Opinión
El valor del agua pública
Por Luis Babiano
Gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento
Durante gran parte de esta pandemia, el agua doméstica ha sido, junto al jabón, la principal vacuna disponible. El agua es fundamental para nuestra salud y lo es aún más en estos momentos para combatir la propagación del coronavirus. El agua es un derecho humano y la actual pandemia ha puesto en evidencia la necesidad de gestionar el agua en consecuencia, como un derecho.
En muchos municipios, detrás del agua de grifo que permite beber, que nos lavemos las manos, pongamos una lavadora o limpiemos nuestra vivienda, están los operadores públicos del agua, que mantienen toda una red de infraestructuras imprescindibles para que el agua de grifo continúe llegando a nuestros hogares pase lo que pase.
La emergencia sanitaria del coronavirus está afectando a prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana. Y en período de crisis, los valores colectivos de nuestros operadores públicos de agua, como son la solidaridad, la cohesión y la cooperación, toman toda su importancia y marcan la diferencia.
La crisis está provocando un hundimiento económico sin precedentes, lo que exige respuestas inéditas. Por eso, la mayoría de los operadores públicos decidimos, mucho antes que el gobierno central lo estableciera, suspender, con carácter inmediato, cualquier procedimiento de corte del suministro a nuestros usuarios. Operadores públicos como EMASESA en Sevilla y su área metropolitana, Palma (Emaya) Córdoba (Emacsa), Cádiz (Aguas de Cádiz), Valladolid (Aquavall) o Terrassa (Taigua), entre otros, han asignado cuantiosos fondos para paliar las dificultades económicas de familias, autónomos y pymes. Estos fondos han sido vitales para frenar la depresión económica y social de nuestras ciudades.
La Crisis Climática tiene una relación directa con las pandemias y debemos sacar lecciones para que nuevas pandemias no nos cojan por sorpresa. Por ello, necesitamos urgentemente un plan de gestión del agua, un plan que posibilite la inversión y que no deje a nadie atrás. Con motivo del Día Mundial del Agua, quiero resaltar el papel fundamental de la planificación para adelantarse a las futuras crisis del agua.
Es necesario que las ciudades dispongan planes participados por la ciudadanía con el fin de determinar las líneas esenciales sobre las que se trabajará a medio y largo plazo, y así definir sus desarrollos para mejorar el conjunto de tareas y responsabilidades relativas a los servicios de abastecimiento y saneamiento. Estas líneas esenciales avanzan hacia un objetivo común: una gestión sostenible del agua tanto desde el punto de vista ambiental como de la gestión de las infraestructuras, así logramos incrementar la eficiencia, reducir la huella hídrica y la huella de carbono de las actividades de mantenimiento del servicio.
EMASESA Metropolitana, sistema público que gestiona la ciudad de Sevilla y su área metropolitana, ha desarrollado planes de Emergencia Climática y Sequía a través de una importante experiencia de participación ciudadana en el marco de su Observatorio del Agua para llegar a una mayor integración con la sociedad, y, al mismo tiempo, convertirse en un referente de coherencia con los problemas actuales y futuros de la ciudad, EMASESA Metropolitana decidió dedicar importantes recursos humanos y económicos, no sólo para el desarrollo del mencionado plan, sino para la ejecución de las acciones y medidas que se prevé llevar a cabo para adaptarse con éxito a las circunstancias cambiantes de la crisis climática.
Otro caso emblemático en relación con la planificación es el de la ciudad de Cádiz por la importante involucración de la sociedad en la determinación de las líneas principales del Plan Estratégico de la Empresa Municipal Aguas de Cádiz. Actualmente, se ha iniciado una importante renovación de las infraestructuras hidráulicas gracias a la aprobación, en un primer momento, del canon de mejora de su plan estratégico, que fue, posteriormente aprobado por el Pleno del Ayuntamiento.
El Plan de Cádiz establece actuaciones hasta 2028 con un plan de inversiones que asciende a 62 millones de euros de los que 30 millones se recaudarán gracias a este canon de mejora y que serán destinados a actuaciones más urgentes o prioritarias. Con este presupuesto, se acometerán las obras hidráulicas necesarias para garantizar el suministro de agua y el saneamiento en condiciones óptimas, para la eliminación de problemas de inundaciones y malos olores, para dar buen servicio en condiciones de emergencia, para eliminar el riesgo de vertidos incontrolados al medio natural, para reducir la vulnerabilidad de las infraestructuras, para mejoras en control y gestión avanzadas y para establecer procedimientos de detección y control de pérdidas en la red de agua potable así como de sistemas avanzados de control de calidad del agua.
El consenso y la participación ciudadana deben ser los pilares de la gestión pública del agua. Ciudades como Valladolid, Terrrassa (Barcelona), Xavía (Alicante), Lucena (Córdoba) o los pueblos de Badajoz gestionados por Promedio, entre otros, están también avanzando en esta dirección. España se juega mucho en la transición ecológica que ahora debe iniciarse, porque es un país muy expuesto a la crisis climática y particularmente a la escasez de agua. La salida de la crisis originada por la pandemia tiene que ser sostenible y, ahora, gracias a los multimillonarios fondos europeos, el Gobierno puede paliar la falta de inversiones en el ciclo urbano del agua e impulsar un modelo de ciudad más amable. Hacerlo ayudará a salir antes y mejor de la recesión y el agua segura y pública es indudablemente una pieza clave de la capacidad de resiliencia de nuestro país para el futuro.
La gestión pública del agua contribuye a la creación de un nuevo modelo más verde y más humano. Los planes de recuperación deben contar con los municipios y, por supuesto, con sus operadores públicos de agua. Han demostrado tener la capacidad de innovación, la competencia tecnológica y la capacidad para generar empleo de calidad y equitativo, gestionar el agua como un bien común lo ha convertido en una auténtica palanca de desarrollo de nuestros pueblos y ciudades. De los Gobiernos, uno espera liderazgo, altura de miras y sentido común: que apoyen y se apoyen en los operadores públicos de agua porque están desde siempre al servicio de todas las personas.
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