Opinión
En defensa del derecho a decidir sobre el aborto, ahora en Polonia
Por Carmen Montón
Consellera de Sanitat Universal i Salut Pública de la Generalitat Valenciana y secretaria de Política de Igualdad de la última Comisión Ejecutiva Federal del PSOE
-Actualizado a
Carmen Montón
Consellera de Sanitat Universal i Salut Pública de la Generalitat Valenciana y secretaria de Política de Igualdad de la última Comisión Ejecutiva Federal del PSOE
Desde que el pasado 23 de septiembre el Parlamento polaco iniciara los trámites para prohibir el aborto, penas de cárcel para las mujeres que lo practiquen, mayores castigos para los profesionales sanitarios e incluso realizar investigaciones en los casos de aborto natural o abortos espontáneos, las mujeres han reaccionado con contundencia. La fórmula elegida para llevar a cabo algo parecido a una “quema de brujas” contemporánea respecto a las mujeres, sus cuerpos y su maternidad, demuestra la perversidad de las intenciones. Ha sido a través de una “iniciativa popular”, la recogida de firmas apoyada por Ley y Justicia, partido de derechas católico y ultraconservador que gobierna Polonia.
En Polonia la legislación vigente desde 1993 sobre interrupción voluntaria del embarazo ya es de las más restrictivas de Europa. Permite la realización del aborto en caso de violación o incesto, cuando representa un riesgo para la salud de la mujer y cuando el feto tiene malformaciones graves. Las cifras oficiales aseguran que alrededor de mil polacas abortan cada año. En la práctica, sin embargo, algunos médicos se niegan a realizar abortos legales acogiéndose a objeciones morales. Muchas mujeres polacas suelen ir a Alemania u otros países vecinos para realizar interrupciones voluntarias del embarazo o compran en internet píldoras abortivas. Las cifras que manejan las organizaciones feministas cuestionan los datos oficiales y estiman en alrededor de 150.000 los abortos anuales.
El gobierno polaco se olvidó de un pequeño detalle, las mujeres. Los ultras han creído que podían legislar en contra de la salud y la vida de las mujeres sin contar con su opinión, han decidido que podían meter a las polacas en el túnel del tiempo sin que ellas tuviesen nada que decir. En su soberbia, calcularon mal y creyeron que las mujeres renunciarían a sus derechos sin más. Sí, calcularon mal porque las polacas han reaccionado con la fuerza de quien se juega algo vital porque eso son los derechos sexuales y reproductivos, de eso se trata el derecho a ser madre o no, el derecho a decidir. Lo que está en juego con la maniobra del gobierno es el derecho a una vida propia.
La vieja Europa se está volviendo un peligro para las mujeres. Parece que son precisamente estos, los derechos sexuales y reproductivos, el hueso más duro de roer para el patriarcado.
Resulta penoso que las polacas se hayan tenido que volver a defender, -como en su día tuvimos que hacer las españolas con el Tren de la Libertad-, de un gobierno que cuestiona su libertad y sus derechos de ciudadanía. Estamos viviendo un proceso en el que vemos cómo nuestros derechos, lejos de ser una conquista irreversible, hay que defenderlos todos los días. La propuesta de Ley y Justicia, es una contrarreforma absolutamente innecesaria que pondrá en riesgo la vida y la salud de las mujeres, que es lo que ocurre en todos los países donde están en vigor leyes restrictivas: las mujeres son abocadas a abortos clandestinos e inseguros en los que se juegan su salud y, en ocasiones, la vida.
Organizaciones internacionales como el Comité de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Discriminación contra la Mujer o el Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Salud, han expresado su preocupación con respecto a la relación directa entre las leyes restrictivas y el aborto clandestino y sus riesgos para la vida, la salud y el bienestar de las mujeres. Cuarenta y siete mil mujeres mueren cada año como resultado de abortos inseguros, y cinco millones sufren lesiones graves, la gran mayoría de ellas en países donde el acceso a abortos seguros y legales está penado por la ley.
Los derechos sexuales y reproductivos son parte fundamental de los derechos humanos, por lo que los estados deben garantizar el derecho de las mujeres a tener control respecto de su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva y a decidir libre y responsablemente sobre su maternidad. Lo contrario supone la vulneración de estos derechos, y un ataque frontal contra la libertad, la dignidad y la integridad de las mujeres.
Buena parte de las mujeres del mundo tenemos claro que los derechos sexuales y reproductivos son irrenunciables y, de hecho, el proyecto legal para la prohibición total del aborto en Polonia podría no ser aprobado finalmente. Las mujeres, como hicimos en España, se han manifestado masivamente por todo el país con la contundencia de sus argumentos y la fuerza de no dar ni un paso atrás. Varios ministros polacos han asegurado que las movilizaciones han hecho recapacitar el Gobierno. Es lo mínimo. Que los gobiernos escuchen la voz de la ciudadanía y, especialmente, la voz de las mujeres, demasiado tiempo ignoradas como para pretender volver a la sumisión y el silencio.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.