BARCELONA
Fue el punto de inflexión que apagó las calles de una Barcelona en llamas. Era la esquina de Via Laietana con la plaza Urquinaona y todo parecía indicar que ese sábado 19 de octubre iba a convertirse en el epicentro de una nueva noche de violencia incontrolable. Diversos encapuchados arrojaban todo tipo de objetos a los Mossos d'Esquadra que, equipados con cascos, porras y escudos antidisturbios, avanzaban desde la Jefatura Superior de Laietana hacia la multitud de manifestantes congregados en Urquinaona.
"¡Vamos a cargar! ¡Vamos a cargar!" resonaba una y otra vez la megafonía policial.
Pero decenas de manifestantes se sentaron en el suelo en primera línea del frente de batalla, formando una cadena humana pacífica, alzando los brazos y aplaudiendo, alternativamente, al ritmo del eslogan: "¡Els carrers seran sempre nostres!" ("Las calles siempre serán nuestras", título y estribillo de una canción del grupo Mascarats que se ha convertido en el himno de la revuelta independentista).
Al mismo tiempo, algunos de los que formaban esa barrera pacificadora rodeaban a los que increpaban y desafiaban a los policías, tratando de convencerles de que la protesta tenía que ser no violenta. Como aquellos alborotadores eran una exigua minoría entre la muchedumbre, pronto se vieron neutralizados por los mediadores.
En realidad, la convocatoria de protesta por la sentencia del Supremo contra los líderes políticos soberanistas ya había concluido y los dirigentes de Esquerra Republicana se habían dirigido a los manifestantes pidiéndoles que se dispersasen. Pero cada vez llegaba más gente, procedente de la cercana sede del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya –fuertemente custodiado por la Policía– donde horas antes se había concentrado una multitud, coreando: "¡Fuera las fuerzas de ocupación!"
"¡Som gent de pau!", seguían cantando desde el suelo los integrantes de la cadena humana de Urquinaona, mientras los agentes se veían incapaces de arremeter contra esa barrera inmóvil, una masa compacta de gente sentada de todas las edades, que ocupaba ya la totalidad de la plaza.
La marea de manifestantes se convirtió en una enorme sentada de gente inmóvil y con los brazos en alto
Se cumplía la sexta jornada de revuelta callejera, con decenas de heridos y detenidos, y de pronto el paisaje había cambiado radicalmente. Ya no había contenedores en llamas, ni encapuchados con grandes tirachinas, ni se arrojaban piedras y botellas. La marea de manifestantes se había convertido en una enorme sentada de gente inmóvil y con los brazos en alto. Esa noche, los pacifistas ganaron la pugna por el liderazgo de la resistencia ciudadana y los furgones de la Policía Nacional se retiraron flanqueados por los independentistas.
Al día siguiente, domingo, Barcelona era otra ciudad, festiva, con el Tsunami Democràtic concentrado en los Jardinets de Gràcia para una jornada reivindicativa y lúdica. Allí encontramos a cuatro de los que habían capitaneado la maniobra pacifista: tres graduados universitarios de 26 años –todos ellos con trabajo además de estudiar– y una chica de 18 años que está cursando el bachillerato y también trabaja.
Ninguno quiere protagonismo –ni aparecer en fotos ni ser identificados por su nombre– pero están dispuestos a explicarse y a tratar de que comprendamos por qué estalló la violencia y cómo la detuvieron. ¿Por qué son tan diferentes las manifestaciones convocadas por los adultos de Ómnium o la ANC de las revueltas callejeras protagonizadas por jóvenes?, les preguntamos.
"Nosotros no distinguimos entre las manifestaciones de adultos y las de los jóvenes, las manifestaciones son de y para todos y además las manifestaciones violentas no nos representan,” asegura uno de los chicos.
Pero esta semana ha habido protestas muy violentas, les decimos, con destrucción y heridos...
"Ha habido provocadores, infiltrados, en los disturbios"
"¡La gente está hasta los cojones! La gente ya ha visto que con el pacifismo no se llega a ninguna parte y está hasta los cojones!", se arranca la chica, mucho más vehemente que los mayores. "Aunque nosotros no pensamos lo mismo. Nosotros estamos aquí de forma pacífica, pero hay gente que ha visto que esto no lleva a ninguna parte y está ya bastante cansada. Y un tema aparte son los infiltrados y toda la gente que ha venido a hacer daño"...
“El problema es que dentro de estos altercados ha habido provocadores, infiltrados, personas que han magnificado estos disturbios, que han provocado multitud de incendios; y esto automáticamente nos está afectando a todos," aduce otro de los chicos. "Infiltrados hablando castellano y también inglés, sin entender el catalán, que nos dicen... Yo he visto a una persona que nos preguntaba en la calle dónde se ubicaba una manifestación concreta y hablaba a duras penas el castellano, pero llevaba una estelada... Le llamé al alto, y le advertí: 'Pero pacifismo, ¿eeh?' Y el tío se me quedó mirando un poco raro, como diciendo: 'Con éste no tendría que haber hablado'. No hablaba bien ni el castellano ni nada"...
"Nuestro movimiento es tan catalán que nunca habríamos hecho estas pintadas de ACAB ['All Cops Are Bastards']. No las escribimos nosotros"
“Es gente que ha venido de fuera, de Italia, no sé si Francia, a producir altercados, porque es su estilo de vida... hay gente que quizá es así, ¿no? Un ejemplo muy claro es que en un movimiento tan independentista, tan catalán, como el nuestro, que todo lo escribimos en catalán, empiezan a aparecer estas pintadas de ACAB ['All Cops Are Bastards' o "Todos los Polis son Bastardos", un eslogan procedente de bandas violentas en EEUU] y es seguro que no las escribimos nosotros. O sea que en esto se han delatado. No somos nosotros. Es imposible.”
"Yo creo que sí hay muchos infiltrados provocando violencia y barricadas", interviene otro de ellos. "Estuve el primer día que se hizo el acto inicial en Paseo de Gracia... yo estaba en una calle que lo cruza y vi cómo todo el mundo estaba con sus velas, tranquilos, y de pronto en primera fila apareció un grupo, todos con la cara absolutamente tapada, y abrieron un contenedor de vidrio, sacando botellas, y empezaron a bombardear a la Policía. Automáticamente, poco después de esto, la policía lanzó una alerta de que iniciarían la carga y empezaron a cargar”...
Es entonces cuando ellos mismos reconocen que se tienen que encapuchar también, taparse la cara y el cabello, para protegerse del humo, los gases y las cenizas que flotan en el aire. También se ponen gafas y otros protectores frente a las balas de goma. Lo malo es que entonces se confunden con los violentos y se arriesgan a ser detenidos y acusados de ser ellos los culpables:
"Si hay muchos incendios y caos te tienes que tapar porque si te graban, te detienen y te puede caer pena de prisión"
“Si la situación se pone más conflictiva, y hay muchos incendios y personas que queman contenedores y mucho caos, entonces o te vas o te has de tapar, porque si te graban, te detienen y puede caer una pena de prisión. Porque hay violentos que lo hacen por pura diversión... hay algunos que han venido a hacer daño. Hemos visto chicos antisistema de otros países que vienen a hacer destrozos y a... bueno…. 'a pasárselo bien'.”
"En la cultura catalana no entendemos nada de esta violencia urbana, no había habido desde hace muchísimos años y que te quemen un contenedor en segundos y te incendien una barricada de forma tan rápida pues significa que hay gente muy profesional que lo está haciendo… y no somos nosotros. En cambio, nos están acusando, como diciendo que es nuestra culpa".
"Obviamente, todo esto es un montaje para ensuciar la imagen del independentismo y poder justificar la supuesta violencia que han condenado en los juzgados y así poder justificar una violencia que no han encontrado de ninguna forma. Yo pienso que muchas de estas acciones violentas están hechas a propósito para reprimir las manifestaciones independentista", concluye uno de ellos.
"Tras la sentencia se ha producido un cóctel explosivo"
No obstante, todos subrayan que están en contra de la sentencia del Supremo y achacan las movilizaciones al enorme malestar por la "injusticia de estas condenas", las largas penas de prisión de sus representantes políticos y parlamentarios:
“Yo creo que aquí se ha producido un cóctel explosivo", opina otro de ellos. "Había mucho malestar, creo que producido por el hecho de encarcelar por ejemplo a dirigentes como los Jordis [Sánchez y Cuixart, líderes de la ANC y Ómnium], dirigentes que se han movido en el pacifismo, que no han hecho daño a nadie, y que por subirse a un coche de la Guardia Civil les han caído hasta 10 años de años de prisión, habiendo pedido permiso incluso para esa concentración del 20-S".
"Después de esto, la gente se ha encontrado en un callejón sin salida, en el sentido que si el pacifismo se condena de esta manera, entonces ¿de qué forma nos podemos expresar?"
Pero se apresura a aclarar que ellos están por la no violencia: "Por suerte, una de las noches que hemos estado protestando, ayer mismo en plaza Urquinaona, no hubo ningún disturbio, y llegué a casa súper contento y satisfecho, porque lo vivimos como una victoria. Estuvimos los cuatro allí ayer, el sábado. La Policía nos estaba avisando que cargaría… yo llevaba puesta la chaqueta de moto, llevaba las protecciones, llevaba las gafas de protección también, y el pasamontañas en el cuello por si acaso…"
“Fue muy satisfactorio, cuando vimos un joven que hacía acciones vandálicas y nos incitaba a hacer acciones vandálicas, y todo el mundo se dedicó a increparlo y lo neutralizamos y lo alejamos de allí", interviene otro con entusiasmo. "Y fue una gran victoria porque el pacifismo logró detener la violencia y apartar a la Policía, y la manifestación concluyó pacíficamente", se enorgullece el estudiante.
"Nos arriesgamos a meternos entre los violentos y la Policía porque ya hemos perdido el miedo y estamos hartos de que sólo se muestren imágenes violentas"
"Nos arriesgamos a meternos entre los violentos y la Policía porque ya hemos perdido el miedo y estamos hartos de que sólo se pasen imágenes violentas del amplio y pacífico tradicionalmente movimiento independentista catalán", interviene otro, animado por el éxito de la noche anterior. "El independentismo hace tiempo ya que ha perdido el miedo. Entonces, es simplemente que podamos salir para reivindicarnos y que acabe ya y pare todo este vandalismo, porque todo esto son imágenes negativas para nosotros. Ése es el motivo por el que ayer nos sentamos en Urquinaona, arriesgándonos a que nos dieran unos y otros".
"Porque siempre hemos ido a cara descubierta, aunque llevamos pasamontañas en el caso de que haya gas lacrimógeno, para taparnos, pero como protección, para proteger nuestra cara y nuestra salud, pero no para esconder nuestra identidad. No hay necesidad de taparse para ir a manifestaciones pacíficas.”
La conversación pasa a tratar de la actuación policial frente a los manifestantes y en ese punto se abre un debate entre ellos mismos. Unos dicen que la Policía Nacional ha sido mucho más agresiva que los Mossos, otros replican que tanto unos como otros han actuado de la misma forma; uno distingue dentro de los Mossos a la BRIMO como un cuerpo especialmente agresivo en sus actuaciones. Aunque en general están de acuerdo en que los policías han actuado de forma muy desproporcionada.
"La Policía se ha pasado un huevo", protesta ella. "Se ha pasado muchísimo. Por ejemplo, un hombre de unos 80 años había bajado de su piso con un cubo de agua para apagar el fuego y la Policía cargó contra él. O el caso de una chica que está en la cárcel, en prisión sin fianza, y la prueba que dicen que encontraron en su mochila, una pelota de petanca, ha aparecido también en las mochilas de otras seis personas más, con el mismo número de serie. La Xenia de 22 años…
manipulan las pruebas… Sí, se han pasado un huevo… y aquí meto en el mismo saco a toda la Policía, Policía Nacional, Mossos"...
"El tema es que la Nacional es una Policía muy represiva", interviene uno e ellos. "Una Policía a la que se les ha dado barra libre, por eso el lema ese de 'Que nos dejen actuar', y nos tienen muchísimo odio. Entonces son ellos los que cargan con extrema dureza... y entonces sí que sería legitimo hacer una barricada de grandes dimensiones cuando ves que viene con 'carrusels' y técnicas para lanzarse sobre la gente… entonces sí podría estar justificado".
"Es que la razón de las barricadas es ésa", alega la chica. "Porque en algunos casos las hemos de montar para protegernos. Porque, si te están disparando, al menos levantar una puta barrera de humo para que no te puedan disparar a la cara".
Y se ponen a hablar de los cinco jóvenes que han perdido un ojo por los disparos de bolas de goma por los antidisturbios de la Policía Nacional, ya que los Mossos las tienen prohibidas por una ley del Parlament de Catalunya.
"Yo me presenté a las pruebas para ingresar en Mossos"
Pero lo más interesante, porque demuestra la complejidad de este movimiento y de su generación, es su heterogeneidad, su gran diversidad, sus razonamientos y sus posiciones nada simples ni dogmáticas, como se pretende simplificar en la mayoría de los medios. No son jóvenes fanáticos, sino que nos explican todos los matices de sus opiniones, formadas, y de sus expectativas.
Uno de ellos, en el fragor de la valoración de las actuaciones policiales, nos dice que él quiere ser incluso mosso d'esquadra. Que es su gran vocación. Al principio nos choca, porque justamente él estaba criticando con virulencia la actuación de la BRIMO (Àrea de Brigada Mòbil) que actúa como antidisturbios:
"A pesar de todo, creo que los Mossos no lo han hecho tan mal… De hecho, yo mismo me presenté a las pruebas de oposición para ingresar en los Mossos d'Esquadra, aunque no las superé –cosa que tampoco me quita el sueño– y estoy en parte a favor de la Policía catalana. Estoy muy contento de cómo han organizado todas las Marchas por la Libertad y las manifestaciones diurnas. Pero con lo que no estamos de acuerdo es con la actuación de la BRIMO, que se está pasando un huevo, y eso es cierto, conjuntamente con la Policía Nacional".
“Bueno, pero igualmente me volveré a presentar a las oposiciones para mosso d'esquadra, porque me gustaría trabajar de esto; no de antidisturbios, sino de seguridad ciudadana.”
"El problema es que a estas protestas se han sumado una panda de pardillos adolescentes, unos gamberros inmaduros, muchos de ellos menores de edad que por eso se creen con amparo legal"
“El problema es que en estas protestas se ha sumado una panda de pardillos adolescentes inmaduros, unos gamberros. Y lo que me sabe muy mal es que se pretenda etiquetar y se insista en que de día sale la gente mayor y de noche sólo los jóvenes que son más violentos. Lo que ocurre es que los chavales menores de edad se creen que están más amparados legalmente si cometen vandalismo, como si los protegiera una especie de paraguas legal. Y estos chavales han salido, como en las celebraciones de fútbol, a la calle a provocar disturbios y desafiar a la Policía como simples gamberros inmaduros. Son demasiado jóvenes y no piensan en las consecuencias que puede tener según qué acciones.“
“No obstante, yo tengo ahora 26 años pero reconozco que si tuviera 10 años menos, y hubiera disturbios, yo habría salido también a las calles. O sea con 16 años, si viviera en Barcelona, yo también me habría apuntado a la gresca de la noche. Por pura adrenalina. Esta es la explicación.”
Por otra parte, coinciden plenamente con el primer grupo entrevistado por Público: "La revuelta juvenil no es por el tema de independencia sí o independencia no, si no por un tema de justicia y de mayor democracia real". La chica asegura que en las movilizaciones hay muchos jóvenes que no buscan la independencia: “Tengo muchos amigos o compañeros que no son independentistas, pero están también hasta los cojones como yo, y como todos los que salen a la calle, y estamos aquí, por las injusticias… por todo lo que está pasando… porque vivimos en una falsa democracia, en una democracia totalmente fraudulenta.”
"Nos hemos cansado de ver el futuro que nos espera"
También opinan que las protestas han eclosionado por la falta de perspectivas de futuro para que ellos, los jóvenes, puedan cambiar las cosas: “Yo creo básicamente que la juventud se ha cansado, y la población de Catalunya se ha cansado, de ver el futuro que nos está llegando. Y como no les gusta el futuro que están viendo, por eso sale a la calle, para cambiar el futuro, para cambiar las cosas”.
“Yo estuve en las Marchas de la Libertad y ayer por la noche estuve con personas muy mayores, personas que podían ser mis padres o mis abuelos. Y realmente este movimiento es de todos, no solo de un grupo", afirma otro de ellos. “Somos un pueblo, pues yo he visto desde niños pequeños hasta personas que no podían ni caminar recorriendo 25 kilómetros de un tramo de una de las Marchas por la Libertad.”
"Tenemos amigos y familiares no independentistas que se están sumando al movimiento", abunda otro de los chicos. "Mi abuelo es castellano, y no era independentista y sigue sin serlo, pero por un sentido de justicia ha salido a la calle también, y ha hecho los 25 km de las Marchas por la Libertad".
Pero se trata de los jóvenes, de por qué han tomado ellos las calles. Y la respuesta es sencilla:
"Los jóvenes hemos salido a la calle simplemente porque se trata de nuestro futuro y es por lo que nosotros tenemos que luchar".
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