Opinión
¿Ya no tiene remedio?
Por Marta Nebot
Periodista
Actualizado a
El mundo empieza a rectificarse. Australia acaba de aprobar una ley pionera que prohíbe a los menores de 16 años las redes sociales. Para los que ya probaron su veneno no habrá retorno sencillo, si lo hay; ninguna ley va a salvarles.
Comenté la noticia con adolescentes patrios. También lo hicieron mis conocid@s. Prueben ustedes y compruébenlo. Es como si les hubiéramos estado dando heroína a diario y ahora de repente les dijéramos que se acabó.
Su respuesta es contundente: “no podrán impedírnoslo”.
En Australia todavía queda trámite parlamentario para que esta medida se concrete. Algunos partidos políticos tienen dudas sobre su aplicación, sobre todo por la dificultad para la verificación de edad respetando la protección de datos. En Inglaterra, la Ley de Seguridad Online, aprobada en octubre del 23, que obliga a los proveedores de contenido a vigilar la legalidad o la idoneidad del material, ya sea propio o generado por sus usuarios, establece que las plataformas deberán utilizar la tecnología “hoy ya a su alcance” para realizar una verificación biométrica, a través de los rasgos faciales, de la edad del potencial usuario. Es decir que puede hacerse y los australianos han dicho que por ahí van también sus tiros.
En España, a día de hoy, la legislación vigente marca que no se puede tener menos de 14 años para abrirse una cuenta en redes sociales, pero no hay verificación de ningún tipo. El anteproyecto de Ley para la protección de los menores en los entornos digitales subirá esa edad mínima a 16, si llega a aprobarse.
El Reglamento europeo sobre Protección de Datos (RGPD) permite a cada Estado miembro establecer autónomamente una edad mínima de acceso entre los 13 y los 16 años.
Cada red social, por su parte, marca sus términos y condiciones en cuanto a edad mínima de acceso y cómo comprueban o no si el usuario miente. TikTok, Twitter o Twitch piden 13 años e Instagram, 14. Pero saltarse sus normas es tan fácil como registrarse poniendo otra fecha de nacimiento.
La Comisión Europea ha puesto a un grupo de expertos a buscar soluciones de verificación de edad que respeten la privacidad pero permitan comprobar que los menores tienen la edad necesaria y, en caso de que no la tengan, bloqueen el acceso a contenidos que no son para ellos y a la creación de cuentas.
Van tarde, señores. En esto estamos como en los 80 con la otra droga que se llevó por delante la vida de muchos jóvenes. Habrá una generación ¿perdida? que igual no muera ni le falten dientes, pero que tendrá problemas de déficit de atención, de hiperactividad, de baja autoestima, de salud mental, de falta de valores que verá afectada su comunicación interpersonal y su capacidad de expresión tanto oral como escrita. Serán menos de lo que podían ser. Será una generación cercenada.
A menos que...
Contraataquemos con alternativas, en vez de con prohibiciones. Prohibir suele ser un tiro en el pie y más cuando se trata de prohibir a los que tienen más edad de rebelarse. Tendríamos que proponerles actividades e intereses –quizá, incluso, en redes– que reemplacen este uso bobo de las técnicas más contemporáneas. Seguro que con ellas pueden proponerse y hacerse cosas mejores. Actividades e intereses que los alejen de esos telepredicadores llamados youtubers, que no los pongan permanentemente bajo el influjo de ideologías empresariales, que no les impongan modelos necios de belleza, que tampoco los lleven a esos juegos que consisten en matar y matar y matar.
No es fácil, lo sé. Es indispensable.
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