Jorge Moruno es sociólogo y autor del blog larevueltadelasneuronas.com
Valle-Inclán fue posiblemente el autor que mejor supo captar y expresar toda la esencia de lo rancio y atrasado que arrastra la idea oficial de España. Valle-Inclán hablaba de 'esperpento' para definir los contrastes sociales, políticos y culturales que vivía España en su tiempo, a principios del siglo XX. El esperpento es ante todo una deformación grotesca de la realidad y de las palabras para definir esa realidad, y al igual que el reflejo de una persona cambia cuando se mira en un espejo cóncavo, nuestras historias pasadas y sus lecturas presentes se ven igualmente trastocadas por completo por ese mismo espejo.
Un año más de recortes y de destrucción de todo lo que se había construido pensando en el común de la gente y no en el beneficio de unos pocos; sanidad, educación, investigación, bomberos, TV pública y un largo etcétera que les debe parecer un exceso de comunismo y por lo tanto, culpables directos de las consecuencias ocasionadas por un régimen financiero que apuesta a la ruleta con nuestras vidas. Quizá gestionan el expolio para defender nuestra 'libertad' como decía el ultraliberal y premio Nobel Milton Friedman; la única libertad que según Adam Smith debía defender el Estado, 'la defensa de los ricos contra los pobres'. En esto la escuela de economía austríaca y la neoclásica no discuten, por eso Hayek -y Álvaro Pombo-, veía necesaria la dictadura chilena de Pinochet como periodo de transición de cara a tomar el sendero correcto.
Tenemos una ministra de trabajo que pone todas sus esperanzas en la creación de empleo -de mierda claro-, rezando a la virgen del Rocío; para ello, cuenta con el apoyo incondicional del tándem Cospedal-Santamaría y sus mantillas oscuras en el Vaticano. Impone una reforma laboral que con tal de no imaginarse plantear el reparto del trabajo y la riqueza, hace lo que sea, para facilitar el despido, esclavizar -flexibilizar condiciones- en el empleo e igualar por abajo la distancia entre temporales y fijos. Como dice nuestro ministro de economía Luis De Guindos, el mismo que llega a ministro justo después de ser el responsable en España de Lehman Brothers, 'hay que domesticar al mercado laboral'. Es decir, a nosotros y nosotras, porque según él estamos asalvajados y no somos todo lo mansos que deberíamos ser con la voracidad de los mercados. Hay que ver estos liberales, que como Esperanza Aguirre llevan toda la vida chupando de la teta de lo público y traficando con sus servicios para convencernos de lo necesario que es privatizarlos. Coherentemente, la FAES recibe medio millón de euros de dinero público para poder denunciar que deben desaparecer las subvenciones públicas; a todos menos a ellos, claro.
Ignacio Wert, es un infiltrado de las escuelas de negocio que no se contenta con mercantilizar toda la educación, además quiere españolizar a los niños catalanes en una ciudad como Barcelona donde puedes hacer toda tu vida en castellano, pero no así en catalán. ¿Y qué decir de nuestro Ministro Gallardón? estas feminazis se le tiran al cuello cuando él lo único que quiere, es que poder decidir si se quiere abortar o no, no suponga un impedimento para las mujeres empleadas que deseen ser madres. No es la precariedad, no es la temporalidad y la falta de tiempo e ingresos, no, es el derecho a decidir lo que impide el libre desarrollo de cada mujer en esta materia. Le hacemos pagar a la gente por la justicia para salir del 'antiguo régimen', pero indultamos torturadores apelando a una ley de 1870. Esperpento. En esta democracia sin demócratas, con personajes de la talla de Cifuentes, Fernández y Puig, los y las valientes que se atreven a serlo, reciben cambios en el código penal, palos, criminalización, pérdidas de ojos y secuestros infames como el de Alfonso, que lleva más de un mes encerrado por acudir a un piquete el 14N y defender los derechos de todos y todas.
Pero menos mal que contamos en nuestras filas con verdaderos patriotas, insignias de la marca España como el arquitecto Calatrava, beneficiario directo de la burbuja inmobiliaria que traslada su fiscalidad a Suiza para no pagar lo poco que le hacen pagar aquí. Díaz Ferrán, el del kilo de oro en su casa, es un emblema del empresariado español, todo un prócer, el James Bond de los especuladores, el primer emprendedor. Una manzana podrida, nada de lo que preocuparse, es más importante acosar al SAT y a Gordillo por impedir que se pudran las manzanas en las grandes superficies. Al rey no le deja dormir el paro juvenil mientras se va a cazar elefantes y a su yerno le destapan asuntos muy turbios. Aquí no pasa nada, somos la hostia, los ganadores del mundial desgravan las primas recibidas, la secretaria de investigación asegura que nos sobran científicos y la de inmigración deja claro que los jóvenes exiliados para buscarse la vida, lo hacen porque son unos aventureros y les va el cachondeo. ¿Y Rajoy? ¿Ese quién es? casi ni se le ve.
Nuestro esperpento es como el anuncio navideño de Campofrío donde conviven los yayoflautas y las desahuciadas con los aeropuertos sin aviones, y bailamos todos juntos porque compartimos una misma forma de disfrutar la vida. Su ideología, su moralina contrasta con la realidad: Campofrío anuncia 1800 despidos y nos muestra en el anuncio a una población servil y sumisa, que le envía al FMI, al Banco Mundial y a Merkel los mejores productos Campofrío, chorizo, salchichón y jamón. Su pensamiento positivo es como la felicidad que proyecta Coca-cola, un regalo envenenado. Tenemos que independizarnos de la deudocracia y estos terratenientes postmodernos para poder construir democracia. Ya va siendo hora de cambiar nuestro relato, de minimizar el esperpento y maximizar la inteligencia. Continuar dando vueltas hasta que nuestras trompetas consigan derribar sus murallas, pues poco importa que se escondan y atrincheren detrás de las vallas. Seguir desobedeciendo a su lógica pensada para el 1% es la vía para abrir un vacío en su falso consenso, un tiempo muerto desde donde constituir otra política dirigida a las necesidades de las mayorías sociales. Cada lucha, cada protesta, no es particular, son distintas expresiones que responden a un único robo: deben ser conjugadas con el mismo verbo, con un relato político común que logre echar a este lumpen que nos gobierna y hunde al país regalándoselo a la banca alemana. Tenemos que empujar hasta que caigan y provocar el seismo de Jericó. Ese debe ser nuestro propósito para 2013: conseguir que la desobediencia masiva se funde en una comunidad política capaz de convertirse en el gobierno de los de abajo contra los de arriba. Porque autovalorización es liberación y liberación es garantía de constitución. Happy new fear.
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