BARCELONA
Catalunya encara la jornada electoral de este domingo, 12 de mayo, con unos comicios que son de los más inciertos de su historia. El PSC se mantiene en todas las encuestas como favorito para ser el partido más votado, con permiso del candidato de Junts, Carles Puigdemont, que ha protagonizado una fuerte remontada. Pero, de confirmarse la victoria socialista este domingo cuando acabe el recuento, la fragmentada aritmética parlamentaria que se vive en Catalunya, con el reparto de los 135 escaños entre ocho grupos parlamentarios –reparto que no se prevé reducir con el resultado de este domingo–, mantiene en vilo a la mayoría de actores políticos y genera diversas incógnitas.
El resultado final es la principal incógnita, obviamente, pero la capacidad que tendrá el candidato socialista, Salvador Illa, para llegar a ser investido 133 president de la Generalitat si gana las elecciones es una de las grandes dudas de estas elecciones. La otra es si el independentismo conservará la mayoría absoluta que ha mantenido durante la última década protagonizada por el procés. Y entremezclado con las dos opciones se esconde la posibilidad de un bloqueo de consecuencias impredecibles.
Con todos estos mimbres, la política española aguanta la respiración, ya que el resultado en Catalunya puede tener consecuencias directas en ella, dada la dependencia del Gobierno español del PSOE y Sumar de los partidos independentistas catalanes, ERC y Junts.
La respuesta la darán este domingo cuando cierren los colegios electorales los 5.754.840 catalanes convocados a las urnas. Por lo menos los que vayan a votar, ya que se prevé un alto grado de abstención fruto de un electorado fuertemente desmovilizado. Veremos si la participación llega a ser mayor o menor que la de las últimas elecciones al Parlament, en febrero de 2021, cuando fue a votar, todavía con la pandemia activa, solo el 51,3% de los electores.
Illa puede ganar pero no le será fácil gobernar
Salvador Illa es el candidato mejor posicionado para ganar las elecciones. Otra cosa diferente serán las opciones de suma aritmética para que el candidato socialista pueda ser investido 133 president de la Generalitat y formar Govern. De momento solo cuenta con un aliado claro y no sin condiciones. Comuns Sumar está dispuesto a participar en un Govern de la Generalitat progresista liderado por el PSC siempre que haya "un replanteamiento de las políticas desarrollistas como el Hard Rock, la autopista orbital B-40 o la ampliación del aeropuerto", asegura la candidata de los comuns, Jéssica Albiach.
Fuentes del PSC aseguran que Illa se muestra "satisfecho con la campaña" y "optimista respecto al resultado", aunque admiten que los socialistas son conscientes de que habrá que "trabajar duro" y "ser muy flexibles" para evitar "un posible bloqueo con una pinza formada por los independentistas por un lado y las derechas por el otro". Respecto a Comuns Sumar, fuentes de este espacio político aseguran su predisposición por "un Govern de fuerzas progresistas", pero admiten que la relación con el PSC no pasa por su mejor momento.
Por las discrepancias en las políticas a llevar a cabo y también, según ha podido saber Público, porque las últimas conversaciones entre Salvador Illa y Ada Colau –antes de la convocatoria electoral – como máximos dirigentes de las dos formaciones no fueron positivas y son definidas por estas fuentes de los comuns como "frías" y "condescendientes" por parte de Illa. La falta de acuerdo entre el PSC y Barcelona en Comú para el Gobierno municipal de la capital catalana tampoco facilita las cosas.
El papel de Esquerra, decisivo
Pero si la demoscopia no nos engaña, la suma de PSC y Comuns Sumar –si llegan a ponerse de acuerdo– no es previsible que supere los 50 escaños, lejos de los 68 de la mayoría absoluta. Y Salvador Illa deberá mirar hacia el único socio posible, que no es otro que Esquerra Republicana, para conformar un tripartito de izquierdas.
Las encuestas no han sido amables con ERC esta campaña electoral y auguran un descenso o debacle de los republicanos, según cuales sean los datos que analicemos. Los sondeos plantean un mayor o menor descenso, pero prácticamente todos sitúan a ERC en tercer lugar. detrás del PSC y Junts. Lo cual eliminaría cualquier posibilidad de que Pere Aragonès pueda revalidar la presidencia, si es que el electorado confirma esta tendencia en las urnas.
Todos los dirigentes de Esquerra consultados por Público han esquivado posicionarse sobre las políticas de pactos, y mucho menos avalar la idea de un tripartito de izquierdas con Salvador Illa al frente como president. De momento, se limitan a asegurar que es Aragonès quién liderará las conversaciones para formar Govern porque el resultado desmentirá las encuestas. Y Aragonès fija las condiciones negociadoras: "Aceptar un referéndum acordado con el Estado, un modelo de financiación singular para Catalunya, políticas progresistas en lo social y apoyo al catalán".
El tripartito de izquierdas no se puede dar por descartado, pero tampoco se prevé nada fácil que ERC finalmente pueda dar su visto bueno, a no ser que la aritmética no permita ninguna otra opción viable y los republicanos acaben cediendo como la única posibilidad de evitar un bloqueo que aboque a una repetición electoral.
La mayoría independentista, en la cuerda floja
La otra alternativa de ERC sería la constitución de un nuevo Govern independentista con Junts, con el apoyo de la CUP, como el que ya se formó después de las elecciones de febrero de 2021. Aunque esta vez veremos si con Aragonès o Puigdemont de president.
Este escenario cuenta con dos problemas. El primero es que los tres partidos independentistas sumen, algo que las encuestas prevén difícil llegar a conseguirlo por primera vez en 12 años desde el inicio del procés. El segundo problema que habrá que afrontar, en caso de suma independentista, es la fuerte controversia entre los tres partidos, que dificulta una nueva entente entre ERC y Junts después de la ruptura del anterior Govern, y con una CUP muy crítica con los republicanos y los de Puigdemont.
Veremos qué resultado se impone en la noche electoral de este domingo, pero la suma o no de los independentistas será una de las principales claves. Incluso más importante que el ganador de las elecciones. Porque de sumar el bloque independentista no puede descartarse en primer lugar un bloqueo contra el PSC.
Y en segundo lugar, que ERC o Junts puedan asumir la presidencia si se recomponen las relaciones entre los tres partidos. En Catalunya se puede hablar del inicio de una nueva etapa después de este domingo con un independentismo más centrado en aspectos de gestión del Govern. E incluso de un cierto final del procés como lo hemos conocido con la unilateralidad guardada en formol. Pero ello no quiere decir que el eje independentista no tenga todavía mucha relevancia y que la culminación de la amnistía y la exigencia de un referéndum acordado no sean un motor para una nueva etapa independentista, aunque sea a regañadientes.
Un último elemento que puede complicar el frente independentista es la incorporación al Parlament de un nuevo actor como es Aliança Catalana. A pesar de su militancia independentista radical, este partido de extrema derecha tiene un posicionamiento xenófobo y racista que ha llevado al PSC, Comuns Sumar, ERC, Junts y la CUP a firmar un acuerdo de no aceptación de sus votos si llegaran a entrar en el Parlament, ni por activa ni por pasiva. Pero es un elemento a tener en cuenta y que puede desestabilizar la ajustada mayoría independentista.
La política estatal, a la espera del resultado en Catalunya
Las elecciones catalanas de este domingo son complejas, pero a la vez de una importancia capital. Lo es para la gobernabilidad de un territorio tan importante, demográfica, política y económicamente hablando, como lo es Catalunya. Pero los comicios catalanes van más allá, ya que pueden condicionar y alterar la gobernabilidad del conjunto del Estado. Cabe recordar que la mayoría parlamentaria que sustenta el Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar tiene en ERC y Junts dos puntales nucleares e imprescindibles.
Cualquier escenario postelectoral en Catalunya que pueda tensionar las relaciones entre independentistas y socialistas puede tener consecuencias directas sobre la estabilidad del Gobierno español. Por mucho que todos los actores políticos intentan separar el escenario político catalán del español, a nadie se le escapa que a pesar de ser unas elecciones catalanas, este domingo la política española también aguantará la respiración.
Fuentes del PSC aseguran que no se pueden mezclar escenarios y que no supeditaran "de ninguna manera" la presidencia de la Generalitat, si Salvador Illa puede llegar a obtenerla, a ningún otro criterio como podría ser el mantenimiento de la estabilidad del Gobierno español. Por parte de Esquerra, tampoco se quiere hacer vinculaciones, pero la portavoz del partido y cabeza de lista por Tarragona, Raquel Sans, admite que "la conexión y las consecuencias derivadas de los dos escenarios no se pueden negar; cuando aquí se tumbaron los presupuestos, en Madrid tampoco los ha habido".
Y por parte de Junts, Carles Puigdemont ha sido tajante alertando a los socialistas de que si pudiendo retornar él a la presidencia maniobraban para evitarlo de algún modo, Junts retiraría todo su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez.
El PP también se la juega en Catalunya con Vox
Y habría que añadir otra consecuencia a la política estatal de las elecciones catalanas, que es la derivada de la pugna entre las derechas españolistas en esta cita electoral del 12 de mayo. El PP ha puesto muchas esperanzas no solo en recuperarse de su desastroso resultado de hace tres años -con solo tres diputados- con un fuerte crecimiento, sino de recuperar el liderazgo de la derecha constitucionalista en Catalunya frente a Vox. Un elemento que permitiría al PP una mayor visualización en Catalunya, pero que además enviaría una señal a nivel estatal en el desarrollo de la estrategia de concentración del voto de derechas en el PP desgastando a Vox.
Las encuestas indican que no será fácil que este objetivo se cumpla, y un resultado discreto, que empate o mantenga al PP por detrás de Vox, puede tener consecuencias importantes en el interior del PP y en su estrategia. De ahí la apabullante y constante presencia del presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, y de su radicalización del discurso en temas como la inmigración, en clara competencia con la extrema derecha. Ya que una vez absorbido el voto de Ciudadanos, para el que todas las encuestas auguran su desaparición del Parlament y la puntilla para su probable disolución a nivel estatal, no le queda otra que pugnar directamente por el voto de Vox.
5.754.840 catalanes y catalanas deciden este domingo
Estamos pues, frente a algo más que unas elecciones territoriales más. Las elecciones catalanas son unos comicios con un resultado incierto, que puede producir escenarios de muy difícil gestión, donde no se puede descartar un bloqueo y la repetición electoral, y replicas sísmicas que afecten a la gobernabilidad del Estado. Todo ello queda ahora ya en manos de 5.754.840 catalanes y catalanas que son los que están llamados a votar en las elecciones al Parlament de Catalunya de este domingo, 12 de mayo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellos, 243.003 son nuevos votantes, después de haber cumplido la mayoría de edad desde la última cita electoral.
En los últimos comicios al Parlament, de 14 de febrero de 2021, estaban convocados 5.623.962 votantes, y votó poco más de la mitad. Del total de electores, 5.460.332 residen en Catalunya, la mayoría de ellos, 4.051.040, en la demarcación de Barcelona; 528.077 en la de Girona; 300.148 en la de Lleida y 581.067 en la de Tarragona. El resto, que también podrán participar en los comicios -siempre que puedan salvar los múltiples obstáculos administrativos existentes en cada elección- son los 294.508 electores residentes en el extranjero e inscritos en el Censo Electoral de los Residentes Ausentes (CERA).
Son 5.754.840 decisiones individuales, pero cada una de ella puede tener una trascendencia global dado lo ajustado de los resultados que apuntan las encuestas. Tanto si se decide participar o no en las elecciones, o en función de cuál de las varias decenas de candidaturas escoge cada votante. La noche electoral dará un resultado fruto de esa voluntad popular en Catalunya. La gestión de lo que venga después habrá que verlo, pero muy probablemente el resultado final -respecto a la presidencia de la Generalitat y el nuevo Govern- no será ni fácil ni rápido.
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