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Ana Pontón: una veterana de la política gallega en busca de 'avelaíñas' blancas

Nacida en la aldea gallega de Airexe, la actual portavoz del BNG empezó su militancia política a los 16 años y el próximo 18 de febrero podría convertirse en la primera mujer presidenta de la Xunta de Galicia.

Ana Pontón posa en el Parlamento de Galicia, a 18 de enero de 2014, en Santiago de Compostela.
Ana Pontón posa en el Parlamento de Galicia, a 18 de enero de 2014, en Santiago de Compostela. Álvaro Ballesteros / EP

Decíamos del actual presidente de la Xunta de Galicia que había llegado al puesto sin pasar por las urnas porque este vaise y aquel vaise, e todos, todos se van. El poema-vaticinio de Rosalía de Castro continúa así: Galicia, sin homes quedas que te poidan traballar. No se preocupen: por si acaso, aquí estamos las mujeres. Y más les vale a algunos (esto no es un masculino genérico) que el poder de adivinación de la escritora sea mera coincidencia, porque una de las que espera pacientemente en el banquillo es la líder de la oposición en el Parlamento gallego: Ana Pontón.

Pontón nació en su casa familiar de la aldea de Airexe (Sarria) en 1977. Para algunas juezas eso podría considerarse la "Galicia profunda", pero más parece el inicio de la novela gallega más reeditada y traducida de
la historia, Memorias dun(ha) neno(a) labrego(a): "Yo soy Belén". Una chica de aldea. Como quien dice, una nadie. Y es que en su DNI aparece Ana Belén, y por su segundo nombre la llaman en la familia.

La obra inaugural de la literatura infantil y juvenil en Galicia fue escrita a finales de los 60 en Buenos Aires. Xosé Neira Vilas, su autor, trabajaba en aquella época en una empresa de importación de madera en la que hacía gestiones bancarias. Después de terminar su jornada laboral se iba al café La Vieja Viena y escribía. En tres meses estaba terminada, aunque no se publicó en su tierra natal hasta 1968.

No sabemos si Pontón cosechará tanto éxito el próximo 18 de febrero, pero sí que para llegar donde está ahora ha tenido que esperar mucho más de lo que lo hizo Neira Vilas para ver su libro publicado en Galicia.
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, comenzó su militancia política con tan solo 16 años al afiliarse a Galiza Nova, las juventudes del Bloque Nacionalista Galego.

Con 18 se marchó a estudiar a Santiago de Compostela, en donde participó en los Comités Abertos de Facultade (CAF), organización estudiantil de la que llegó a ser representante en la junta de la Facultad de Ciencias Políticas y en el claustro universitario.

En 2004, y tras haber pasado por la secretaría de organización de Galiza Nova y ser miembro de su dirección nacional y de su comisión permanente, Pontón aterrizó en el Parlamento de Galicia como diputada. Y ahí sigue. Precisamente esto es lo que más le afean sus rivales: que lleva toda la vida siendo parlamentaria, cuando en los últimos años se ponía de moda medir la decencia de la casta política en términos de quién estaba de paso y quién no. Hay quien prefiere llamarlo veteranía.

En otra aldea de Sarria, Ortoá, nació también la poeta Xela Arias, a quien se homenajeó en las Letras Galegas del año 2021. Fue la quinta mujer a la que se le dedicó este día desde 1963, pero eso es otro tema. O no: el feminismo siempre ha estado presente en Pontón y la primera en acercárselo fue su abuela. Le inculcó que las mujeres ni éramos menos ni trabajábamos menos, más bien al contrario.

Sus palabras tuvieron eco en la nieta: la primera mujer que podría presidir la Xunta de Galicia también fue la primera en liderar su partido, aunque no resultase una tarea fácil. En las elecciones al Parlamento de Galicia de 2009, tras el bipartito, el BNG obtuvo los peores resultados desde 1989, lo que provocó que el exvicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, y los otros miembros de la directiva presentasen su dimisión.

En las de 2012 la caída se agudizó, pasando de 12 a siete diputados. En esos comicios, las diferentes corrientes del partido ya habían iniciado la guerra interna y varias se habían escindido. Crearon Anova y con la coalición Alternativa Galega de Esquerdas, en la que estaban Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz, consiguieron nueve escaños. Vencerse é cousa de se tratar, que diría la vecina de Pontón, Xela Arias. Luego llegaron las Mareas y el partido nacionalista estuvo a punto de desaparecer. En otras palabras: el BNG estaba tan confuso que se hirió a sí mismo.

En esa vorágine, Pontón fue momentáneamente portavoz en el Parlamento en 2012. Pensó en dejar la política, vista la situación de su partido, pero lo que finalmente hizo fue coger el timón de la nave en 2016, tras las elecciones en las que consiguieron seis escaños frente a los 14 de En Marea.

Cuando se le pregunta por qué, afirma que precisamente porque es mujer: "Si hubiera sido hombre, probablemente no habría dado el paso. Pero soy mujer, y las mujeres sabemos que, cuando tenemos una oportunidad, no podemos desaprovecharla, porque es probable que no volvamos a tenerla". Por ser mujer tuvo que aguantar que Feijóo le dijese en 2018 que "estaba muy necesitada".

Su abuela ya se lo había advertido. La nieta perseveró. Cuatro años después, el BNG obtenía los mejores resultados de su historia, sobrepasando al PSdeG y convirtiéndose en el partido líder de la oposición.

A parte del feminismo, en su infancia también conoció la subordinación del gallego. Se dio cuenta de que algunos consideraban su lingua de segunda, puesto que servía para hablar en casa y entre la gente de la aldea, pero no para dar misa, por ejemplo. "Gobernar bajo la subordinación a Madrid tampoco es bueno", afirma, y el Bloque hace gala de ello: "En los últimos 40 años, Galicia ha tenido seis presidentes, todos hombres y todos de fuerzas estatales". A ella nadie le va a decir desde fuera lo que tiene que hacer aquí.

En el ámbito privado, Ana Pontón tiene una hija y le gusta pasear por el comercio local de su barrio compostelano. Es aficionada al yoga y el pasado Día del Libro recomendó Avelaíñas eléctricas, de la joven Sica Romero. Las avelaíñas (mariposas nocturnas) son símbolo de superstición en la tradición gallega: blancas para presagios positivos, negras para los negativos.

Visto el éxito de la sarriana, las suyas deben de ser de las primeras: su partido vive el mejor momento de sus 40 años de historia gracias a la elegida para unirlos y gobernarlos a todos (y todas). Incluso ha firmado la paz con Anova este enero.

Está por ver si el influjo del anillo de Sauron llega también a los gallegos y gallegas, convirtiéndola así en la primera presidenta de la Xunta de Galicia. De momento, las cifras prometen: las encuestas ponen ya en duda una nueva mayoría absoluta al PP y en las municipales del pasado 28 de mayo, el BNG y el PSdeG, sin contar a ningún otro partido del espectro de izquierdas, sumaron casi un 20% más de votos, en contra de lo que pasó en el resto del Estado. Veremos si las avelaíñas de Pontón siguen siendo blancas el 18 de febrero.

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