De Casado a Feijóo, un PP para cada moción de censura de Vox
Cuca Gamarra representa en sí misma el viaje del Partido Popular entre una moción de censura y otra.
Madrid-Actualizado a
No es común que un mismo Gobierno se enfrente a dos mociones de censura en menos de cuatro años y que salga sin apuros de las dos, pero ni en octubre de 2020 ni ahora la coalición ha tenido siquiera que convencer al Parlamento de que no apoyase la moción. La explicación está —y esta es una reflexión que logra un consenso extraordinario dentro del hemiciclo— en que las dos han sido una estrategia de Vox para ganar peso en el carril de la derecha con la perversión del sistema parlamentario como herramienta. Un órdago al Partido Popular, que de una moción y otra ha cambiado de voto, de líder y también, radicalmente además, de discurso.
La misma bancada popular que hace dos años y medio aplaudió a Pablo Casado después de desdeñar políticamente a Santiago Abascal y su partido, en una intervención que fue un punto de inflexión en su relación con la extrema derecha, ha aplaudido este miércoles con la misma efusividad a Cuca Gamarra, que respetó una política de no agresión con Vox. Nada en el PP recordó a aquel "no somos como usted porque no queremos ser como usted" con el que Casado sumió a Abascal en la "perplejidad", porque el PP de Alberto Núñez Feijóo ha encontrado la comodidad en la equidistancia con el partido ultra.
Cuca Gamarra representa en sí misma este viaje del PP. En 2020 escuchó y ovacionó a Casado desde su escaño cuando dijo de Vox cosas como que representaba un proyecto de "ruptura, odio, furia y ruido"; que cabalgaba sobre "un ejército de trols"; o que Abascal era el líder del "populismo antiliberal, el anti pluralismo, el proteccionismo autárquico, el aislacionismo y oportunismo demagógico". Aquella intervención fue una enmienda ideológica al partido de Abascal —una escisión del ala más dura del PP— que sorprendió incluso entre sus propias filas.
La hoja de ruta fue distinta de principio a fin y Casado esperó entonces a su intervención en el debate para anunciar el sentido de voto del PP. Mantuvieron la incógnita hasta el final para que todo el protagonismo recayese sobre un discurso muy pensado y deseado por él. El expresidente popular quería responder a las críticas ultras de Vox de los últimos años e ir al choque para erigirse como única alternativa de la derecha. De todos los ensayos que hizo Casado en su confusa relación con Vox, esa intervención fue el más contundente.
Feijóo se ablanda con Vox
Pero Feijóo aterrizó en Génova con otro mantra: hacerle el menos caso posible a sus rivales por la derecha. Y es exactamente lo que Gamarra ha hecho este miércoles en el Congreso. La portavoz del PP pronunció un discurso benévolo con Vox en el que solo criticó el "circo" parlamentario de la moción de censura y el "regalo" que le habían dado al Gobierno con el foco mediático de las dos jornadas de debate. Pero en la media hora de intervención de la 'número dos' de Feijóo no hubo ninguna enmienda ideológica a los de Abascal y respetó así la política de no agresión que el presidente de Vox impuso un día antes en su intervención. Es más, Gamarra reconoció que "elemento coincidentes con el relato" que hizo el candidato de Vox a la presidencia, Ramón Tamames.
El exdirigente comunista de 89 años acabó ejerciendo de portavoz de la extrema derecha, a pesar de las diferencias mostradas en los medios de comunicación días antes, y se hizo eco de su discurso más ultra para atacar la memoria democrática. Llegó a decir que "en una guerra civil no hay un lado bueno y otro malo; en la nuestra se cometieron atrocidades en los dos bandos, tratando de limitarlas ahora a uno de ellos". Gamarra no lo discutió.
Aunque renieguen de ello, durante los dos últimos días los populares se han movido en bloque con Vox contra el Gobierno. Su tono fue duro contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez y blando con la extrema derecha. "A mí me ha encantado el tono del PP", resumía un dirigente de Vox a la salida del debate. Por eso, aseguran, no entienden que no hayan votado a favor. Los de Feijóo, haciendo gala de esa equidistancia en la que se han acomodado, se han abstenido. "No vamos a votar a favor de esta moción por respeto a los españoles; y no vamos a votar en contra por respecto a usted, señor Tamames", justificó Gamarra.
En realidad el PP ya sabía que no iba a votar en contra de la moción en el mes de diciembre, antes de que Tamames sonase ni como hipotético candidato, cunado Feijóo, ante la insistencia de Federico Jiménez Losantos, dijo en su programa de radio que no se opondrían. Su partido se enteró en directo de la decisión, acató y no rectificó ni aún cuando el propio Feijóo le dio a la moción la categoría de "esperpento".
Es cierto que el contexto que rodea a las dos mociones es muy distinto. En octubre de 2020 —cuando las muertes por covid-19 todavía se contaban por centenares de fallecidos al día— la distancia entre el PP y Vox en las encuestas era menor y el PSOE iba en cabeza con una ventaja clara. Las elecciones generales eran entonces un horizonte lejano. Casi tres años más tarde el escenario es otro: según el último estudio de Key Data para Público, el PP ha logrado consolidar su liderazgo en las encuestas y lograría gobernar si suma con Vox.
Génova acepta ya que gobernarán "con lo que puedan" y eso señala directamente a Vox. "Votemos juntos hoy y entendámonos mañana", le auguró Abascal al PP durante el debate. No consiguió convencer a Feijóo para cambiar su voto, pero aún así en Vox salieron de la moción dispuestos a llegar a acuerdos con un PP que ahora cuida los más que posibles futuros puentes entre ambas formaciones.
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