Opinión
El nieto de Franco fue pareja de una demócrata feminista
Periodista
Jaime Martínez-Bordiú, el nieto menor del dictador Francisco Franco, fue pareja de una mujer demócrata, feminista, antifranquista y, posiblemente, republicana. Martínez Bordiú, heredero de la fortuna familiar, tuvo una breve relación hace más de una década con la actriz y economista Marta Flich, muy conocida desde el año 2007 por su aparición en series como Cuestión de Sexo o Escenas de Matrimonio. Desde el 2016 Flich tiene, además, un videoblog de economía en el Huffington Post donde cada publicación acumula entre 12.000 y 20.000 visualizaciones. A día de hoy, triunfa en el programa de Cuatro Todo es Mentira. En realidad, todos y todas conocemos a Marta Flich y la mayoría hemos tenido que buscar al nieto de Franco en Google cuando, hace un par de días, un “periódico” de la ultraderecha los relacionó para desacreditar a la primera. Convencidos, seguramente, de que las mujeres nos convertimos en nuestras parejas por mímesis intelectual o sexual, o mucho peor, nos convertimos en nuestros exs, y no al revés, con lo maravilloso que habría sido descubrir a un franquista desleal. Un franquista blandito.
Marta Flich, licenciada en Economía por la Universidad de Valencia (pública) con Máster en Comercio Internacional por la Universidad de Deleware, también pública, es firme defensora del Estado del Bienestar y del reparto justo de la riqueza. La economista acaba de publicar el libro Necroeconomía en el que explica cómo la utilización mercantilista y oportunista de las desigualdades está haciendo ricos a unos pocos y pobres a la gran mayoría, gracias a las políticas privatizadoras de los años de gobierno del PP y a la “barra libre” de los bancos rescatados con dinero público. En su libro, la economista también advierte de que no habría existido esta economía necrológica, de la muerte, si no hubiese habido medios de comunicación que, instalados en la política tuitera de la desinformación y la creación de fake news generan dinero en base a la desgracia ajena. Medios que viven por y para desacreditar, panfletos que se lucran de la pústula y la convierten en bandera porque el periodismo sale demasiado caro. Medios como Ok Diario, cuyo director, Eduardo Inda, “licenciado” (no sé por qué motivo este medio entrecomilla siempre los estudios y profesiones de los adversarios) en la Universidad de Navarra, prestigiosa entidad privada vinculada al Opus Dei, se dedica a insultar a medio país haciendo caso omiso de los valores cristianos. Un medio en el que curiosamente, la mayor parte de los artículos aparecen sin firma, incluso los de opinión, clasificados como editoriales casi siempre, no sabemos si por vergüenza de los redactores que allí trabajan o porque todos los escribe el propio Inda en sus ratitos de endiosamiento supremo.
Esta vez le ha tocado a Marta Flich, por antifranquista, por feminista, por lista, por exitosa, por mujer. Y otras veces le toca a los líderes de los partidos de izquierda y al propio presidente del gobierno del que OK Diario llega a decir que está dispuesto a pactar “con unos comunistas financiados por narco-dictaduras y amigos de teocracias yihadistas (Podemos), por golpistas (ERC), por racistas (PdeCat) y por los amigos de ETA (Bildu)”. Inda utiliza su tribuna y las que gustosamente le ceden otros medios de comunicación para destripar la vida personal de sus adversarios sin límites deontológicos ni morales. Las posverdades, el espionaje, las grabaciones conseguidas de manera fraudulenta y la nula citación de fuentes son marca de la casa. Las acusaciones, cuanto más graves e íntimas, mejor.
Muchas personas que publicamos en los medios de comunicación hemos incorporado este tipo de violencias en el pack de nuestro trabajo, violencias cotidianas que en el caso de las mujeres son siempre machistas. Nos hemos acostumbrado a recibir acoso en lugar de confrontación razonada, insultos, en vez de críticas y opiniones enfrentadas. Violencias que nos desgastan emocionalmente y que, seguro, algunas veces también hemos empleado en defensa propia sin calibrar las consecuencias para las otras personas. Hemos sido víctimas y victimarios y es labor de la prensa responsable no sostener los clics sobre la precariedad intelectual y emocional del amarillismo. Recojo un extracto de la recomendable de Edu Galán a Carlos López-Otín, el prestigioso genetista y catedrático de bioquímica que sufrió una persecución laboral y personal que acabó con la vida de 6.000 ratones de su bioterio, el acoso en redes sociales de sus adversarios, y la consiguiente retirada de ocho artículos científicos que lo llevó directo a la depresión y al aislamiento. Fue el periodista Manuel Jabois quien la compartió en su twitter a raíz del acoso a Marta Flich. “Solo había logrado admitir que si te va bien en la vida, tienes que rendir cuentas. ¿A quién? A los que no les ha ido tan bien y que creen que, a lo mejor, no te lo mereces… Esa maldad la había admitido. Pero la maldad por la maldad… Es decir, el que alguien obtenga disfrute personal dañando a otro o a otros o a muchísimos otros… Porque quien me daña a mí daña profesionalmente por extensión a mis alumnos, a las familias para las que trabajamos, a los otros grupos de investigación, a mis colegas… Y este es un daño que se amplifica, se amplifica… No lo concebía.”
Ante esta realidad solo nos quedan tres vías posibles: rendirnos y dar la batalla por perdida sabiendo que siempre ganan los corruptos y cabrones, podemos convertirnos en cómplices y en verdugos, o bien, podemos seguir esquivando las hostias, atadas a nuestra dignidad como ciudadanas y como profesionales, para hacer que el mundo merezca un poco más la pena. La propia Marta lo explica en su libro “Frente a ello, las ganas de construir, la inteligencia, el humor, la pasión, la bondad, la empatía, la disciplina, el valor, la solidaridad y la capacidad del ser humano. De ellas y ellos, de los que estuvimos, de los que estamos y los que estarán.”
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