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Carles Vallejo: "La reconversión de la jefatura de Vía Laietana debe formar parte de la negociación para la investidura"

13/10/2023 - Associació Catalana de Persones Ex-Preses Polítiques del Franquisme
Carles Vallejo, en la sede de la Associació Catalana de Persones Ex-Preses Polítiques del Franquisme. Públic

El miércoles se conoció que la titular del Juzgado de instrucción número 18 de Barcelona se ha negado a investigar las torturas sufridas por Carles Vallejo en 1970 en la jefatura de la Vía Laietana de Barcelona. La magistrada no ha querido admitir a trámite la querella presentada por el histórico activista sindical y actual presidente de la Associació Catalana de Persones Ex-Preses Polítiques del Franquisme contra seis agentes de la Policía por crímenes de lesa humanidad.

Lo ha hecho a pesar de que por primera vez la Fiscalía había reclamado que se investigara, amparándose en la nueva Ley de memoria democrática y con el argumento de que este tipo de delitos no prescriben nunca.

La decisión no parará a Vallejo, que ya ha anunciado que presentará recurso, con el apoyo del Centre Irídia -también lo hará la Generalitat, personada como acusación popular-, con la voluntad de hacer justicia y acabar con la impunidad de los crímenes franquistas.

No será la última querella por torturas en la tenebrosa jefatura de la Policía Nacional, epicentro del terror de la dictadura en Barcelona, puesto que próximamente presentarán otra los hermanos Josep y Maribel Ferrándiz.

Entrevistemos a Vallejo en la sede de la asociación memorialista que preside, ubicada en el enorme complejo de CCOO en la Vía Laietana y, por lo tanto, a pocos metros del escenario donde fue torturado durante 20 días hace más de medio siglo. Hablamos de estos hechos, de la batalla para que se investiguen los crímenes de la dictadura, de la importancia de las políticas de memoria, de la lucha constante para lograr un mundo mejor y de la demanda para reconvertir el espacio policial en un centro de memoria y reparación de las víctimas.

Antiguo trabajador de la Seat, activista de CCOO -tanto bajo la dictadura como posteriormente-, militante primero del PSUC y después de ICV, Vallejo subraya que la transformación de la Vía Laietana 43 -la jefatura- tiene que ponerse encima de la mesa en las negociaciones de los partidos independentistas con el PSOE para la investidura de Pedro Sánchez.

¿Les ha sorprendido la no admisión a trámite de la querella?

Es una sorpresa relativa, era una de las posibilidades. Creíamos que el argumentario jurídico era suficientemente potente y se sumaba al apoyo de la propia fiscal de Derechos Humanos y Memoria Democrática para que el juzgado número 18 la admitiera a trámite. Pero bien, su posicionamiento ha sido el de siempre, argumentar el pretexto de que la Ley de amnistía ya ha amnistiado este tipo de delitos y que, por lo tanto, ya están prescritos.

"Los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y, por tanto, al menos hay que investigarlos"

Nuestro argumentario es que los delitos de lesa humanidad y la tortura son imprescriptibles y, por lo tanto, como mínimo hacía falta el primer paso, investigar, independientemente de los resultados. Pero no investigar mi caso u otros creemos que es un posicionamiento absolutamente contrario al espíritu de la Ley de Memoria Democrática y, por lo tanto, seguiremos perseverando, presentaremos el recurso e iremos a las instancias pertinentes, como el Tribunal Constitucional o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no pararemos.

¿Qué argumentarán en el recurso?

Argumentaremos lo que ya hay en la querella, con el apoyo del argumentario de la fiscal de Derechos Humanos y Memoria Democrática, que es lo que no ha tenido en cuenta la jueza. Lo primero que haremos es instar a la fiscal que ella haga su propio recurso de cara a la interpretación de la ley [ya ha confirmado que lo presentará], que tiene un sentido positivo y amplio con la idea de que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y el derecho en la investigación está por encima de otras circunstancias.

De momento, la sensación es que la impunidad se mantiene.

Sí, pero ya viene de lejos y esta es nuestra lucha por la cultura democrática. Es un tema personal, pero a la vez es colectivo, damos el paso personas para poner en evidencia la situación que todavía perdura de esta impunidad y para hacer justicia.

¿Que presenten un recurso y nuevas querellas de personas torturadas, como la futura de los hermanos Maribel y Josep Ferrándiz, indica que no pararán y seguirán reclamando acabar con la impunidad e investigar los delitos del franquismo?

Nosotros, como las Abuelas de la Plaza de Mayo, no pararemos.

Estamos en el número 16 de la Vía Laietana y la jefatura se ubica en el número 43, muy cerca. Tanto por su trayectoria sindical como por la actividad actual inevitablemente ha pasado miles de veces por delante. ¿Qué siente cuando lo hace?

"Hacer memoria es un deber, porque si nosotros no lo contamos nadie lo hará"

Bien, hay épocas y momentos. Pasamos de una fase en que, como muchos ciudadanos y ciudadanas de Barcelona, lo primero que hacías era intentar evitar pasar o, si te veías obligado a pasar por la Vía Laietana, ir por la otra acera. Todavía hay personas que se sienten muy mal cuando tienen que pasar por allá. Ahora estamos en una fase de lucha por la recuperación del espacio y hemos hecho muchas actividades de manifestación delante mismo y, por lo tanto, esto ya te da la fuerza para ir.

Pero realmente sí o sí te vienen los recuerdos de lo que pasaste allá y sobre todo de las muchísimas personas que no han sido capaces de poder recuperarse del trauma que vivieron y también de las que mataron o murieron a consecuencia de las torturas. Cómo decía, estamos en una fase de lucha y, como decía Primo Levi, tenemos el deber de hacer memoria, porque si nosotros no lo explicamos nadie lo hará.

Han pasado 53 años de su detención y tortura, 48 desde la muerte de Franco y 45 desde la aprobación de la Constitución democrática. Muchas víctimas ya han muerto, también muchos torturadores. ¿Es inevitable que piensen que se llega muy tarde?

Sí y no porque no se haya luchado. Esta asociación ya empezó a actuar clandestinamente en los últimos años de la dictadura para recoger solidaridad, pero después inmediatamente se puso las pilas para conseguir reparaciones, sobre todo materiales, porque en aquel momento era una situación tan bestia la de gente que quizás había estado 20 o 25 años en las prisiones que necesitaban la reparación material para poder reconstruir sus vidas.

Así, la primera reivindicación fue que los años en prisión se contaran en la seguridad social. Esta generación que persiguieron dedicó mucha parte de su actividad a recuperar derechos que perdieron por estar en la prisión, como indemnizaciones o como la amnistía laboral para poder ser readmitidos en empresas o la Administración.

Hemos pasado por varias etapas, el problema ha sido que para la sociedad en general y para las fuerzas políticas esta cuestión de la impunidad y de la memoria quedó en un segundo plano, y sólo los interesados directamente estaban batallando por sus circunstancias personales. Esto es consecuencia de 40 años de dictadura. En el ambiente predominaba la idea: "No hablemos de estas cosas no sea que haya otra guerra".

Lo que paralizó a la sociedad fueron el miedo que impuso la dictadura y también cierta amnesia selectiva para sobrevivir de la gente que sufrió terribles consecuencias. Y, de hecho, decimos que son las generaciones de los nietos las que van recuperando la memoria, porque no sabían que a su abuelo lo habían fusilado o estaba desaparecido porque la familia no se lo había explicado.

¿El momento de mayor decepción fue a partir del 1982, cuando el PSOE llega al Gobierno con una mayoría absoluta incontestable y no reactiva el tema?

De hecho, decimos que la Transición se desnaturalizó sobre todo cuando se podía haber hecho de verdad, que es con la mayoría absoluta de izquierdas. Durante los años precedentes había ganado la UCD, un partido heredero del franquismo, y había lo que decía Manuel Vázquez Montalbán, una correlación de debilidades: el búnker por un lado que no tenía bastante para ir hacia atrás, pero también la oposición que no acumulamos las fuerzas para una ruptura.

Pero el momento idóneo, que habría sido esta mayoría absoluta de izquierdas, se desaprovechó totalmente. Yo creo que deliberadamente, porque cuando en 1986 se conmemoró el 50 aniversario del golpe de Estado el enfoque fue primero una declaración absolutamente equiparando a los dos bandos y después la propia imagen del desfile, en que se puso un militar de La Nueve junto con uno de la División Azul.

El discurso dominante en aquel momento era que tan buenos eran los de la División Azul como los que liberaron París y esto no se rompió a nivel institucional hasta la ley [de memoria] del 2007 de Zapatero y se reforzó con la del 2022.

Para situar un poco al lector, lo detienen por primera vez en 1970. Tenía 20 años, hacía uno que trabajaba en la Seat y lo acusan de propaganda y agitación ilegal, por su actividad sindical en CCOO, entonces una organización clandestina. ¿Cómo fue?

Salía de casa para ir a trabajar y no me lo esperaba, porque sino no habría ido a dormir allí aquella noche. Me esperaron en la puerta y se me echaron encima unos de la Brigada Político-Social, iban camuflados y ya me pusieron al coche para ir directos a la Vía Laietana. En el coche ya empezaron las vejaciones, los golpes y los insultos. Te preparan para lo que viene después en el tráfico desde la detención hasta llegar a la Vía Laietana.

Tuvo la mala suerte de que cuando lo detienen regía el estado de excepción, porque se produjo durante el proceso de Burgos, lo que permitió alargar hasta 20 días su detención.

Los que estábamos comprometidos con la lucha antifranquista en diferentes ámbitos sabíamos que corríamos el riesgo de que tarde o temprano pudiera haber una caída. Y, de hecho, teníamos nuestros libretos de cómo resistir la tortura, pero, claro, estaba pensado en circunstancias normales, que era resistir tres días, que era el habeas corpus en el tardofranquismo.

Pero declararon un estado de excepción, que fundamentalmente era la posibilidad de tenerte en detención gubernativa, o sea con la Policía, indefinidamente. Y esto es lo más terrible de todo. Resistir tres días a la tortura es una manera de mantenerte cerrado, sabiendo que tiene una duración limitada y que después vas a la prisión o al juez. Pero el estado de excepción estaba pensado para eso, para doblegar a las personas a través de una situación de detención gubernativa indefinida, y, por tanto, de interrogatorios y torturas de una manera indefinida. Y esto es la peor de las pesadillas.

Supongo que en una situación así se pierde completamente la noción del tiempo.

Cuando pedimos ir al lugar del delito es ir a las celdas de la Vía Laietana, que evidentemente ahora no serán iguales, pero que más o menos sabemos dónde están. Es una parte que no tiene ventanas al exterior y donde estás continuamente con una lucecita y no sabes si es de día ni de noche, porque efectivamente después de una semana pierdes la noción del tiempo. Cada dos, cuatro, cinco o seis horas te suben a interrogarte y, por lo tanto, a torturarte, y no te dejan el tiempo mínimo para poderte recuperar o tener cierta serenidad.

En aquel estado, cuando lo envían a la prisión Modelo, donde estuvo medio año, es casi una liberación, a pesar de que a alguien le pueda parecer contradictorio.

"La Modelo era una cárcel inmunda, pero ir era una cierta liberación: ya no estás solo y se acaban las torturas"

Es una experiencia compartida con otros compañeros que parece paradójica, pero nuestra sensación era que la prisión era una cierta liberación. Se acaba una pesadilla y empezaba otra, que era sobre todo el sufrimiento por la privación de libertad, pero sabes que no hay una tortura directa.

Era una prisión inmunda, que no tenía nada que ver con las actuales, pero de entrada ya no estás solo, estás con otros presos políticos y, por lo tanto, hay un colectivo que se puede defender ante cualquier arbitrariedad. A la vez, estás en unas condiciones de una falta de salubridad, de una prisión absolutamente oscura, pero sin las torturas que sufres cuando estás en manos de la Policía.

¿Cómo siente que un episodio tan duro como este le ha marcado la vida? En alguna entrevista ha explicado que, por ejemplo, nunca han recibido ningún tipo de apoyo psicológico desde la Administración.

De hecho, es que ni siquiera nos han considerado víctimas, directamente. Aunque a mí la denominación víctima tampoco me gusta, porque tienes la sensación de que víctima puede ser una víctima pasiva y nosotros somos proactivas, porque fuimos represaliados porque nos oponíamos al franquismo. Pero ves cómo, por ejemplo, las víctimas de ETA tienen un tratamiento a todos los niveles y un reconocimiento, como también las del yihadismo.

En cambio, las víctimas del franquismo, que fuimos las que empezamos a luchar por las libertades que podemos más o menos disfrutar actualmente, no tenemos esta consideración. Ahora con la ley de memoria del 2022 empezamos a tener algún margen, tienes cierto reconocimiento a nivel del Estado, pero el aspecto material y personal de las secuelas no está previsto y creo que es algo que tenemos adentro.

"A los represaliados del franquismo ni siquiera nos han dado la consideración de víctimas"

Siempre hago la comparación de cuando estaba en el exilio y empezaron a llegar los primeros grupos de refugiados políticos de Chile y después de Argentina, que iban a países escandinavos o a Alemania. Lo primero que hacían las administraciones era una atención psicológica dentro del proceso de petición del asilo político. Es una de las cosas que están en la lista del debe y creemos que tiene que haber una atención a estos aspectos. Puesto que según la ley del 22 nos consideran víctimas, debemos tener un tratamiento a todos los niveles.

Ahora que hablaba del exilio, se va en 1972 después de otra detención. Pasa primero por París y después se establece en Milán, y vuelve en 1976 gracias a un indulto y con la amnistía laboral se puede reincorporar a la Seat. En 1977 se aprobó la ley de amnistía. ¿En aquel momento se imaginaban que se acabaría convirtiendo también en una ley de punto final, de impunidad para los represores franquistas?

Lo que te tengo que decir es que la inmensa mayoría no éramos conscientes de ello. No lo fuimos hasta algunos años después. Había tal presión para sacar a la gente que quedaba en las prisiones que no prestamos suficiente atención al redactado, al menos nosotros.

Los activistas estábamos tan inmersos con las luchas de todo tipo para ir avanzando, porque era una situación muy precaria... Los hechos de Atocha acababan de pasar, todos los casos de violencia que hubo de las fuerzas policiales y parapoliciales y las víctimas que hubo en la Transición. Nuestro objetivo era ir consolidando los procesos democráticos, y pasamos por alto el tema de que era una amnistía para víctimas y victimarios.

Estamos viendo cómo allí donde gobiernan PP y Vox se están liquidando las políticas de memoria. ¿Es una muestra de la poca conciencia democrática de la derecha y la extrema derecha del Estado español?

Está clarísimo. Es el claro ejemplo de lo contrario que nosotros pretendemos, que las políticas de memoria son políticas de cultura democrática. Aunque hay aspectos como la querella que tengan efectos personales, nuestra proyección es de cara a las nuevas generaciones e impedir el avance de las derechas y ultraderechas. Todo lo que son políticas de memoria es explicar lo que pasó, explicar la represión que hubo, el golpe de Estado, que hubo una república donde había unos derechos, y todo esto es fundamental traspasarlo a las nuevas generaciones.

Por eso una de las ideas clave de la ley de memoria democrática, y también de la que está en debate en el Parlament, es incluir en el currículum escolar el tema de la república, la guerra, el golpe de Estado y la Transición. Tenemos que sacar del desconocimiento a las nuevas generaciones, porque lo que hay es ignorancia.

Nuestra pretensión es que con estas leyes, además de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, se haga cultura democrática. También hay que hacerles ver que los derechos sociales y democráticos no son adquiridos para siempre jamás, que si no se defienden, si no se lucha, se pueden perder. Esta es nuestra tarea fundamental como asociaciones memorialistas.

Muchas entidades memorialistas forman parte de la campaña Vía Laietana 43, que también tiene el apoyo de partidos como ERC, Junts, los Comuns y la CUP, y que básicamente reclama la reconversión de la jefatura en un espacio de memoria. Aprovechando las negociaciones para la investidura, y teniendo en cuenta que es un tema con un apoyo importante entre la sociedad catalana, ¿se tendría que poner encima de la mesa?

A mí me han dicho, no ahora sino ya antes, que uno de los elementos de la agenda de negociación también es Vía Laietana 43. Espero que esté en ella aunque no salga a la superficie, pero sé que hay preocupación desde consellerías competentes de la Generalitat de poner este tema en la agenda. Hay posiciones claras de ERC, Junts, Comuns y la CUP favorables a transformarla en un espacio de memoria y que marche la Policía Nacional, pero también sé de buena tinta que hay muchos sectores dentro del PSC que se sienten muy incómodos y que preferirían sacarse esta patata caliente.

Aquí el problema es ser capaces de hacer frente a la actitud muy primaria de los sindicatos policiales, que continuamente dicen que se sienten asediados. Nos hemos puesto el reto de tener una interlocución directa, hablemos, sindicatos policiales y asociaciones memorialistas, y de momento no tenemos respuesta.

Para los propios policías tendría que ser incómodo estar allí. No es un espacio que tenga operatividad policial, sino que es mantenerse por sus narices. Si están allá, la sombra del franquismo se les proyectará encima. Si queréis ser una verdadera Policía democrática, lo mejor que podéis hacer es marcharos de aquí. Este es el argumentario, y espero que la reconversión del espacio esté, entre otros puntos, también en esta agenda [de la negociación para la investidura].

Es evidente que a nivel político el gran punto de esta negociación es la amnistía. Ya me imagino que la ve con buenos ojos, pero no sé si cree que se puede aprovechar alguna lección de la del 1977, aunque sea un contexto muy diferente.

Es que son contextos tan diferentes que no me atrevería a sacar consecuencias o consejos al respeto. Que sepan que la amnistía del 77 es una amnistía de víctimas y victimarios y esto puede pasar también en esta de hoy. Pero aquí ya entramos en un aspecto de la actualidad política que yo no me veo con la legitimidad de cuestionar el enfoque que puedan hacer. Simplemente que miren la historia y saquen las conclusiones pertinentes.

Para terminar, su padre era militante comunista, su tío materno fue militante de la CNT, y su abuelo también fue represaliado por el franquismo. Ha tenido una trayectoria de militancia de izquierdas por un mundo más justo. Viendo que estamos en un momento de aparición de nuevos autoritarismos a nivel global debe de pensar que esta lucha tiene que continuar.

Es una lucha histórica y universal hacia el progreso y a veces hay momentos de regresión, como hay momentos terribles de guerras como desgraciadamente estamos viviendo ahora. Todo lo que hagamos por la cultura democrática es esto que ganamos. Por lo tanto, esta es nuestra tarea, seamos conscientes que no viene ni de ahora, ni de nuestros padres, que esto es una lucha secular por la dignidad humana.

En mi caso, los bisabuelos y tatarabuelos también sufrieron represión y tuvieron que exiliarse a Francia. Estamos en una familia marcada por esta visión de humanismo, de progreso y de dignidad, de mejorar la vida de las personas. Es una lucha perseverante, creo que si tienes que estar una temporada por aquí, a sabiendas de qué haces, qué eres y qué puedes hacer, es fundamental no pasar de manera pasiva sin intentar ser un sujeto activo. A nivel personal, mi satisfacción máxima no son ni las mejoras materiales, ni el consumo, sino, contribuir al avance de la sociedad.

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