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El noble republicano

 

TOMÁS GÓMEZ
Ex secretario general del PSM

Cuando más necesitamos las palabras es cuando resultan más difíciles de encontrar. Y, sin embargo, en la pérdida las palabras son un consuelo, una forma de impedir que la tristeza y el desánimo se apoderen de nosotros. Con las palabras construimos la primera muralla contra el olvido.

Uno puede improvisar un artículo, un discurso, pero no puede improvisar una biografía. Y menos una biografía como la de Pedro Zerolo. Especialmente dotado para la elocuencia, de verbo ágil y fuerte, un verbo capaz de convencer y arrastrar a la acción. Todo lo que se espera de un líder. Pero para cualquiera que haya conocido a Pedro es evidente que más elocuentes que sus palabras fueron sus propios actos, su propia biografía. Si uno mira hacia atrás y repasa todas las batallas por los derechos civiles en la España democrática, encuentra a Pedro en cada una de sus trincheras. Sean los gais, los inmigrantes, las mujeres,... daba igual, en cada una de esas trincheras estaba Pedro.


¿Qué une tantas luchas, tan distintas? Sin duda la defensa de la igualdad, pero creo que hay algo más, se entiende mejor si buscamos las palabras en la gramática del republicanismo cívico, de ese pensamiento que inspiró las mejores páginas de los gobiernos socialistas del Presidente Zapatero. Es la igual libertad la expresión de ese ideal. Que todos tengamos la misma libertad, la libertad del que no tiene dueño, del que no tiene amo, del que no tiene que bajar la mirada ante nadie, del que, sea cual sea su condición, mira a los ojos directamente cuando habla. También esa libertad de los iguales se refleja en las palabras, palabras claras, como las que usaba Pedro.

Apostó por la visibilización de los problemas y de las luchas contra los problemas. Que se avergüence el amo; que se avergüence el que avasalla, el que ofende, el que explota o humilla. Nos enseñó que hacer visible la maldad, la torpeza o la injusticia es ya una forma de vencerlas. Y hacer visible la diferencia, una forma de hacerla poderosa. Pedro era valiente. El valor es una virtud fundamental en la vida, y por tanto, en política. Sin valentía, uno no arriesga y sin arriesgar, uno nunca gana nada que merezca la pena. Era valiente porque siempre eligió ponerse de parte del débil, del que lleva las de perder.

Hace algunos meses, en un discurso que pronuncié hablando de Pedro, recordé que la nobleza tenía un famoso almanaque, el Almanaque de Gotha, en el que aparecían las casas más importantes de Europa. Dije que si hubiera una nobleza republicana y socialista, si tal cosa fuera imaginable, Pedro sería uno de sus príncipes. En ese momento Pedro estaba en plena batalla por la vida.

Ahora vive en la memoria de cada uno de nosotros, vive en nuestras vidas como vivió en la suya, para decir las más nobles palabras y para que nuestros actos sean mejores que nuestras palabras.

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