Este artículo se publicó hace 2 años.
Antonio Caño y el debate de los periodistas sobre sí mismos
Manu Levin
Madrid-
La confesión de Antonio Caño ha desatado un debate muy intenso entre periodistas en las redes sociales. Bueno, muchos otros perfiles y tuiteros también han opinado, lógicamente, pero ha habido posicionamientos de figuras del panorama mediático y de trabajadores y trabajadoras de distintas empresas de comunicación que creo que son muy interesantes de comentar, porque representan distintas formas de reaccionar a la afirmación de Antonio Caño y, por lo tanto, diferentes maneras de ver lo que es el periodismo y cuál es la función de los medios de comunicación.
Así que, si os parece, hoy en esta sección vamos a analizar las distintas posturas que han expresado muchos periodistas desde que ayer el ex director de El País confesó con total sinceridad que, efectivamente, son un actor político que trató (y que trata) de influir en el desarrollo del proceso democrático en España.
Hay un primer grupo de opiniones de periodistas que, aunque con matices, coinciden en una idea esencial: lo que Antonio Caño dice que hacía al frente de El País "no es periodismo", sino algo diferente. Os leo cuatro ejemplos de esta posición: Antonio Maestre: "Antonio Caño, te has dejado la parte de promocionar a Ciudadanos. Pero está bien que reconozcas que no te dedicabas al periodismo".
Marta Monforte, de Infolibre, dice: "Esto pasa en otras muchas cabeceras cuyo objetivo no es informar, es influir mediante la manipulación o la mentira. Y le podrán llamar así pero está muy lejos de ser periodismo".
Idafe Martín, que escribe para Clarín, Niusdiario y El Tiempo: "Caño reconoce que no sabe cuál es la labor de un periódico. Ahora le falta reconocer que insultar desde un editorial es de persona sin argumentos. Yo volví a suscribirme cuando él, Alandete & co se fueron".
Zigor Aldama, corresponsal durante más de 20 años en Asia que ahora escribe para El Correo: "Esto no es periodismo. El periodismo no va de evitar pactos políticos. Y por eso este señor hizo lo que hizo con el periódico que dirigió".
En el fondo implica concluir que, si un contenido periodístico tiene una determinada línea editorial, es decir, un enfoque que se posiciona políticamente (porque eso es una línea editorial), entonces no es periodismo.
Esto es como: entiendo que muchos sientan la necesidad, casi de autodefensa de su trabajo, de separar el significante "periodismo" de lo que representa gente como Antonio Caño. Pero quizá es más realista asumir que el poder mediático es un actor político. Y que hay que hacerse cargo de esa función que ejercen los medios de comunicación, reconocer que todos siguen una determinada línea editorial y no tratar de esconderla bajo una visión naif del periodismo como algo objetivo, neutral y sin ninguna carga política.
Porque precisamente es ahí, creo yo, donde empieza la manipulación: en la voluntad de hacer pasar lo que siempre es una perspectiva ideológica y política de ver y de contar lo que sucede por algo objetivo, imparcial y no-político.
Hay otro elemento de este planteamiento que también está en esos tuits, en especial en el que os leía de una periodista de Infolibre, que decía: "Esto que dice Antonio Caño pasa en otras muchas cabeceras cuyo objetivo no es informar, es influir mediante la manipulación o la mentira". A mí me parece que lo que se dice ahí al fin y al cabo es que hay dos tipos de medios: los que tienen como objetivo "informar", y los que tienen como objetivo "influir".
Como para decir: "lo que nosotros hacemos es informar, no como esos que quieren intervenir en política". Y es como ¿seguro? ¿Seguro que hay medios que no buscan influir?
Hay un segundo grupo de periodistas que han reaccionado a la confesión de Antonio Caño en una línea que yo calificaría como un poco cínica. Viene a decir algo así como: "pues claro que eso es así, todos lo sabemos, pero hombre, no lo reconozcas públicamente". Os leo dos tuits que creo que representan esa posición. Raquel Marcos, respondiendo al tuit de Caño: "Pero Antonio, con estas cosas le das la razón a Iglesias y su teoría de la derecha mediática".
Uno más. Ramón Lobo respondió al tuit de Caño diciendo: "No recuerdo un suicidio profesional tan rotundo y espectacular como el de un ex director de El País que saltó del oficio de informar al de manipular y mentir, y encima lo reconoce". Un usuario le respondió a Ramón Lobo: "Ramón, te sigo por tu trabajo y porque se nota que amas el periodismo y su concepto, aunque seas merengue. Pero honestamente, esto que ha dicho, es algo sabido por todos los que tienen los ojos abiertos. Existen MUY pocos medios que de verdad no te inculquen su ideología". Y Ramón Lobo le contesta: "¡Pero reconocerlo!". Como diciendo: sí, claro, sabemos que es así, pero no lo admitas públicamente, hombre, que queda un poco feo.
Hay un tercer grupo de reacciones de periodistas que sí ven la afirmación de Antonio Caño como un reconocimiento de una realidad y por lo tanto como un ejercicio que en cierto modo hay que saludar, en la medida en la que es decir la verdad.
Emilio Silva: "Hay que agradecer ejercicios de transparencia como este". Antonio Naranjo, un periodista de derechas, colaborador habitual de Carlos Herrera en la COPE. Dice: "Un posicionamiento editorial claro, público y argumentado es cualquier cosa menos una intentona de nada: se llama libertad de expresión y de opinión. Y todo lo que advertía El País en aquellos momentos se ha cumplido".
Dos tuits más que también contienen esa posición que ve en las palabras de Antonio Caño un reconocimiento de la verdad. Olga Rodríguez, que está hoy aquí en La Base, así que igual luego lo podemos comentar. Dice Olga, citando el tuit de Caño: "Pero luego algunos se ofenden cuando se dice lo obvio: que desde el periodismo se intenta influir en la política. Y, demasiado a menudo, no precisamente a favor de más bienestar, derechos y libertades para la mayoría. Ni de la paz".
El otro tuit es de otro periodista que también está hoy con nosotros, Miquel Ramos. Dice sobre el tuit de Caño: "Este es el "periodismo activista" que está mejor visto que aquél que critica al sistema". Es decir, asume, que el periodismo efectivamente siempre tiene una intencionalidad política, tanto el que hacía Caño en El País como el que pueda hacer él mismo, el propio Miquel.
Pero que a uno de ellos, el que es crítico con el sistema, se lo tacha de "activista" y se pone de manifiesto su carácter político como para despreciarlo, para desaprobarlo, para presentarlo como algo que en realidad no es verdadero periodismo; mientras que al periodismo que es complaciente con los intereses de las elites y del poder, como el que hace Caño, a ese sí, lo llamamos "periodismo", le damos premios de organizaciones gremiales y corporativas y lo disfrazamos de algo genuino, puro, serio y neutral.
Acabo ya con dos opiniones más que ponen el foco en los efectos políticos de los medios de comunicación y en algo que también apuntaba el tuit de Olga Rodríguez: el dominio conservador del poder mediático. Javier Aroca: "Y aún no se explica el PSOE qué le ha pasado en Andalucía". Gerardo Tecé: "Fue director de El País. Hoy ya no lo es, así que cuenta alegremente cómo su periódico intentó que lo votado en las urnas no valiese. Todos los medios intentan influir. Pero cuando todos los grandes lo hacen en la misma dirección la democracia está trucada".
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