Opinión
Palabra de Israel Shahak
Por Pepe Viyuela
Actor
Quiero dejar claro desde el principio que las ideas expresadas en este artículo están inspiradas, además de en mi experiencia personal, en la lectura del libro de Israel Shahak, Historia judía, religión judía.
Shahak nació en Polonia en 1933, sobrevivió al holocausto, fue ciudadano israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, alguien, como se ve, con pocas probabilidades de ser acusado de antijudío; y que, sin embargo, combatió con lucidez y honradez extrema las prácticas represivas y violentas del estado de Israel contra los palestinos.
De los argumentos de Shahak uno deduce, por ejemplo, que Israel nunca ha gozado de voluntad negociadora, que, sabedor de tener la sartén por el mango y apoyado por las más altas instancias de la política occidental, ha gozado y goza de total impunidad a la hora de saltarse las normas establecidas para intentar construir dos estados en el territorio.
La política de asentamientos ilegales, el muro de Cisjordania, la quema de olivos, el derribo sistemático de viviendas, la anexión del agua en el Valle del Jordán y las constantes prácticas discriminatorias son ejemplos que no constituyen opiniones, sino hechos sufridos por la población palestina, que vulneran su seguridad, su calidad de vida, así como los más elementales derechos humanos. Pero nunca se ha puesto freno a un deseo expansionista que amenaza el equilibrio y la paz de todo el planeta.
Gracias a mi pertenencia a Payasos sin Fronteras, he podido viajar en repetidas ocasiones a Palestina y a través de esas visitas me he sensibilizado con el conflicto, sobre todo a través del conocimiento directo de personas que han dejado de ser meros datos estadísticos para gozar de rostro, voz y nombre. Ellos, tanto judíos como palestinos, me han aportado testimonios y vivencias que han enriquecido mi conocimiento de la situación.
Cuando tuve ocasión de viajar a Gaza, éste era ya un territorio devastado donde el suministro eléctrico escaseaba, la contaminación de las costas era insoportable por la ausencia de depuradoras, los hospitales estaban desabastecidos y tanto el combustible como los alimentos y los bienes de primera necesidad escaseaban. El bloqueo constante y feroz ahogaba ya entonces a la población palestina. Tras la guerra de 2014, la tristemente famosa “Operación Margen Protector”, toda esa desolación y miseria se acentuó y hoy es el día en el que con esta nueva guerra la situación de los gazatíes se volverá, sin duda, aún más insoportable.
La abismal diferencia en lo que a potencial armamentístico se refiere convierte este conflicto, y el último episodio bélico lo demuestra de nuevo, en una lucha en la que David se ha convertido en el Goliath más agresivo y violento que uno pueda imaginar. La diferencia entre el número de víctimas en los bombardeos y ataques llevados a cabo por ambas partes hablan por sí solos: 243 palestinos muertos, frente a 12 en la zona israelí.
Los niños que han sufrido estos días los ataques del ejército israelí en la Franja sufren estrés postraumático, les cuesta conciliar el sueño, algunos han dejado de hablar y decenas de ellos han perdido la vida. Debería ser suficiente hablar de estas víctimas inocentes para sensibilizarse y hacer lo posible para que hechos como estos dejaran de producirse, sin embargo hay experiencias que hacen que no sea tan optimista.
En uno de los viajes a Palestina, charlaba con un grupo de hebreos que se interesaron por mi presencia allí. Comenté que había ido a actuar para los niños palestinos. Al instante se mostraron indignados y me preguntaron qué esperaba conseguir actuando para aquellas “ratas”. Quedé bloqueado y di por terminada la conversación. Normalmente al explicar que el trabajo de Payasos sin Fronteras va dirigido a niños que viven en ambientes donde la violencia está muy presente la gente reacciona positivamente. ¿De dónde nacía entonces aquel desprecio?
Y aquí es donde Shahak me ha ayudado a encontrar algunas respuestas. En el prólogo a la segunda edición del libro, Edward Said afirma que “Shahak suscribió la expresión “judeo-nazi” para caracterizar métodos utilizados por los israelíes para someter y reprimir a los palestinos”.
En otro momento Shahak afirma: “Un Estado judío, tanto si se basa en su ideología judía actual cuanto si lo hace […] en los principios de la ortodoxia judía, no puede contener jamás una sociedad abierta”.
O esta otra frase: “…Durante siglos nuestra sociedad totalitaria ha empleado costumbres bárbaras e inhumanas para envenenar las mentes de sus miembros y […] lo sigue haciendo.”
No son palabras de un payaso, sino de un intelectual judío de la talla de Israel Shahak, lo que me lleva a pensar que el Estado de Israel no es solo una amenaza para Oriente Próximo, para los palestinos y para paz mundial, sino que también resulta peligroso para los propios judíos.
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