha estado Manuel Blanco Chivite, un histórico luchador antifranquista que fue condenado a muerte en la etapa final del régimen. Su pena fue conmutada cuando sólo faltaban unas horas para que lo ejecutasen. A cambio, recibió una pena de 30 años de prisión.
Ante un salón enmudecido por sus brutales historias, estos tres enemigos declarados de la impunidad han hablado –tal como anticipaban los carteles- sobre "el uso violento de la llamada justicia militar para asesinar a jóvenes antifranquistas". Sus testimonios no sólo fueron en clave de pasado, sino que también incidieron, una y otra vez, en el presente. De hecho, tanto Blanco Chivite como los hermanos de Txiki y Puig Antich forman parte de la querella presentada en Argentina contra los crímenes del franquismo. Los tres parten de una premisa muy clara: la dictadura de Francisco Franco cometió actos de lesa humanidad. Por tanto, no hay impunidad que valga.
Sus intervenciones estuvieron cargadas de denuncias, pero también de emociones. Mikel Paredes relató cómo se produjo la ejecución de su hermano en un descampado próximo al cementerio de Sardañola del Vallés (Barcelona). "Mi hermano empezó a cantar el Eusko Gudariak. Entonces sonó la descarga, y cayó al suelo", recordó con la voz entrecortada. No es para menos: aquellos seis guardias civiles estaban matando a su hermano, a "aquel chaval que era una gozada". Luego recordó que uno de los verdugos, según se cuenta, habría acabado suicidándose. Tampoco es para menos.
Además de Paredes, también fueron fusilados Ángel Otaegi, militante de ETA, y los miembros del FRAP José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena. "El otro día, en una charla en un colegio, un chaval me preguntó si podía perdonar. Yo no sé lo que es el perdón", remarcó Mikel, "sólo sé que si alguien tiene que pagar por ello, que lo pague. Lo que yo quiero es justicia". Una búsqueda de justicia que ahora, ante la imposibilidad de encontrarla en España, se desarrolla en Buenos Aires. "Nos hemos tenido que ir a otra parte del mundo a contar nuestras miserias. Aquí sólo nos ponen trabas a diestro y siniestro", comentó Merçona Puig Antich. "En este país ya vemos cómo funciona la justicia", añadió Paredes.
Blanco Chivite también puso el horizonte en Buenos Aires: "Seguimos con el recuerdo de nuestros compañeros, reivindicando esa lucha y acusando a la dictadura de terrorista, Ahora los sobrevivientes estamos en la querella argentina, en la que están imputados 20 viejos sangrientos que personalmente intervinieron en esa dictadura terrorista". En tal sentido, este veterano militante antifranquista expresó que en aquel régimen “las bandas terroristas se llamaban Policía, Ejército, Guardia Civil y la Brigada Político Social”, a la que identificó como la "Gestapo española". "En esas condiciones, los resistentes a la dictadura son las fuerzas antiterroristas", destacó.
Merçona Puig Antich también quiso reivindicar el verdadero papel de todos aquellos luchadores que murieron bajo el franquismo. En el caso de su hermano, recordó que era un militante anarquista que "luchaba para que la riqueza fuese repartida y los obreros se pudiesen autogestionar". Seguido, esta mujer recordó el largo periplo judicial seguido por su familia para tratar de limpiar la memoria de Salvador. "Ya hace más de cuarenta años que lo mataron. No tenemos que esperar ni un segundo más", añadió el periodista Eduardo Araujo, quien ofició de presentador del encuentro.
Las VI Jornadas de Memoria Histórica de Sestao se reanudarán el próximo jueves 12 a las 19 horas con una charla sobre la tortura, en la que estarán presentes varias víctimas de este flagelo. El escenario –la Escuela de Música local- volverá a ser el mismo.
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