Opinión
Sotanas pederastas y más libertad sexual, una foto de España
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
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Hay una expresión coloquial que define muy bien lo que ocurre cuando se nos presentan dos realidades que, juntas en espacio y/o tiempo, resultan difícilmente asimilables: "Me explota la cabeza". Yo la utilizo mucho: en este oficio nuestro, en solo 24 horas, la cabeza te "explota" varias veces. Y ha ocurrido esta semana, en el Congreso cuando en el Parlamento se aprobaban las llamadas leyes trans y del aborto, ésta con nuevos avances en derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con respecto a la ley Aído, y en el Senado cuando, al mismo tiempo, el fiscal general del Estado, Álvaro García, denunciaba la opacidad y la falta de colaboración de la jerarquía eclesiástica para resolver los miles de casos de pederastia cometidos en sus instalaciones en España, unos 4.000 según la auditoría encargada, hace ahora un año, por la Conferencia Episcopal Española (CEE) al despacho Cremades & Calvo Sotelo, según adelantó El Diario también estos días, aunque los resultados de ese seguimiento siguen oficialmente silenciado por el máximo órgano de los obispos (con perdón).
España se ha situado, una vez más tras las revolucionarias leyes sociales de Zapatero (sí, la socialdemocracia puede cuando quiere, de ahí la radicalidad de muchas socialdemócratas con el PSOE), en la vanguardia de la igualdad, con su reconocimiento y amparo por parte del Estado al colectivo LGTBI y los nuevos derechos que adquieren las mujeres en un entramado jurídico y judicial en la media de progreso europeo, pero todavía conservador por la idiosincrasia que lo atraviesa por culpa de la herencia franquista en España, particularmente, en lo que se refiere a la Jefatura del Estado, el catolicismo y la judicatura.
Mi cabeza explotó, efectivamente, esta semana, con estos dos hechos simultáneos e irreconciliables. ¿Cómo es posible que el mismo país que aprueba una ley que quiere acabar con la discriminación histórica y despiadada al colectivo trans; que considera las reglas dolorosas motivo de baja laboral; que permite ser legalmente lo que eres sin que nadie te diga lo que debes ser ...; cómo es posible que la misma sociedad siga consistiendo el silencio de un poder católico que desprecia las leyes sin que se vacíen los templos ante la aberración de los crímenes ocultados sin miramientos por los mal llamados próceres de la iglesia católica?
España tiene un largo camino por delante para que se haga justicia a esos niños/as atacados cruelmente en recintos empapados de incienso, perversión y crimen y es de agradecer la contundencia del fiscal general asegurando que, ante los obstáculos de la Conferencia Espiscopal, de las diócesis que obedecen a estos obispos y no aportan la información sobre los casos de pederastia (solo cuatro de 70 lo habrían hecho), recurrirá a más de una veintena de órdenes religiosas para que le den los datos, incluido el Opus Dei privilegiado millonariamente por Ayuso o los Legionarios de Cristo.
Este de la Justicia es un camino lento contra quienes han transitados históricamente por encima de la ley, por un presunto derecho divino o de sangre; porque las resistencias, empezando por las parlamentarias mayoritarias de la (ultra)derecha, pasando por un poder judicial asimismo reticente a los pasos largos dados en igualdad, son atroces. Y creo que hace tiempo que no se mostraban con toda su crudeza, en el Parlamento y en pleno siglo 21, las dos españas de Machado: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Qué (alegre) cansancio.
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