Opinión
Una limosna para Florentino
Por David Torres
Escritor
En un capítulo de La saga de los Marx, una novela de Juan Goytisolo no tan famosa como debiera, un personaje con pajarita, pechera almidonada, sortijas de oro, levita abierta sobre un chaleco incrustado de diamantes, es decir, un millonario en toda regla, se presenta ante los viajeros del metro de París como dueño de una poderosa multinacional, propietario de una vasta fortuna y de extensas propiedades en medio mundo. Pero todo eso no le basta -dice-, quiere ser todavía más rico y por eso solicita una limosna, si pueden ser cien francos, mejor, si sólo son cinco, cinco, pero necesita que todos y cada uno de los presentes se rasquen el bolsillo y contribuyan a aumentar su patrimonio para “afianzar mi presencia en el Olimpo de los Cresos”.
Páginas después se descubre que el millonario en cuestión no es otro sino Bakunin, el célebre líder anarquista, quien con ese gesto de obscenidad suprema pretende remover las conciencias, socavar el sistema capitalista y encender la llama de la revolución. La escena era absolutamente inverosímil hasta que esta misma semana Florentino Pérez la ha personificado en carne y hueso al solicitar ocho millones de euros de los fondos europeos para convertir Real Madrid Televisión en una plataforma OTT. Sin embargo, no es la primera vez que Florentino recurre a esta maniobra de desviar fondos públicos para subvencionar sus empresas fallidas; de hecho, estos ocho millones de euros resultan una minucia al lado del chorro indecible de dinero que ha costado el proyecto Castor: un desastre a todos los niveles (incluido el geológico y el ecológico) que arrancó con un presupuesto inicial de 480 millones de euros y concluyó con una indemnización de 1.350 millones pagados a tocateja por el estado español.
No hay duda alguna de que la petición de Florentino cumple con todos los requisitos legales, como tampoco la hay de que todo esto huele mal, muy mal. No sólo cabe pensar en el viejo dicho de que ante el vicio de pedir, está la virtud de no dar, sino también preguntarse cuánta indecencia puede aguantar el contribuyente y con qué materiales se fabrican las fortunas de ciertos empresarios. En la letra pequeña de ese plan de ayudas se especifica que los fondos europeos están destinados a socorrer a los autónomos, proteger las rentas familiares y paliar la solvencia de algunas empresas. La historia cae en picado hacia el agujero negro si se tiene en cuenta que el Real Madrid es un club que factura más de 750 millones anuales en beneficios (el segundo con más ingresos de toda Europa) y que además, según datos de Football Leaks, cobró 200 millones de euros del fondo Providence desde dos compañías radicadas en un paraíso fiscal de las Islas Caimán.
Ocho millones de euros para que el madridista de pro pueda disfrutar por enésima vez de la retransmisión en diferido de aquella goleada al Barca en los años noventa o de una semifinal contra el Inter en la Champions League. Partidos que han repetido tantas veces que el delantero que marcó aquel célebre gol de penalti que valió una Liga o una Copa de Europa al final lo va a fallar. Puede que me equivoque, sí, pero a lo mejor Florentino es la reencarnación misma de Bakunin, un líder anarquista que no para de trabajar en pro de la revolución.
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