Opinión
Putin y la ultraderecha
Por David Lerín Ibarra
Doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Profesor en la EMUI_ EuroMed University. Colaborador Honorífico en la UCM.
Desde hace unos días nos encontramos en algunos medios de comunicación un ataque intenso contra Podemos por su posición política crítica con el envío de armas a Ucrania y favorable a una salida negociada y diplomática de la guerra. Incluso una parte de estos medios vinculan dicho posicionamiento a una cercanía del partido morado con Vladimir Putin. Sin embargo, se esté o no de acuerdo con Podemos, lo cierto es que esta formación política ha condenado sin paliativos la invasión rusa del territorio ucraniano y políticamente nunca ha mostrado ninguna simpatía ideología hacia el mandatario ruso. Lo mismo puede decirse del espacio político referente de Podemos e Izquierda Unida en Europa, La Izquierda en el Parlamento Europeo - GUE/NGL. Quien sí ha mostrado una vinculación política y económica con el Kremlin, de forma clara y evidente, hasta el inicio de la guerra, han sido las formaciones políticas europeas de ultraderecha. Pienso sinceramente que la mayoría de medios de comunicación no han dedicado suficiente espacio a analizarlo. Veamos algunos casos que explican la estrecha relación que ha mantenido la derecha radical populista europea con el gobierno ruso, que también constata el Informe del Parlamento Europeo publicado el 25 de enero de 2022.
En Italia, Matteo Salvini, líder de La Liga y amigo de Putin, ha mostrado sin tapujos su cercanía ideológica hacia el dirigente ruso de diversas formas: luciendo camisetas con su imagen en respuesta a los “eurocretinos” o lanzando consignas para elogiarle: “Cambio a dos Mattarella por medio Putin”; “Le quiero como primer ministro de Italia”; o “Viva Trump, viva Putin, viva Le Pen y, modestamente, viva La Liga”. Pero, además de la simpatía política evidente, también existe una vinculación económica, el partido de Salvini ha estado investigado por una supuesta financiación rusa: el caso Metropol. El nombre alude al hotel donde se reunieron varios colaboradores suyos con hombres del Kremlin, para hablar durante más de una hora de la posible venta de 3 millones de toneladas de petróleo ruso a una empresa italiana, operación donde La Liga presuntamente se embolsaría una comisión de 65 millones de dólares, según las grabaciones publicadas por el portal de noticias Buzzfeed. Giorgia Meloni, la líder del otro partido italiano de ultraderecha, Hermanos de Italia, escribió en su libro “Io sono Giorgia. Le mie radici le mie idee” (“Soy Giorgia, mis raíces mis ideas") que el mandatario ruso encarnaba “los valores europeos y la libertad cristiana”.
En Francia, Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, que no condenó la anexión rusa de Crimea, ha tenido que destruir 1,2 millones de folletos impresos para la campaña electoral porque contenían una foto de la candidata presidencial junto a Putin. Y, al igual que Salvini, ha mostrado lazos económicos innegables con el gobierno ruso y con la banca rusa vinculada con él, de la que recibió 11 millones en 2014, año en que el partido de Le Pen consiguió ser primer fuerza política francesa en las elecciones europeas. El presidente de Reconquista, Éric Zemmour, nuevo líder de la ultraderecha francesa que se ha autodefinido como bonapartista y gaullista, “admiraba” a Putin como un verdadero “patriota” y comprendía sus preocupaciones por la aspiración de Ucrania de entrar en la OTAN.
En Alemania, vemos otra muestra evidente en Alternativa para Alemania (AfD) que ha mantenido relaciones estrechas con Rusia desde su fundación en 2013, manteniendo reuniones como la que tuvo lugar en Moscú, en diciembre de 2020, entre el copresidente de Alternativa para Alemania, Tino Chrupalla y el ministro de Exteriores alemán, Serguéi Lavrov. Incluso ya con la guerra en marcha, su posición es ambigua: el pasado 27 de febrero, el AfD fue el único partido del Parlamento alemán que se negó a aplaudir al embajador ucraniano presente en el Bundestag. Además, la jefa del grupo parlamentario de este partido, Alice Weidel, culpa en gran parte a los países occidentales "del fracaso histórico" y reconoce el “estatuto de gran potencia de Rusia".
Y así podemos continuar con muchos casos que demuestran los nexos entre la ultraderecha europea y Putin. Por ejemplo, el caso Ibiza, un escándalo político desatado en Austria por la publicación de un video grabado en secreto en Ibiza en 2017 y en el cual se vio implicado Heinz-Christian Strache, vicecanciller y líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), donde supuestamente una millonaria rusa ofrecía financiación ilegal y cobertura mediática positiva a cambio de contratos públicos. El primer ministro de Hungría y presidente de Fidesz, Vicktor Orbán, ha sido uno de los pilares más fuertes de Putin tanto por su proximidad ideológica, los dos profesan un claro nacionalpopulismo conservador, como por sus relaciones económicas a través de contratos ventajosos de suministro de gas con Gazprom, empresa propiedad en su mayoría del Estado ruso, para obtener energía a un precio más barato.
Por último, la derecha radical española no es una excepción. Vox comparte buena parte del ideario de Putin, defiende los mismos conceptos de soberanía, identidad, ultranacionalismo, antifeminismo, rechazo al matrimonio de personas del mismo sexo, defensa de la familia tradicional, etc. Económicamente también hay indicios claros de esta vinculación y es muy probable, como afirma Steven Forti en Contexto (3/03/2022), que Vox haya recibido a través de Hazte Oír (CitizenGO) cuantiosas donaciones del oligarca Konstantin Malofeev, estrechamente relacionado con el gobierno ruso, al igual que otros partidos europeos de ultraderecha como la Liga o Fidesz.
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