Opinión
El derecho a ser
Por Anita Botwin
El Gobierno de España ha dado luz verde al Anteproyecto de Ley para la igualdad efectiva de las personas Trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. Por fin. Los colectivos y familias de personas trans, llevaban muchos años pidiéndolo. Por fin llega algo de alivio en sus vidas, aunque no es suficiente, reconocen.
Se une así nuestro país a otros que ya habían despatologizado el reconocimiento de la identidad, como piden varios organismos internacionales, entre ellos Argentina y seis países de Europa como Portugal, Malta o Dinamarca. Pueden respirar tranquilas quienes viven asustadas con esta ley, no hay evidencia de que en los países donde se han aprobado leyes de autodeterminación de género haya habido inseguridad jurídica ni fraude de ley.
Confieso que al inicio del “debate” acalorado en redes, cuestioné si mi opinión estaba siendo acertada, si no me arrepentiría después por cómo me estaba posicionando abierta y públicamente. Si estaba siendo una mala feminista y estaba tirando piedras contra mi propio tejado y el de mis compañeras. Tras hablar con varias familias con hijos e hijas trans y entender su realidad y por el calvario que les hacían pasar durante años a nivel jurídico, burocrático, pero también médico, no tuve más dudas. No sé lo que diría Simone de Beauvoir de todo esto, ni sé si estoy siendo una verdadera feminista con carné, pero consideré que acercarme a la petición de un grupo vulnerable, sí me hacía ser más coherente conmigo misma.
Hoy escribo estas líneas con la certeza de que estamos más cerca de conseguir una sociedad más igualitaria, porque esta empieza por reconocer a los grupos y colectivos más vulnerables. Hoy escribo estas líneas aun sabiendo que seré atacada por ellas y quizá también el medio en el que escribo (me perdonen), pero a sabiendas de que es mi responsabilidad hacerlo.
Hay aspectos de la ley que han sido polémicos, como eliminar los informes psicológicos que respaldara esa decisión, ya que hay quien considera que en la adolescencia no se está preparado para este proceso. La cuestión es que la mayor parte de las personas trans desde muy pequeñas saben perfectamente quienes son y pasan años de auténtico calvario por no reconocerles lo más básico y hacerles pasar por tribunales en los que les tratan como a enfermos.
Encuentro legítimo el miedo (que no el odio) que algunas personas tienen ante ciertos artículos de esta ley, creo que debería haber habido más pedagogía al respecto y una mayor explicación. Los medios no han ayudado a ello, el ruido de las redes tampoco, y la lucha de algunos sectores del PSOE contra UP han terminado por enmarañar todo. Hay quien también ha aprovechado ese pánico de forma torticera y para su propio interés, haciendo una interpretación sesgada de la norma a sabiendas. Y eso sí que me resulta verdaderamente grave. No sé si la ley es perfecta, si habría que modificar alguno de los artículos, eso es algo que se irá valorando. Las leyes no son rígidas, sino que -y lo dice una opositora – sufren cambios a lo largo del tiempo.
No sé si realmente habrá quien se aproveche de esta ley de manera interesada y retorcida y le dé la vuelta para un beneficio muy distinto para el que está destinada, pero me quedo más tranquila sabiendo que serán miles de personas, miles de niñas, niños, niñes, quienes podrán vivir de una manera más justa y libre y que no tendrán que sufrir ni pedir perdón por ser quienes son.
Hay quien ha denunciado durante todo este tiempo que habrá hombres que se cambiarán de sexo para hacer abuso de poder, como si acaso lo necesitaran. De hecho, ese es un discurso similar al de los machistas que critican la Ley de violencia de género y que hablan de denuncias falsas, en concreto un 0,014%. Es como si por ese mínimo porcentaje de fraude, echáramos por tierra la defensa de nuestros derechos.
Llevamos meses de fractura dentro del feminismo, pero me atrevería a decir que especialmente en las redes sociales. Se han lanzado mensajes de odio con total impunidad y también fake news, y esta vez no patrocinadas por la derechona rancia. Algunos mensajes podían haber sido escritos por alguien de Vox, pero eran vociferados por gentes de izquierdas y eso es lo realmente grave. Quienes nos hemos posicionado a favor de la ley 'trans' o a favor de los derechos de las personas trans, que debería ser lo mismo, hemos recibido insultos, cuestionamientos y odio. No me quiero imaginar lo que están viviendo las personas trans al ver este tipo de mensajes tan contrarios a los derechos civiles.
Me cuesta creer que haya quien quiera beneficiarse de este ley para hacer un uso siniestro de ella. ¿Quién en su sano juicio querría ser mujer y trans?, ¿Quién querría sufrir una doble discriminación por muchas medallas que ganara en una carrera? Porque esa persona sería trans dentro y fuera de las pistas, con lo que eso significa en el mundo deportivo, muy chapado a la antigua y machista. Me cuesta imaginar que alguien estuviera interesado en ser trans por capricho para entrar en unos baños públicos y violarnos, como si necesitaran cambiar su sexo registral para cometer las violaciones que ya cometen siendo hombres.
El borrado de las mujeres no lo está llevando a cabo el colectivo trans, sino que somos nosotras enfrentadas quienes no estamos poniendo el foco en lo que realmente nos daña día a día con esta cultura patriarcal frotándose las manos con nuestros rifirrafes de patio de colegio. Me atrevería a decir que nuestras peleas, algunas de ellas con bastante tufillo patriarcal por cierto, no ayudan al movimiento feminista, ni siquiera nos ayuda a nosotras mismas. Es momento de pararlo, es momento de escuchar a las familias con niños y niñas trans, escuchar su sufrimiento, aprender de lo que nos tengan que contar. Es su momento. Y no hay nada más feminista que caminar a su lado.
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