Opinión
'Influencers' con carta blanca para el machismo
Por Ana Bernal Triviño
-Actualizado a
Ya sabemos que el Ministerio de Igualdad llevará a la Fiscalía las declaraciones de un influencer en la red social Tik Tok. Se trata de Naim Darrechi quien comentó sin tapujos que engaña a sus parejas para no usar condón, con la excusa falsa de ser estéril. De hecho, comentaba de forma jocosa con otro youtuber cómo eyaculaba dentro de las chicas sin su consentimiento, solo porque a él el preservativo “le cuesta” mucho utilizarlo.
Antes de esto, este influencer ya fue denunciado por su expareja. La otra persona con la que conversaba Naim era Mostopapi, otro youtuber que recientemente realizó un sorteo de una cita con una actriz porno.
Tenemos enfrente a una generación de jóvenes que, a veces, creemos que es más feminista que nunca, cuando no lo son. Repiten el mismo patrón machista de siempre, solo que revestido de tecnología. Un mensaje que es una apología de la violación y del abuso, una vulneración de la libertad sexual de las mujeres y fortalece la idea de que nosotras somos vasijas u objetos sobre las que volcar su eyaculación. Luego no nos extrañemos no sólo de embarazos sino de enfermedades de transmisión sexual. Cuando te educas con el porno pasan estas cosas.
Cuando me criticaban por participar en el programa de Telecinco de Rocío Carrasco dije que tenemos ya un problema grave cuando pensamos que la información va solo por un canal. Ya advertí que el machismo está campando a sus anchas en las redes sociales.
Hay una generación de jóvenes para quienes sus referentes no son ni de lejos los nuestros, sino un grupo de influencers, youtubers o tiktokers que hacen gala de su misoginia porque pueden permitírselo. ¿Por qué? Porque detrás de las redes sociales hay empresas. Y estas lo permiten por su número de seguidores. Y los seguidores dan dinero. Son esas mismas empresas de redes sociales que sí tienen sensibilidad ante determinados delitos de odio muy evidentes pero que pasan de largo cuando esos mensajes se centran en las mujeres. Será la costumbre machista, tan transversal en nuestra sociedad.
Esto no es nuevo. Una investigación reciente analizaba las cuentas de tres youtubers y concluía: “Se dirigen a personajes femeninos o a chicas y mujeres con 'a fregar', 'planchar', '¿me la chupas?', 'puta', las ridiculizan, insultan o las tratan como objetos sexuales cuando interaccionan con ellas, como hemos podido ver en los ejemplos expuestos. Minimizan o ridiculizan la violencia contra las mujeres, incluida la violencia sexual, y que incluso las culpan a ellas por sufrirla. El machismo y los comentarios misóginos son una parte muy visible de los contenidos de estos tres famosos youtubers”.
Una búsqueda en Internet no para de mostrar casos, desde Dalas Review o Álvaro Reyes señalando a colectivos feministas como 'feminazis', a los ataques de Javier Oliveria a la youtuber Miare, como "zorrita" y otros descalificativos o la última de Roma Gallardo y los insultos de "puta infeliz", "imbécil", "disminuida", "retrasada" o "amargada" a la compañera feminista Sindy Takanashi. Es cierto que también hay una generación de influencers feministas pero sus voces acaban silenciadas o solapadas por todos los machistas con mayor altavoz.
Naim Darrechi tiene 26 millones de seguidores en TikTok y otros 7 millones en Instagram. Revisen las cifras de los otros influencers que he señalado en este texto. El impacto del mensaje en redes sociales se eleva a unas cifras, entre ellos en menores, cuyo alcance y consecuencias no le estamos dando importancia.
Luego no nos sorprendamos si, a pesar de la ley de violencia de género o la ley de libertad sexual, en los próximos años seguimos viendo violaciones y malos tratos a mujeres. Quizás se deba a que una parte de los jóvenes habrán aprendido de forma muy guay y divertida en las redes que pueden hacer con las mujeres lo que les den la gana. En ninguna de nuestras leyes se penaliza actualmente el mensaje misógino, venga de donde venga, porque estamos vendidas.
Declaraciones que ocurren porque, como siempre, hay carta blanca para el machismo. Porque nunca nos toman en serio. Luego nos lamentamos. Y, como siempre, será tarde. De hecho, ya vamos tarde.
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