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Carnaval de CádizEl año que Franco prohibió el carnaval en Cádiz y nada volvió a ser lo mismo hasta 1977
La dictadura prohibió la celebración de este carnaval, transformó su contenido y censuró las chirigotas polémicas.
María Serrano
-Actualizado a
La leyenda cuenta que fueron agrupaciones completas las que quedaron silenciadas a punta de fusil y todos sus componentes pasaron por el paredón. "Son leyendas orales de las que no se tiene constancia, pero que muchos mayores narran. Cómo el carnaval de Cádiz ya nunca más fue carnaval hasta casi el año 77 prácticamente", recuerda Santiago Moreno, investigador sobre aquellos años de silencio a Público. Recientemente ha publicado el libro Las coplas del Carnaval de Cádiz durante la Segunda República (1932-1936), publicado por la Universidad de Cádiz
En plena Guerra Civil se paró toda actividad de comparsas y pasodobles. Habían sido cientos de vecinos asesinados en aquel primer otoño de terror caliente. También desaparecidos. "Hasta finales de los años cuarenta no vimos chirigotas en el Teatro Falla, cuando empezó el famoso concurso que se remonta hasta hoy". Sin embargo, las letras y cantes era anodinos, pasados por una censura férrea que no dio luz ni vida a esta fiesta alegre hasta el inicio de la Transición.
Koki Sánchez lleva desde 1985 activa en el carnaval y recuerda a Público como aquellos años sin libertad podrían ser un pequeño espejismo de este tiempo en pandemia. "En mi cabeza parece que lo vivo en paralelo. Si estuviésemos en carnavales habría pregón, se escucharían chirigotas en la calle, jaleo de vecinos. Pero los más mayores no olvidan que esta sensación es extraña, como la que se vivió en aquellos años sin libertad y sabemos que no es igual pero el silencio es el mismo de una fiesta tan importante en Cádiz". En los años 60 cuando era muy niña "el Carnaval de Franco no era Carnaval sino que se conocían como Fiestas Típicas". Tardaron décadas en volver la burla y la crítica social a las letras. Solo estaba permitido el chascarrillo popular y el doble sentido en las comparsas.
Chirigoteros y autores de comparsas represaliados al inicio del golpe
No se conoce a ciencia cierta un censo de aquellos vecinos que fueron represaliados por sus letras o vinculados al Carnaval en los años de la Segunda República, aunque se conocen algunos nombres como el de Guillermo Crespillo y Manuel Peña Warletta, que vivían en los años treinta en el barrio obrero de San José y desaparecieron el 2 de agosto de 1936 arrojados en la antigua plaza de las viudas. Tenían orificios de bala de entrada y salida en el cráneo y sus cuerpos fueron abandonados en plena calle. Una demostración pública de que nada podía vencer a aquel régimen.
"Es curioso que de ninguno de ellos se conociera su filiación política pero sí una vinculación al Carnaval". Guillermo Crespillo fue director de una chirigota muy crítica en aquellos años como fue El frailazo y el tragabuches". Crespillo tuvo mucha discrepancia con aquella derecha por sacar adelante una letra burlesca en contra de la Iglesia y que no dudaba incluso en hablar de sucesos como los de Casas Viejas, "Fueron pastos de las llamas hombres, niños inocentes, no respetaban a nadie, allí se sembró la muerte".
A pesar de que eran años de libertad y República, los carnavaleros pedían permiso al Gobierno Civil para salir con sus murgas, ya que la indignación provocada por grupos derechistas como Peman o Carranza no permitieron que la broma continuara en la calle, como el caso de la chirigota del Fraile, a la que el mismo gobierno republicano les prohibió incluso el disfraz de monjes para no hacer más saña, como salió periódicos conservadores como La información y Acción Ciudadana. Manuel Peña Warletta fue asesinado junto a Crespillo sin saber a día de hoy el por qué. Se conoce que tenía a dos de sus hijos en el grupo, Manuel y Emilio. Un motivo que pudo llevar a la derecha para dar un escarmiento.
A día de hoy se conservan los informes militares de Warletta y Crespillo. "Se conoce los orificios de entrada y salida y la posición de los cuerpos que hace pensar que fueron asesinados de rodillas y probablemente por la misma persona". Joaquín Naranjo fue otro de los que formaban parte de las conocidas murgas de Puerta tierra. Nunca llegaron a entrar en prisión a pesar de que consta su ingreso el 11 de enero de 1937. Desapareció antes de llegar al Penal del Puerto de Santa María quince días más tarde. Su cuerpo también apareció tiroteado en los fosos de Puerta de Tierra a la mañana siguiente.
Juan Ragel es otros de los casos de autores del Carnaval desaparecidos, del que se recuerda su coro de ‘Los Faquires’. Con sus pasodobles y tangos buscaba conseguir mejoras para la clase proletaria, pero todo quedo roto a raíz del golpe. También sus letras. "Humilde y francamente, quiero exponerle a la clase proletaria en el concepto que me merece. Los reconozco a todos sin distinción considero como hermano a todo trabajador". Ragel era conocido "alborotador y sindicalista" y fue detenido e ingresado en la prisión provincial de Cádiz el 31 de octubre de 1936. Dos meses después fue conducido al Penal del Puerto de Santa María, sin saber nunca más sobre su paradero.
"En 1937 eran tantas las muertes que había sembrado la guerra que la misma población sumida ya en el miedo no reconocía hacer una fiesta similar. Además muchos de aquellos chirigoteros habían huido o estaban alistados en el Frente". Las autoridades franquistas prohibían en zona sublevada la fiesta y en febrero de 1940 la prohibición se extiende a toda España. "Comienza una década donde está totalmente prohibido entornar una comparsa y cualquier cante. Cuando llegaban las fechas la gente se ocultaba en los bares a corear a alguna letra pero no se conocen agrupaciones de aquellos años", destaca Moreno.
Cuando el Carnaval en Cádiz eran "fiestas típicas" en el franquismo
A final de los años 40 la fiesta se recupera un "pseudocarnaval" del que no se podía decir ni el nombre. "Todas las letras tenían que pasar una durísima censura, el publico no podía disfrazarse", aclara Moreno sobre aquellos años del inicio del concurso de coros en el Teatro Falla de la ciudad.
En los carteles se observa el nombre de "fiestas típicas" y agrupaciones que tenían que mandar a la censura un croquis de cómo iban a ir vestidos. "Se dibujaba el disfraz, se decía el autor de las letras y cómo iban a ir colocados". De aquellos dibujos se conservan algunos como el del ‘Manco y su gurripato’ de 1956 o el de Las viudas de los viejos del 55, que no pudieron cantar vestidas, ya que la censura lo prohibió en último momento, pero en las fiestas privadas de la alta sociedad sí se les permitió.
"En aquellos años de tanta dificultades los chirigoteros se maquillaban con carbón y sus disfraces eran simples sacos de arpillera". De la tradición oral ha llegado la historia de que aquella agrupación cuando salió en la cabalgata se veían los saltos que daban o de las chinches que traía el saco. Moreno recuerda como "al llegar de nuevo al ayuntamiento, se pidió que los fumigarán antes de salir de la carroza".
La vuelta al Carnaval libre con chirigotas como ‘los golfos’
Luis Ripoll fue uno de aquellos comparsistas que vio en los años 70 como se abrían camino la libertad en aquellas letras. "Al principio se le cantaba a la reina de las fiestas porque la censura estaba ahí siempre pendiente hasta ya muerto el dictador".
Con su comparsa, "Carrusel de colores" Ripoll llegó al Falla con muchas frases suprimidas de su folleto. "Si las letras tenían tachaduras la imprenta no te daba opción de sacarlo en papel, solo cantarlas de memoria y arriesgarte a lo que pudiera pasar", declara.
"La policía estaba por los camerinos y desde el público a más de uno se le cambiaba la cara". En el 78 sacaría el repertorio de ‘Los golfos’ y recuerda como fueron incluso contratados para cantar en el casino militar sin poder hacer nada ante la rebeldía de aquellas primeras letras en democracia.
Koki sabe que no es lo mismo un año sin Carnaval, pero desde las redes hacen pequeños pregones y se quitan "el mono" de un año demasiado raro para salir a la calle que nunca será igual que aquellos años de carnaval silenciado.
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