Opinión
La frustración por no entender lo que pasa
Por Rafael Cabanillas Saldaña
Escritor. Autor de ‘Quercus’ y 'Enjambre’ y 'Valhondo’
A mí no me sirve el argumento de que son, exclusivamente, la desinformación y el bulo los que ganan. Ni me vale que sea la manipulación de la gente, a través de las redes sociales, la única responsable de este disparate, este delirio, en el que vivimos. Que programas de radio y televisión, influencers, canales de YouTube y demás medios de comunicación – algunos con presentadores muy formales y encorbatados, otros haciéndose los graciosos –, estén liderados por negacionistas y conspiranoicos de la sinrazón, analfabetos y charlatanes, vertiendo mentiras y estupideces a tu cara, parezca suficiente causa para provocar el derrumbe de nuestra sociedad y de nuestra civilización. Demasiado sencillo para problema tan complejo.
Algo mucho más profundo debe de haber ahí. Algo más sistémico y estructural debe de estar larvándose en las entrañas de nuestro planeta, y en el fondo de nuestros corazones y nuestros cerebros, que no acabamos de comprender. El hombre es el animal más raro, enrevesado y retorcido de la naturaleza, pero ¿tanto? Pues atribuir a esas herramientas de la desinformación y la manipulación, que son un medio pero no un fin, toda la culpa, es una simplificación excesivamente cándida. Es como si, estando enfermo de un cáncer terminal, cargaras la responsabilidad sobre la locutora de radio que te habla desde la mesilla de la habitación del hospital. Y nuestra sociedad, éticamente, es una enferma terminal.
¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Cuál es su objetivo final? ¿Qué quieren hacer de nosotros? ¿A dónde quieren llevarnos? Yo no lo sé. Por más horas y horas que me devane los sesos pensando, leyendo, informándome... no consigo adivinarlo. Por eso me genera tanta angustia. Una ansiedad que me lleva a la desafección total. A la tristeza y a la apatía, a la desmovilización, que ya es una victoria para ellos: mi inacción y mi abatimiento. A apagar todos esos aparatos con sus voces, a taparme los ojos y los oídos. A reconocer la decepcionante derrota tras toda una vida persiguiendo la utopía, como bien dice mi admirado Pepe Mújica: “Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo”. Obligados a dar un paso atrás como último medio de supervivencia. A dejar de pensar, antes de que te estalle la cabeza vencido por la impotencia y la frustración de no saber lo que está pasando, ni qué hacer ya. ¿Acaso tú lo sabes?
Trump promete a gritos que hará la mayor deportación de inmigrantes – es el nuevo mantra de los políticos del s. XXI: odio y expulsión –, de la historia de USA, aunque sea un país de inmigrantes, ya que a los indios los exterminaron, y tú que eres latino, un espalda mojada igual que tus hermanos que esperan al otro lado del muro de la frontera, ¿le votas? Tu razonamiento debe ser: yo conseguí llegar, los que vengan detrás, aunque sean mis paisanos y parientes… anda y que se jodan. A pesar de que hayan dicho en un mitin que tu Puerto Rico natal es una "isla de basura flotante", vas y ¿le votas? ¿Llamándote escoria? Incluso acusándote de que te comes los perros y los gatos, de que devoras sus mascotas ¿le votas?
Procesado por defraudar a Hacienda, por llevarse los papeles clasificados de la Casa Blanca, por fraude, falsificación, espionaje, conspiración... y declarado culpable de 34 delitos graves ¿te parece una broma? ¡Por favor, explícamelo para que lo comprenda! ¿Tan baja, tan hedionda, es tu catadura moral, que para echar fuera, a través del voto secreto, tu infierno interior, tus odios viscerales, eres capaz de elegir a un delincuente, jugándote el futuro de tus padres, tus hijos y descendientes?
¿De verdad le has votado porque te suena muy bien al oído, como si fuera tuyo y tú fueras uno de ellos, el eslogan de MAGA (“Make America Great Again” “Hacer grande a América de nuevo”), cuando para esta gente no eres más que un tipo despreciable, una “basura”; según Trump, ni siquiera “persona”, sino un “animal”? Un animal que morirá peor que un perro cuando no puedas pagar el seguro médico. SU seguro médico.
Eres mujer y sabes que según el fiscal, ese incalificable misógino ha comprado el silencio y los servicios de una actriz porno y que ese dinero lo ha camuflado entre los gastos de la campaña. De su propia boca le has oído jactarse de que si eres famoso y tienes mucho dinero "las mujeres te dejan agarrarles el coño". ¿Y tú, mujer, le votas? ¿Eres tú la que le votas? ¿Rechazando a la otra candidata por ser mujer y negra?
Ves que se rodea de multimillonarios, ricachones herederos, dueños de redes sociales, periódicos y cadenas de televisión, insaciables ególatras, supremacistas blancos, niños pijos malcriados como él – sus Trump Tower, sus mansiones y finca de Mar A Lago – , que engordan hasta el infinito sus acciones y cuentas de resultados, mientras a ti, pobre desgraciado que no llegas a fin de mes viviendo en ese cuchitril, en esa caravana impropia de tu familia, te promete unas migajas para que apoyes la mayor bajada de impuestos a las grandes fortunas. ¿Eso has votado? ¿Para perpetuar tu pobreza y la del planeta? ¿Para que sean más ricos, si es que eso es posible, a tu costa, chupándote la sangre, cronificando la desigualdad y la injusticia, pues para ellos esas palabras son una milonga? O tú, empleado de clase media con aspiraciones pomposas, esclavo de tus dos trabajos y de los pagos a plazos, que pasas la mañana del domingo – tu único tiempo libre – enseñando a tu pequeño Benjamin a disparar el Winchester, ¿igualmente le votas? ¿Tú, que cargas sobre tus espaldas los impuestos del país, mientras ellos, con sus engaños e ingeniería financiera, no pagan un dólar?
También, porque tan tonto no eres, sabes perfectamente que fue el instigador del asalto al Capitolio (por eso ahora va a indultar a los energúmenos asaltantes, los tipos esos de los cuernos), con muertos de por medio, poniendo en gravísimo peligro la democracia, no reconociendo los resultados electorales, como el más despreciable autócrata, e incluso así ¿le votas? ¿Es que te parece poco, el poner en riesgo la seguridad del mundo, ante cualquier decisión alocada que pueda tomar, ahora crecido con tu voto, este individuo? El mismo que pretendía combatir el Covid inyectándose lejía.
¿Has pensado por un momento cómo abordará este hombre la próxima pandemia, que llegará pronto, una vez que Elon Musk haya privatizado y destruido el sector público, que es el único garante de la independencia de los Estados? ¿A quién atenderán los médicos, a quién vacunarán, a quién hospitalizarán? ¿Solo a los ricos que puedan pagarlo? ¿Qué esperas de estos nuevos gobernantes a los que solo les importa el dinero y no la gente? ¿En qué quedará el respeto a los derechos humanos, no despreciando al diferente ni al que viene de afuera si no acude forrado de billetes?
Me hacen mucha gracia las declaraciones de los multimillonarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy, futuros encargados del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE. La D y la O: Desguaces Oficiales), declarando que ellos no cobrarán ni serán parte del gobierno. ¡Jajaja, qué buenos! Como si hiciera falta cobrar cuando exiges abiertamente, y es lo que en verdad pretendes, eliminar las regulaciones que no favorecen a tus empresas, como Tesla, SpaceX, xAI y Neuralink.
¿Acaso no corre por tus venas una gota de empatía con el pueblo palestino, con esos miles de niños masacrados en directo, con nuestra complicidad y nuestro silencio, igual que hicieran los nazis con los judíos, ahora que Trump dará todo el apoyo y carta blanca al genocida Netanyahu (el futuro embajador en Israel dice que “no existe tal cosa como un palestino”), para eliminarlos de la faz de la tierra? Si antes Irán no se cabrea y lanza unos misiles nucleares y nos mandan a todos a la... A no ser que nos reviente antes en la cara el oscuro e incomprensible conflicto Ucrania Rusia, que a punto está. Aquí, digamos la verdad honestamente, igual que con su apoyo incondicional a Israel, Biden y Kamala Harris, salvo por los estratosféricos beneficios de las empresas de armamento americanas, se han lucido.
¿No te da miedo su negacionismo científico y climático – quiere nombrar secretario de Salud a un antivacunas, el tránsfuga y camaleónico Kennedy –, cuando asegura que hay que dejarse de tanta energía renovable y volver a las fósiles? Igual que pretende nombrar fiscal general del Estado a un acusado por abuso de menores o a un ejecutivo del petróleo para Energía. El zorro guardando el gallinero. Los megamillonarios sin escrúpulos decidiendo nuestro futuro. El 1 % más rico, que ya posee más riqueza que el 95% de la población, gobernando el mundo. Y tú… ¿les votas? Digo zorro porque el lobo, sin necesidad de disfrazarse ya de cordero, solo tiene que esperar la llegada de sus víctimas, que se han puesto en fila voluntariamente para ser devoradas a mordiscos. Por amor a Donald Trump, su Ser Supremo.
¿No te da rabia y pena? ¿No te duele que habiendo puesto con tu voto en sus manos el Congreso, el Senado, el Tribunal Supremo, los avances conseguidos – aunque sean escasos y demasiado lentos – en estos últimos años para lograr un mundo mejor, sufran un colapso, una involución, cuya reparación la mayor parte de nosotros jamás veremos? Por favor, te insisto: explícamelo, porque necesito saberlo.
Cuando éramos niños y leíamos una novela o veíamos una película sobre juicios, teníamos que elegir entre ser el abogado defensor o el fiscal. La paradoja hoy en USA, es que la elección ha sido entre una fiscal y un procesado… y ha ganado el procesado. ¡Increíble y obsceno! En la Grecia clásica, hace 2.700 años, los creadores de la democracia siempre elegían a los mejores, a los ciudadanos más virtuosos, heroicos y ejemplares. Aquí se elige a los millonarios más esperpénticos y lunáticos. Para Valle Inclán, en boca de Max Estrella en Luces de Bohemia, su obra maestra, “los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos (espejos deformantes que estaban y están en el callejón del Gato de Madrid)) dan el esperpento”. Tal cual. Así estamos. Emulando aquella oferta que hace Poncio Pilatos a la turba exaltada de liberar a Jesucristo o a Barrabás, es decir, elegir entre Dios y un bandido, para elegir… al bandido. Y crucificar a Cristo.
La dimensión de la locura es tan descomunal, tan irracional y gigantesca, la provocación es tan agresiva y violenta, que no me extraña que nos mate la incomprensión, el miedo y la angustia. Una metodología sofisticada, tortuosa y despiadada que nos lleva a la extinción. A la desaparición de la especie humana. ¡Benditos dinosaurios que se extinguieron por el impacto de un meteorito! Instantáneo, no como nosotros con este paulatino suicidio colectivo. Universal. Ni en la peor profecía del boticario francés Nostradamus – otro colgado – se podría imaginar que los hombres y las mujeres desapareceríamos por entregar el poder a cuatro descerebrados. Como si regaláramos un encendedor y un bidón de gasolina a un pirómano. No hay nada mejor para el votante que se siente excluido, triste y cabreado, insatisfecho y maltratado por las instituciones y la política – los antipolítica –, que prender la mecha para reventar el sistema. Pirómanos antisistema que han encontrado en estos líderes su venganza vital y su réplica.
El tango "Cambalache", del argentino Enrique Santos Discépolo, dice "Que el mundo fue y será una porquería". Lo escribió con amargura, con cierto hastío, pero inocentemente, sin sospechar la que se nos venía encima. Su diagnóstico fue bueno. La predicción muy certera. Ahora solo nos falta saber cuánto le queda a esta civilización para desaparecer de la Tierra.
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