Opinión
¿Cómo ligan las mujeres que no van al súper?
Periodista
-Actualizado a
No tengo pruebas ni tampoco dudas de que las mujeres pasan cada vez menos tiempo en el supermercado porque entre trabajos, crianza y prisas varias, lo que le queda a la mayoría da para escaparse unos minutos antes o después del trabajo remunerado o del gratuito, y por eso nos la cuelan tan bien las grandes superficies con las ofertas 2x1 y 3x2 que no lo serían tanto si tuviésemos tiempo para sacar una calculadora, o para darnos una vuelta por los mercados y las tiendas de barrio.
Aun así, debemos de pasar más tiempo que ellos y por eso la famosa campaña de ligar en el súper tiene un sesgo de género que no se puede ni aguantar: las mujeres maquilladas como puertas en la cola de la charcutería a la hora a la que se supone que los tíos salen de trabajar. Viendo la efusividad con la que se ha recibido este invento, me pregunto si de verdad hay alguna mujer en el planeta Tierra a la que le excite esto de ligar con la megafonía de las ofertas de cinta de lomo de fondo. Como dice mi amiga P., a la que suelo pillar en el súper siempre 15 minutos antes de cierre, “para mí el súper sería el último lugar del mundo para ligar, el sitio al que siempre voy con mis peores pintas”. Y precisamente por eso, el súper también es de los peores sitios en donde una se puede encontrar al ex, y casi todas nos hemos tenido que esconder de alguno detrás de la estantería de los huevos de corral al verlo venir de frente y con la camisa planchada.
Por encima, mis amigas sin pareja son las que menos van al súper, ya que ellas no tienen la obligación de turnarse para comprar para varias personas, así que sus compras son breves y fugaces, de esas compritas que caben en una mano o en un pequeño bolso y que tanta envidia me dan, porque el peso es tan ligero que les permite improvisar al salir y pararse a tomar algo antes de llegar a casa. Pero mis amigas ligan, o lo intentan, y eso a pesar de que ligar se está convirtiendo en un deporte de riesgo. Todas las mujeres solteras que me rodean me dicen lo mismo: el mercado sexual, y no el super, está “francamente mal”. Hace poco, leí en alguna parte que se había acuñado el concepto “heterodepresión” para referirse a esa sensación desmoralizante que viven muchas mujeres adultas que buscan pareja o encuentros íntimos con hombres. La heterodepresión se cebaría principalmente con las mujeres millenials, que rondan los 40 años, que han estudiado y que tienen un trabajo acorde a su formación, pero que no encuentran a demasiados hombres de sus características disponibles en su franja de edad. Esta paradoja provoca, por una parte, que cada vez más a menudo veamos a mujeres emparejadas con hombres que no están en la misma sintonía intelectual o laboral que ellas o, directamente solas, criando y creando a sus propias familias.
¿Y cómo ligan mis amigas que están en el mercado? El Tinder es una opción que todas han usado pero que definitivamente no entusiasma a ninguna. A., madre sola por elección, señala que “Me da pereza y tengo varias historias negativas”. Y la mayoría de ellas comenta que su ligue ideal se da a través de “gente conocida”, es decir, a través de amigos o de amigos de amigos. N., madre separada de dos niñas, dice que los ligues vienen por conocidos, o por amigos de otros amigos que ya le han dado un feedback. Y a C., que está en una feliz pareja desde hace más de una década, le parece que darse cuenta de que te gusta un amigo en secreto hasta que te atreves a decírselo es el plan ideal de ligue. Confirmo esta teoría. Los lugares, los de toda la vida: bares, restaurantes y opciones de tardeo, ya que la noche también está en declive y cada vez hay menos discotecas para arrimarse al personal, cosa que, llegadas a una edad, se agradece. Y, por supuesto, están las redes sociales en las que habitualmente continúan las conversaciones que empiezan en persona. El puesto de trabajo es otro lugar que muchas señalan para el ligoteo, aunque C., comunista, opina que esta es una opción aberrante.
Por supuesto, nunca pasará de moda en esto del ligar una de las opciones más rastreras: invocar el retorno de los exs. “En la última crisis con mi pareja me dio por escribirle a todos los tíos con los que me había enrollado en mi fase previa, por lo menos para recordar lo bien que lo pasábamos en la cama“, comenta A. Hablando con ella, llegamos a la conclusión de lo rápido que se nos olvida a todas por qué la relación falló antes. Y a una mujer soltera tampoco le faltará nunca la opción de meterse en camisa de once varas y verse seducida por un tío en pareja y con una familia a cuestas que no va a parar hasta ponerte en una situación altamente delicada. “Soy soltera con una hija y a menudo me vienen muchos hombres casados que me dicen que les encanto pero que hasta que hayan catado, no van a soltar lo anterior. Me dicen cosas como que no se van a ir de su casa para un piso de soltero.”
Les pregunté a mis amigas qué características meterían en el carro si pudiesen comprar en el súper al hombre de sus sueños (ya sabemos que, en general, las mujeres no compramos personas, ni tampoco pagamos para cumplir caprichos sexuales) pero el juego no deja de tener su gracia. P. buscaría y pagaría por sentido del humor, paciencia, inteligencia, inquietudes propias (al margen de las suyas), sin complejos y “capaz de admirarme además de quererme porque ve en mí a una diosa”. Ya puestas, pide que “tenga buenos brazos y también ganas de follar bien, pero no mucho”. A. dice que prefiere un tipo que ya haya estado en pareja y que tenga hijos, para que esté en las mismas circunstancias que ella. “Creo también que llegadas a estas circunstancias una segunda pareja tiene más posibilidades de hacerte feliz que la primera, porque ya sabes lo que no quieres y corriges vicios”. No me ha aclarado de quién son los vicios que hay que corregir. B. señala que también preferiría un tío que tuviese hijos para que entendiese lo que es, aunque a poder ser no bebés. Y mi querida N. quiere un hombre que “no haya visto porno, que esté centrado en los cuidados y que no se sienta constantemente agredido cuando hablamos de los hombres”. Básicamente, lo que quiere mi amiga es una mujer.
Y yo, si tuviese que ligar en el súper, lo primero que haría sería fijarme en qué lleva un hombre en el carro un martes a media tarde. Disgustos me habría ahorrado.
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