Opinión
Tragicomedia electoral en varios actos
Por Pepe Viyuela
Actor
-Actualizado a
PRIMER ACTO
Comienzo a escribir esta crónica teatroelectoral el día de la jornada de reflexión de la campaña castellano-leonesa, sin saber aún qué ocurrirá en el momento en el que se abran las urnas y brote de ellas la voluntad popular. Asisto a la tragicomedia lleno de intriga y emoción, pero temiendo que todo pueda acabar peor que mal. ¡Qué nervios! ¡Qué dura es la jornada de reflexión! Un entreacto en el que no sabes si salir a fumar al patio o marcharte del teatro.
Este primer acto del drama comenzó con una acusación de inminente y no probada traición, por parte de un sobreactuadísimo protagonista, un tal Mañueco, al personaje secundario, (un ciudadano común), que sirvió para incendiar la trama y prender la mecha de la acción.
Continuó la representación con el inserto de un sainete rocambolesco, ambientado en granjas, con guiños y complicidades facilongas a ganaderos y agricultores, invocando el miedo al comunismo y abrazando todo lo que oliera a vaca. Un despiporre tremebundo.
Fuimos muchos los espectadores que en ese momento no supimos si llorar o reír. Sin duda, un momento cumbre, bochornoso en la medida en que uno siente que están tomando al público por tonto, pero que no dejó de tener su gracia por esperpéntico.
Cuando nos acercábamos al final de este acto, hace tan solo unos días, el ingenioso dramaturgo decidió incluir en la trama el episodio de un brote de gripe aviar, por el que se han sacrificado 130.000 gallinas de un plumazo en un pueblo de Valladolid. Un desgraciado y feroz holocausto que sirve de aviso a navegantes.
“Las macrogranjas son bombas de relojería”, avisó Greenpeace, personaje joven y fresco de la obra, duende shakespeariano de lo más molesto para algunos. Esta bomba en forma de gallina les ha estallado en las manos a los defensores de la alta concentración de animales, pero en un homenaje al tancredismo, no han movido una pestaña ni han hecho la menor alusión a la catástrofe.
Como si de un episodio de justicia poética se tratara, hemos transitado en este acto del descrédito a la advertencia contra las macrogranjas, llevada a cabo por un ministro del reino, al exterminio de millares de aves en cumplimiento de las previsiones más distópicas. ¿Y si el ministro tenía razón? Se pregunta el público.
Esta obra es un canto al todo vale en la lucha por el poder. En ella se sugiere que la manía de mandar resulta enormemente nociva para la salud mental de los que lo ostentan, así como de aquellos que lo han convertido en el mayor de sus anhelos.
En la actualidad se representa en Abu Dhabi una función con el mismo tema y en la que se fabula sobre los estragos que provoca en el poderoso la sensación de inviolabilidad y el estado tan lamentable al que puede conducir sentirse intocable. “De cómo un soberano vive su peor pesadilla después de salir de un sueño”, creo que es el título. De ella podemos hablar otro día, si les parece. De momento, vayamos al segundo acto del drama que nos ocupa.
SEGUNDO ACTO
Al levantarse el telón quedan las urnas al descubierto y de inmediato asistimos a la escena en la que el hijo indeseado y díscolo se convierte en el protagonista de la noche y desarrolla, en un soberbio monólogo, su intención de matar al padre y hacerse con su herencia en el menor tiempo posible.
Con aire de perdonavidas exigente, al vástago se le han ido poniendo la cara de vicepresidente y la vox de heredero despechado y fanático, mostrándose partidario de la defenestración de sus próceres y de la eliminación de todo bicho viviente que se cruce en su camino e intente estorbar su gesta, a la cual se siente llamado por las más alta fiebre patriótica. Grandes cotas de épica que no se alcanzaban en nuestra escena desde los tiempos del NODO.
El envite y la gallardía del muchacho amenazan mucho la integridad del recién Casado, personaje de tercera, que se las prometía muy felices en su lucha contra el sanchismo y que ahora ve peligrar su futuro, por la amenaza inminente de su propia incapacidad y el ataque de las tropas de la poderosa señora del condado de Ayuso, personaje que insiste en proclamarse protagonista absoluta de todo el estado nación de la mano del Cid Campeador.
Quedan muchos actos por delante en este drama y siempre cabe la esperanza de un giro de guion que nos lleve hasta lugares que ni siquiera intuimos; pero este público al que pertenezco, que lleva leído y visto tanto teatro, sospecha que lo que ya empezó mal no puede terminar de otra manera; y por otro lado, no sabe si será peor lo que sospecha que ocurrirá o lo que ni siquiera puede sospechar que ocurra, por lo que prefiere mantener la esperanza de que en esta tragicomedia al menos no termine muriendo hasta el apuntador.
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