Este artículo se publicó hace 9 años.
Tsipras, el 'demonio' de la mirada limpia
Desde que en 2012 apenas tuviera un 5% de influencia electoral, el líder de Syriza ha convertido al partido en la fuerza más votada en Grecia y en la mayor esperanza para poner fin a las políticas de austeridad
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“Voy a votar a Alexis Tsipras. No porque me vaya a llevar al paraíso. Confío en su discurso y en su mirada limpia. Tiene alma, pureza y fuerza”. Palabra de la señora Katsulis. El vídeo con la intervención de esta mujer en una tertulia política en la televisión griega ha dado la vuelta por todas las redes sociales. Su historia, como ella misma recordaba, es la historia de miles de sus conciudadanos, desesperados por la destrucción provocada por la crisis y las políticas de austeridad.
En apenas tres minutos la señora Katsulis dejaba en evidencia a los tertulianos, entre los que se encontraba un diputado de Nueva Democracia, partido conservador en el Gobierno. Hasta las elecciones de este domingo. "Se os acabó el chollo", les decía mientras anunciaba su voto por Alexis Tsipras, el líder de Syriza y el político llamado a liderar, desde Grecia, el cambio por una Europa “social y más justa”.
Tsipras tenía a a su favor
todas las encuestas y todo
un ejército de seguidores. 'Cool Alexis', le llaman
Tsipras (Atenas, 28 de julio de 1974) se ha convertido, con su victoria en los comicios de los que estaba pendiente medio continente, en el primer ministro griego más joven de la historia. El líder de Syriza tenía a su favor todas las encuestas y todo un ejército de seguidores. Cool Alexis le llaman. Muchos de ellos, entre los que hay que han llegado de diferentes países, le han arropado este domingo. Por el contrario, la batería de detractores también es numerosa. Y ruidosa.
La campaña del miedo lanzada durante la campaña electoral ha elevado a Tsipras a la categoría de, como poco, de demonio. Sus adversarios de la derecha y de buena parte de la prensa dicen que es el representante del mal absoluto, que convertirá Grecia "en una segunda Corea del Norte" con sus "políticas irresponsables". Tsipras, en tanto, se defiende: "No somos un peligro para la gente, sino para quienes han destrozado este país con sus Gobiernos", decía en el acto de cierre de campaña celebrado este jueves, donde estaban Pablo Iglesias, Cayo Lara o Ada Colau.
Tsipras, el pequeño de tres hermanos, nació cuatro días después de la caída de la Junta de los Coroneles, la dictadura militar que había estrangulado Grecia desde 1967. Quienes le conocen dicen de él que es perfeccionista hasta decir basta, que nunca levanta la voz más de la cuenta y que es muy trabajador, riguroso y frío. En sus discursos no suele mezclar muchas anécdotas. Sabe hacer las pausas adecuadas para los aplausos y, ataviado con sus vaqueros o traje sin corbata y camisa informal, sonríe, siempre sonríe.
Vive con su pareja y sus dos hijos en Kypseli, barrio que no figura en la mayoría de las guías de Atenas y hogar para un gran número de inmigrantes. Desde allí conduce su moto, una de sus pasiones, para enfrentarse a las caóticas calles de la capital griega. No está casado. Es ateo y no lo oculta, pero, consciente de la importancia y el poder que tiene la iglesia ortodoxa en el país, también se ha ocupado de hacer los guiños oportunos a los más religiosos.
Futbolero y seguidor del Panathinaikos, a los que intenta ir a ver siempre que puede cuando juegan en cada, emplea en algunas ocasiones símiles balompédicos para definir a su partido. "Somos como el Barça, jugamos con fantasía", ha dicho en alguna ocasión sobre el trabajo de Syriza. Y es que Tsipras, el más ferviente detractor de los acuerdos de Grecia con la troika, ha planteado estas elecciones bajo un prisma muy claro: "Tenemos en nuestras manos una oportunidad histórica para Grecia y para Europa. La oportunidad de aplastar los programas de austeridad".
Ingeniero civil de profesión, la popularidad del líder de Syriza se inició en 2012, cuando su partido, con una intención de voto que no pasaba del 5%, se convirtió en la segunda fuerza del país. Durante los siguientes dos años se lanzó, con un programa de rechazo del austericidio, a la conquista del electorado griego, que ha visto cómo su nivel de vida se ha hundido durante seis años de recesión y recortes. El nombramiento de Tsipras como candidato a la Presidencia de la Comisión por el partido de la Izquierda Europea para las europeas del pasado mes de mayo, donde Syriza se alzó como el partido más votado, le valió para potenciar su imagen fuera de las fronteras griegas.
En el despacho de Tsipras cuelgan varios retratos, Salvador Allende o el Che entre ellos
Ya desde su época escolar despuntó como líder en las protestas estudiantiles. Por aquel entonces militaba en las juventudes del Partido Comunista de Grecia (KKE), en coalición con otras formaciones de izquierda. Al escindirse el partido, Tsipras se unió a un conjunto de fuerzas ─socialistas, ecologistas, maoístas, trotskistas, eurocomunistas─ que en 2004 conformaron lo que empezaría a llamarse Coalición de la Izquierda Radical (Syriza).
En 2006 fue nombrado candidato a la Alcaldía de Atenas por la lista Ciudad Abierta. Quedó tercero, por detrás de los aspirantes de Nueva Democracia y PASOK. En 2008 ascendió a presidente de Synaspismós, principal componente de la coalición y desde donde consiguió aunar a todos los grupos en un sólo partido, Syriza.
En el despacho de Tsipras cuelgan varios retratos, Salvador Allende o el Che entre ellos. Uno de sus hijos, de hecho, se llama Ernesto. Formado en el comunismo, no esconde su posicionamiento político y, a pesar de los que airean el miedo al peligroso radical de izquierdas, Tsipras ha sabido ganarse la confianza de los miles de griegos que, como la señora Katsulis, viven en la desesperación.
El primer punto del programa electoral de Syriza habla de luchar contra la crisis humanitaria desatada por los recortes
El primer punto del programa electoral de Syriza habla de luchar contra la crisis humanitaria desatada por los recortes: la Sanidad griega está en estado crítico y, mientras, el desempleo no baja del 25%.
Tsipras apuesta por una reestructuración de la deuda, recuperar la economía mediante una "justicia fiscal" y, entre más asuntos, limpiar el sistema política de la influencia de la oligarquía. Propuestas que este domingo se han puesto a prueba en las urnas. Todos los focos buscaban al líder de la izquierda griega, el de la mirada limpia, el adalid del cambio. Y Tsipras, con su sonrisa impertérrita, respondía, como hace siempre que cierra un discurso: "Buena suerte y buena lucha".
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