Un año de la votación que salvó a Yolanda Díaz y acuñó el dicho de "marcarse un Alberto Casero"
Un error del diputado popular al votar telemáticamente permitió la convalidación del nuevo marco de relaciones laborales. Desde entonces, la herida abierta entre la vicepresidenta segunda y Gabriel Rufián sigue sin curar mientras que el PP ha premiado el transfuguismo de los dos ex diputados de UPN con su reciente fichaje.
Pilar Araque Conde
Madrid--Actualizado a
Lo que ocurrió hace ahora justo un año no estaba en ninguna quiniela. Y no será por los diferentes escenarios que se plantearon días y horas antes de aquel suceso. La votación de la reforma laboral, una de las medidas clave de la legislatura impulsada por el Gobierno de coalición, más concretamente por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tras un acuerdo con los agentes sociales (los sindicatos y la patronal), todavía colea en los pasillos del Congreso.
Yolanda Díaz no fue la principal protagonista de aquella jornada. Tampoco la inusual mayoría que amparó el decreto-ley, aprobado un mes antes por el Consejo de Ministros, compuesta por hasta diez formaciones políticas (incluido Cs), pero sin los socios habituales del Gobierno (ERC, PNV y EH Bildu votaron en contra).
El foco tampoco estuvo, o quizás no como debería, sobre los diputados que por aquel entonces representaban a UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero. Y es que, ambos parlamentarios consumaron lo que esa misma mañana deslizaron en declaraciones a los medios. Molestos por la decisión de la dirección de su partido de respaldar la reforma laboral, después de alcanzar un acuerdo el día antes con el PSOE, Sayas y Adanero rompieron la disciplina de voto y rechazaron la medida.
Estos dos noes hacían inclinar la balanza hacia la derogación de la norma. Pese a todo, el contador de los votos reflejaba más síes que noes. En este clima de desconcierto, la propia presidenta del Congreso, Meritxell Batet, echó más leña al equivocarse a la hora de pronunciar el dictamen de las votaciones. "Sí: 166 más nueve votos emitidos telemáticamente. No 169 más cinco votos emitidos telemáticamente. Ninguna abstención. Por lo tanto, queda derogado el real decreto ley".
Durante 40 segundos, la reforma estuvo verbalmente derogada. La caras de incredulidad de Yolanda Díaz o la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, pero también del resto de ministros presentes, los diputados socialistas, morados, de Cs... contrastaban con la templanza del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que pedía calma. Por su parte, la bancada de la derecha, la ultraderecha y los dos diputados tránsfugas estallaron de euforia al creer que la reforma laboral había caído.
Finalmente, tras esos segundos de infarto, los letrados de la cámara advirtieron a Batet de su error. Y esta vez sí, declaró convalidada la reforma laboral por solo un escaño: 175 síes frente a 174 noes. A partir de ese momento, la propia medida pasó a un segundo plano entre abrazos del presidente del Gobierno con las vicepresidentas, y los aplausos y gestos de cariño especialmente de los representantes del PSOE y Unidas Podemos.
El nombre de Alberto Casero irrumpe en el escenario político
Pronto, el nombre de Alberto Casero copó las conversaciones informales entre periodistas y diputados a la salida del hemiciclo. El diputado del PP por Cáceres, al que una gastroenteritis le impidió asistir físicamente al pleno de ese jueves 3 de febrero, se equivocó al votar telemáticamente. Cabe destacar que, además de la reforma laboral, los diputados tuvieron que votar otras muchas iniciativas.
Pese a la plantilla de las votaciones facilitadas por el Congreso a sus señorías, las las directrices de su grupo sobre el sentido de las mismas, y al doble sistema de verificación del voto telemático, Casero votó a favor de la convalidación de la reforma y en contra de su tramitación como proyecto de ley, justo al contrario de la consigna de su partido.
Al percatarse de su equivocación, y antes de que comenzara la votación presencial, este diputado comunicó el error a su grupo. Entonces, la portavoz del PP, Cuca Gamarra, el número dos del partido por aquel entonces, Teodoro García Egea, y Guillermo Mariscal, informaron Batet de que ha habido "un error del sistema", pero la presidenta del Congreso declinó un nuevo intento por parte de este al constatar con los letrados que no se había producido ningún fallo al emitir el voto.
El enfado de los representantes populares traspasó las paredes del hemiciclo a pesar de que varios diputados de este grupo reconocieron que su compañero de filas "se había equivocado". Más tarde, el PP (acompañado por Vox) viró su discurso: del error informático al "fraude democrático", acusando a Batet de "pucherazo" y "tongo". Días después, un informe de los letrados de la cámara confirmó que el voto de Casero en la reforma laboral se desarrolló "conforme al procedimiento", pero el PP, Vox y el propio Casero dieron un paso más y recurrieron ante el Constitucional dicha votación.
Ahora, estos recursos forman parte de las tareas que el nuevo Tribunal Constitucional tiene pendiente de resolver, unos asuntos para los que el magistrado del tribunal de garantías y exministro de Justicia, Juan Carlos Campo, ha pedido abstenerse por su relación sentimental con la presidenta del Congreso.
Huelga decir que el diputado popular, imputado por presuntos delitos de prevaricación y malversación cuando era alcalde de Trujillo (Cáceres), ya ha hablado públicamente de sus "errores" en esta y otras votaciones (apoyó investigar las cloacas durante el Gobierno de Rajoy). Un año después, fuentes cercanas a Casero señalan a Público que el parlamentario recuerda la votación de la reforma laboral como uno de los días "más tensos de su vida". "Se sintió abrumado al darse cuenta de las consecuencias de su error. Es consciente de que esto quedará siempre. Lo lleva lo mejor que puede", añaden estas fuentes.
La sombra de una hipotética dimisión de Yolanda Díaz
De no haber sido protagonista este parlamentario por su error, la probabilidad de que lo hubiera sido Yolanda Díaz sería muy alta. La política gallega habló así en el programa de Salvados sobre una hipotética dimisión si no hubiera prosperado su reforma laboral: "Iba a tomar las decisiones que fueran precisas, lógicamente por pura coherencia. Yo soy una demócrata y creo que cuando se dice con alegría que esta norma no podía decaer, cuando la norma fue muy delicada y compleja, y tiene demasiados equilibrios, pues en fin, pero ya está".
Al margen de su habitual ambigüedad, confesó que antes de la votación ya había tomado una decisión que, incluso, había trasladado a su equipo si finalmente caía el decreto. En cualquier caso, esto no sucedió: "Hoy la norma está en vigor y eso es lo importante", añadió en una entrevista con el periodista Gonzo.
La reforma continuó adelante, y sus efectos positivos han sido avalados por los datos durante estos meses, pero la herida abierta en las relaciones entre Yolanda Díaz y el portavoz de ERC en la Cámara Baja, Gabriel Rufián, a cuenta de las tensas negociaciones aún perduran. Aunque ambos niegan en privado que su relación sea "mala", esto contrasta con la buena sintonía mostrada antes de las conversaciones en torno a esta norma. Además, son muchas las referencias irónicas que el diputado republicano dedica a Yolanda Díaz desde la tribuna, la sala de prensa del Congreso y su cuenta de Twitter.
Lo que también perdura en la Cámara Baja, antes de cada votación ajustada, son las referencias al error de Casero de hace un año. Tanto es así que la expresión "marcarse un Alberto Casero" sale de vez en cuando de la boca de algún diputado. El propio Rufián, de hecho, aconsejó a Sánchez pedirle "el teléfono a Alberto Casero" ante el no de su formación al primer decreto anticrisis.
En cuanto a los dos tránsfugas, UPN les suspendió de militancia durante dos años y medio, pero estos se resistieron a dejar su escaño en el Congreso y continúan como diputados no adscritos. Un año después, el tiempo ha dado la razón a quienes les auguraron un puesto en las filas del PP a cambio de ir en contra de lo dictado por su partido, ya que ambos han sido fichados por los de Feijóo. De hecho, García Adanero será el candidato de esta formación a la Alcaldía de Pamplona por, entre otras cuestiones, "la defensa de los valores constitucionales en Navarra".
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