Este artículo se publicó hace 16 años.
«Aquella demencial visión de la realidad»
No se dan nombres, acaso porque la lista resultaría demasiado larga: "Después de cuatro décadas de aquellas revueltas parisinas (mayo del 68) de estudiantes acomodados, aún quedan en nuestros días seguidores de las ideas funestas, hipócritas y fracasadas que las inspiraron. Y esos personajes desactualizados y trasnochados están en el poder político, cultural y pedagógico español".
El hallazgo ha sido hecho por el PP de Madrid, que lo divulgó el lunes en uno de sus argumentarios. Eso sí, al menos -se dice en el texto- "ya no queman coches ni simulan leer a filósofos marxistas". Ahora "se limitan a aplicar sus prejuicios ideológicos a los sufridos ciudadanos, ajustando cuentas con una Historia que demostró sobradamente su absoluta invalidez".
El documento intenta sintetizar los principales rasgos de "aquella visión demencial de la realidad" y destaca como reflejo "la condescendencia con el consumo de drogas y la tolerancia hacia la violencia cuando proviene de ‘colectivos' izquierdas".
La paz de las pedradas
La lectura del papel no deja mucho resquicio pa
ra reflejos alternativos: "Mayo del 68 fue un episodio lamentable que hablaba de paz pero se expresaba a pedradas, hablaba de libertad pero coqueteaba con la tiranía maoísta, que decía ‘prohibido prohibir' pero que comulgaba con las políticas intervencionistas y restrictivas de la libertad individual propias de la izquierda".
El autor no oculta su especial preocupación por que el virus ha resucitado, al parecer, en las aulas: "Hoy el espíritu de mayo del 68 habita en las políticas educativas que sustituyen el principio de autoridad por el del buen rollete, el esfuerzo individual por el trabajo en equipo y la responsabilidad por el gregarismo. Es decir, el aprendizaje por el fracaso escolar y personal".
Sarkozy, el mal y lo bello
Sostiene el argumentario conservador que "la mayor parte de los tradicionales errores izquierdistas hunden sus raíces en aquella ceremonia de la confusión y de la ignorancia".
Para evitar la propia, el texto concluye con una remisión al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, concretamente a un fragmento del discurso que pronunció el 29 de abril de 2007, cuando aún estaba en la cresta de la ola: "Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre los bello y lo feo".
El secular atraso español es confirmado también por el texto, pues aunque "algunos de los intelectuales que inspiraron aquel movimiento (como André Gluscksman) reniegan de él", sin embargo -concluye- "nuestros progreses no han evolucionado y siguen anhelando la comuna y el kibutz".
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