Opinión
La Diada de las oportunidades
Por Joan Mena
Diputado de En Comú Podem en el Congreso y portavoz de Catalunya en Comú
Catalunya lleva demasiados años instalada en el bloqueo político pese a una movilización social que ha sido histórica. Desde la sentencia en contra de un Estatut votado por la mayoría de la población, allá en 2010, han transcurrido diez años en que los actores políticos que han conseguido formar gobierno no han sido capaces de dar respuesta a una sociedad que busca más autogobierno porque, también, busca mejoras para la vida de la mayoría social. En este 2021, después de una pandemia que nos ha hecho sufrir colectivamente como sociedad, pero también aprender juntos sobre los errores que no debemos volver a cometer, la Diada de Catalunya debe convertirse en una gran oportunidad para un pueblo valiente, solidario e inconformista que lleva demasiados años sin victorias que nos hagan avanzar.
Hay elementos que objetivamente nos hacen vislumbrar un horizonte lleno de esperanzas si somos capaces de no dejarnos arrastrar por los que aún sueñan con la confrontación entre Catalunya y España como única estrategia política. Una mesa de diálogo que hace años era impensable; un gobierno de coalición donde, con muchas dificultades, se han impuesto las tesis de Unidas Podemos y En Comú Podem en cuanto a la gestión del conflicto político que vivimos; y un Govern de la Generalitat que ya no está presidido por Junts per Catalunya, una organización política levantada única y exclusivamente bajo el pegamento del rechazo al diálogo y el enfrentamiento como argumentación política son los mimbres sobre los que podemos construir un futuro de certezas.
La Mesa de diálogo es un seguro para el futuro de Catalunya, pero, también y sobre todo, del de España. El Pacto Territorial que han dinamitado las derechas con su visión unitaria y desfasada de España sólo se puede volver a levantar si Catalunya, creando una red periférica con el País Valencià y las Illes Balears, se vuelve a convertir en el motor de la transformación que ha demostrado ser en los momentos más oscuros de nuestra historia colectiva reciente. La Plurinacionalidad, como elemento de descentralización que entienda que los ayuntamientos y el municipalismo son también ejes de la transformación en todo el estado, y el Feminismo como colchón de las luchas compartidas que defienden la igualdad entre los hombres y las mujeres y muestra el orgullo de las muchas formas de amar, de relacionarse y de sentirse, son los dos ingredientes principales con los que amasar un futuro republicano en el que todos los pueblos de España se sientan cómodos e identificados.
Hoy tenemos una correlación de fuerzas en Catalunya y en España que nos permite trabajar aunando esfuerzos por una república plurinacional que deje atrás los diez años de promesas independentistas incumplidas y de inmovilismo identitario español que se parapeta detrás de una monarquía corrupta, caduca e inútil para la ciudadanía. Estas nuevas conquistas que necesita Catalunya sólo pueden realizarse si van de la mano de los avances democráticos que necesita España. La España progresista y que cree en la identidad nacional de nuestros pueblos sólo tendrá victorias que nos hagan avanzar a todas en la misma dirección si va unida en contra de esa España identitariamente pobre que representa VOX y económica y socialmente insolidaria y elitista que se ha hecho fuerte con el PP de Ayuso. Todo lo que no seamos capaces de alzar colectivamente sí que lo hará la ultra derecha si es capaz de llegar al poder junto a un PP sin escrúpulos a la hora de pactar con los herederos ideológicos del franquismo.
Para ello no hay que renunciar a nada. Y los Comunes hemos demostrado que sin la épica de algunas fuerzas políticas que sólo ha servido para bloquear avances en nuestro autogobierno, pero con el sentido común por delante se consiguen mejoras que benefician la vida de la gente común. La república plurinacional y un referéndum acordado y pactado como fruto del diálogo, sin los grilletes de las fechas históricas que impiden que la política haga su papel, es el horizonte por el que trabajamos. Mientras tanto, la vida de los catalanes y las catalanas debe volver al centro. Tres elementos pueden conseguir que eso ocurra: una agenda de desjudicialización del conflicto político que ya ha empezado con los indultos y que debe continuar con la reforma del delito de sedición y la derogación de la Ley mordaza, el reconocimiento de Catalunya como nación con una Ley de plurilingüismo, la defensa de la unidad de la lengua o la internacionalización del catalán como lengua de comunicación europea, la mejora del autogobierno para asumir competencias como vivienda, infraestructuras ferroviarias, energía, política de acogida o gestión de puertos y aeropuertos que tengan como objetivo hacer más fácil la vida de la mayoría social.
No será fácil. En Comú Podem nos hemos caracterizado por no engañar a la población y decir la verdad siempre, aunque muchas veces esta haya sido dolorosa y poco atractiva. Los enemigos del diálogo y la capacidad de manipulación del poder es elevada, y así lo hemos vivido en estos años. Una cúpula judicial secuestrada por la derecha desde hace más de mil días, una monarquía que trabaja a destajo para blindar los poderes del régimen e impedir los avances sociales y nacionales que van de la mano y una derecha mediática que inventa bulos sin escrúpulos para atacar a los que entienden España desde una concepción progresista, abierta y donde cabemos todos han demostrado lo que son capaces de hacer para mantener el status quo.
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