Opinión
La ilusión fuerte
Por Marta Nebot
Periodista
Hoy podríamos decir que es el día de la ilusión. Ésa que nos descubrió las mariposas internas -las que nos nacieron antes que las otras- y que algunos dicen que nos convirtieron en niños eternos.
Y es que la idea es brillante, mire usted: una magia que concede los deseos el mismo día, a la misma hora, a todos a la vez, repartiendo felicidad a chorro, a cascoporro, a lo comunista; bueno no, a lo socialdemócrata, que la ilusión es para todos por igual, pero se materializa con presupuestos distintos.
Obviando su origen religioso, centrándonos solo en nuestra necesidad de ritos, de optimismo y de celebración compartida, no le veo inconveniente a inocular a nuestros niños la fantasía de la generalización del gozo, aunque sea momentánea.
Aunque confieso que en casa desapareció en cuanto los afectados me preguntaron. Mire usted, me convenció de que no estaba bien engañar para hacer creer en otra mentira que delega la consecución de la felicidad en quimeras, como si no fuera el juguete de construcción más propio, personal e intransferible de todos.
Pienso en qué me hace ilusión en estos tiempos... Estar con los míos, los libros, los teatros, el cine, la música, un plato rico, un paseo por el campo o por la ciudad, un buen baño, una comida con un amig@, una fiesta de cumpleaños, un abrazo largo... Siempre los empiezo creyendo en su magia, con fe en que pueden mejorarme o mejorar algo y ya sé que no es por hechizos, que es por ser lo más hermoso de la vida, lo bonito que hemos descubierto o construido, que es el combustible de mi motor, el más madera para mi locomotora.
Y entonces me dan muchas ganas de dar mucho las gracias y de compartirlos, mire usted. Y también pienso en qué pena no tener ilusiones más grandes, ilusiones como las de antes, ilusiones que vayan más allá de uno, sin sonar ilusas. Y repienso en el péndulo y en el nuevo neoliberalismo juvenil y en la epidemia de individualismo y en cómo se van a perder los sueños más grandes y en que el mundo, la vida, nosotros no tenemos sentido de uno en uno, que vivir para uno solo es muy limitadito. Que somos en relación a, que vivimos en algún sitio, rodeados de circunstancias, de influencias, sobre los hombros de una historia, rodeados de otros sobre otros, en un planeta que ya no es tan recóndito, dónde todos nos vemos las vidas y nos las anhelamos o compadecemos en esta inter e hiper conexión en la que, más que navegar, flotamos intentando no ahogarnos.
Quizá por todo eso llevo conmigo aquel anhelo de anhelos compartidos y visto así ya no me parece tan malo y tal vez me arrepiento, mire usted, de no haber mantenido la magia más tiempo entre los míos.
Y levanto la mirada de lo que escribo y me encuentro en mi escritorio con el termo que regalaban en un Congreso reciente en Sevilla. Es negro mate, un objeto elegante, con una frase sencilla y pequeña escrita en vertical en su lomo en rojo:
Sed de izquierda
Y la miro y veo al mundo tan sediento, tan falto de esta ilusión.
Porque, aun siendo realistas, admitiendo que este año estuvo lleno de buenas noticias, y no dejándonos llevar por el pensamiento apocalíptico imperante, siento que todo eso no nos calma la sed de cambio, de que a este mundo no lo reconozca ni la madre que lo parió, como dijo otro. Porque hay mecanismos sobrados para acabar con las grandes viejas lacras como el hambre, las guerras y la desigualdad monstruosa. Porque técnicamente hemos avanzado la hostia pero políticamente no.
Técnicamente hemos avanzado la hostia pero políticamente no
Algo tenemos que inventar que nos ilusione a tod@s para tod@s.
Lo siento, mire usted: seré post-católica, atea charnega o lo que usted me diga, pero me parece que ilusionarnos juntos es parte de nuestra naturaleza, que estaba aquí antes que ninguna religión y que sin eso la humanidad no habría ido a ningún sitio.
Y aquí estamos: con más derechos que nunca en medio mundo, con la amenaza de perderlos por otra ilusión -más ilusa-, la de que se pueden evitar los cambios, la que dice que cualquier pasado fue mejor, la que demuestra que no se puede vivir sin ilusión.
Y joder con la desilusión de los que no creemos, mire usted. A mí me está volviendo y me vengo arriba. ¿No es increíble que haya algo que ilusione más que creer en los seres humanos?
Salud e ilusiones fuertes.
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