Opinión
No, Broncano no es Pablo Motos
Por Nagua Alba
-Actualizado a
No tenía intención de escribir el enésimo artículo sobre lo machista y garrulo que es Pablo Motos, no porque no me tentara la idea (cualquier ocasión es buena para recordarle a la humanidad que este señor representa precisamente todo aquello que deberíamos dejar atrás para ser un país del que sentir orgullo), sino porque consideraba que él solito había hecho ya suficiente por dejarse en evidencia con su rabieta de infante indignado en prime time (y un poquito de efecto streisand, para quien se lo haya perdido y pueda soportar las náuseas, aquí una buena recopilación).
Pero hace un par de días que en redes sociales veo numerosas cuentas (de hombres, por supuesto) difundiendo un vídeo en el que Broncano hace sus “preguntas incómodas” en La Resistencia a Mariló Montero, concretamente si ha mantenido relaciones sexuales en las últimas dos semanas. Estos indignados hombres, repentinos adalides del feminismo y la dignidad de las mujeres, alegan que la izquierda critica a Pablo Motos mientras obvia que David Broncano es igual de machista y maltrata a sus invitadas en directo de la misma manera, pero que “al ser de izquierdas” nadie se mete con él. Quienes sigan habitualmente el programa de Broncano sabrán que estas preguntas son recurrentes, se interroga a los invitados e invitadas sobre su capital económico y la asiduidad de sus relaciones sexuales, con el objetivo de generarles incomodidad y hacer comedia de ello. Y no. No es igual La Resistencia que El Hormiguero, no son iguales Broncano y Motos, por eso, creo imprescindible aclarar un par de cosas.
En primer lugar, y que nadie se confunda, esto no va a ser un alegato en defensa de David Broncano como héroe feminista y La Resistencia como espacio seguro para las mujeres. El show de Movistar+ es un programa hecho por hombres, con hombres como protagonistas (no escasean las ocasiones en las que no hay una sola representante femenina sobre el escenario) y a veces, con un humor demasiado para hombres. Y es que ser de izquierdas no te hace necesariamente feminista, como comprobamos (y sufrimos) a menudo las mujeres cuando participamos en espacios mixtos de izquierdas. Pero sí que es necesario reconocer que, aunque a veces sean insuficientes, La Resistencia sí se esfuerza por no dejarse arrastrar por un machismo que es estructural e incluso intenta corregirlo cuando no lo hace bien, mientras que El Hormiguero trabaja activamente por cultivar lo más rancio y reaccionario que lamentablemente aún habita en este país y su televisión. No hay más que recurrir brevemente a la hemeroteca de ambos programas para constatar que Pablo Motos es un orgulloso militante del machismo y Broncano, no. Y esta es una diferencia que merece la pena señalar, porque es importante, porque los productos culturales consumidos por miles o millones de personas tienen la responsabilidad de proyectar qué es lo correcto y qué no, incluso si a veces lo hacen mal (y entonces habrá que exigirles que lo hagan mejor), deben dejar claro dónde se posicionan, cuál es la dirección a seguir y en qué se deben poner los esfuerzos. Una cosa es caer en el machismo y otra reivindicarlo y regodearse en él.
En segundo lugar, y creo que más importante, resulta enervante hasta el límite esto de que cada vez que se señala una actitud machista, quienes se dan por aludidos elijan entre una amplísima diversidad de respuestas que van desde el victimismo llorica al estilo not all men al ataque directo a las feministas por histéricas, ofendiditas exageradas o directamente chaladas. Es raro encontrar entre las reacciones de los interpelados una disculpa (y mucho menos una no seguida de un “pero”) o una voluntad sincera de dejar de ser unos machunos asquerosos. A los señores no se les da bien disculparse y aprender (véase el “pedir disculpas no significa haber cometido un abuso" de Plácido Domingo) y se les da demasiado bien lanzar la pelota al tejado de enfrente.
Entre todas estas huidas hacia delante y respuestas lamentables, una de las que más rabia me dan por ser digna de una criatura de no más de cinco años cuando la regañan por haberse portado mal, es la del “yo soy machista pero fulanito lo es más”. Seguro que todo ser humano con descendencia siente la tentación de responder a esto “¿y si fulanito se tira por un precipicio, tú vas detrás?”. Y eso es lo que ha pasado con Broncano y Motos. Los mismos que hace un año refunfuñaban porque por culpa de las feministas y la ley del sí es sí iban tener que firmar un contrato para poder mantener relaciones sexuales, ahora están preocupadísimos por las víctimas de violación. Los mismos que aplauden con las orejas a Pablo Motos cuando le babea el escote a una invitada, ahora están preocupadísimos por el bienestar de las entrevistadas por Broncano. Porque a ellos les dan igual los derechos de las mujeres. Porque les importa un rábano que la mitad de la población sufra agresiones sistemáticas y esté expuesta a un trato vejatorio hasta en prime time. Porque no les preocupa ser cómplices ello. Ese es el verdadero problema, y no a quién le sacan el corte de vídeo más incómodo. Hablando en su idioma casposo, dice en el Nuevo Testamento Mateo (7:3) "¿Por qué miras la brizna de paja que está en el ojo de tu hermano, y dejas de ver la viga que está en tu propio ojo?” Es decir, señor, cállese y revísese un poco.
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