Opinión
El guion más convincente de Johnny Depp
Por Silvia Grijalba
Escritora y Periodista
El viernes pasado se acabó un espectáculo televisivo que ha tenido en vilo, desde el 11 de abril, a millones de espectadores de Estados Unidos y parte del resto del mundo. Los protagonistas son una pareja que parecía idílica, pero no. Él, uno de los actores mejor pagados de Hollywood: carrera impecable que incluye papeles de cine independiente, atractivo, con ese punto bohemio que le hace un poco vulnerable, pero con una virilidad rebelde y con una historia de superación (ha curado su adicción a las drogas, en plural, muy en plural). De ella no sabemos mucho, pero la prensa destaca cosas de su vida como que fue reina de belleza en su natal Texas, que es bisexual, que llegó a Los Ángeles para ganarse la vida como actriz y modelo, conoció al famoso actor que le regaló un caballo (el animal, no el opiáceo) para conquistarla y, tras su divorcio, salió con Elon Musk. Lo más relevante de su carrera es que era la heroína (protagonista, no la droga) de Aquaman.
El escenario de este programa de vida en directo es un juzgado, con su jueza que se parece increíblemente a Jim Kerr (cantante de Simple Minds) y que a veces pone cara de: “¿Qué he hecho con mi vida, qué hago aguantando esto”; un jurado popular que nunca aparece en pantalla pero al que la actriz siempre se dirige cuando habla; una abogada de mediana edad, con un corte de pelo imposible y no muy buena dialéctica; un abogado idéntico a Walter Matthau, pero más elegante y delgado que viste impecable, es inteligente, respetuoso y con sentido del humor; una abogada de la edad de la acusada, pero su antagonista: morena, trabajadora, cariñosa, cálida y muy honrada a tenor de las caras que pone cuando le pregunta a la actriz si iba por el dinero del millonario actor bohemio.
En efecto, se trata del juicio por difamación que Jonny Depp (58) ha interpuesto a su ex mujer, Amber Heard (36) por un artículo que ésta escribió en The Washington Post en el que presuntamente le acusa de haberla maltratado. Y también, en efecto, la abogada mal peinada, con lapsus mentales y extraña dialéctica es la de Miss Heard. Y digo en efecto porque en este juicio que los canales Court Tv y Law and Crime han retransmitido a diario en directo, todo lo que tiene que ver con el equipo de Heard tiene fallos (como la vida misma) en cambio los abogados, testigos y declaraciones que vienen por parte del novio, son perfectos. O mejor dicho, con esas imperfecciones que les hacen más humanos y que van encaminados a que Depp aparezca como un chico de la calle que canta su canción, maltratado por su madre y después por la cazafortunas de Amber. Es todo tan perfecto que resulta increíble si uno se pone a pensarlo. Quien haya escrito el guion de esto merece mucho más que un Oscar, pero es que el sistema judicial americano va encaminado a crear “una narrativa” y, con las redes sociales como jueces, ese elemento se ha convertido en imprescindible.
Pasemos a contar la historia que nos muestra el equipo Depp que, incluso, a veces, por inercia, consigue que testigos del bando contrario testifiquen, sin darse cuenta, a favor del Pirata del Caribe.
Empecemos por los grandes secundarios de la trama. Mi favorito, el más logrado, es el amigo de la infancia de Depp que vive gratis en uno de los áticos del actor. Durante su testimonio, la abogada de la defensa intenta hacernos creer que declara a favor del actor porque le da casa gratis y le presta dinero. Pero él le da la vuelta y afirma que, sí, que Johnny le da dinero, pero mucho más de lo que ella dice. Son amigos y le ayuda. En un momento del testimonio ese tipo con pinta de boxeador retirado, el típico duro de corazón de oro de cualquier película de sobremesa, rompe a llorar y, entre sollozos, dice que la familia del actor no se merece por lo que ese hombre está pasando. Ese instante es realmente emocionante y sirve de gancho para otro en el que la Miss Heard afirma (esto ha sido muy criticado por todo el mundo) que una noche Depp le pidió perdón entre lágrimas. Ella explica al jurado que se quedó atónita porque “nunca había visto a un hombre adulto llorar, mi padre no lloraba ni en los funerales”. Punto a favor de Depp, resulta que ella no sabe apreciar la sensibilidad del protagonista de Eduardo Manostijeras.
Pero todo guionista sabe que un drama necesita alguna carcajada y también titulares. Ha habido varios, pero el más significativo ha llegado gracias al “hombre de confianza” del actor. Un señor con pinta de ex hell angel al que la defensa preguntó con inquina por un episodio en el que Depp podría haber miccionado en el macetero de la entrada de su edificio. El aparente Ángel del Infierno no recuerda que así fuera y la defensa contrataca preguntando si el Sr. Depp había sacado su miembro viril aquella noche, aunque no llegara a miccionar, a lo que el hombre de confianza responde con un “Creo que si le hubiera visto el pene a Johnny Depp lo recordaría”. Todo muy masculino y muy rock and roll. Todo, incluso las declaraciones de algunas secundarias invitadas por Amber Heard. En concreto su hermana que, al parecer enseñó a Depp a esnifar cocaína con un tubo impulsor (según el testimonio de Amber) y que, cuando le preguntan si Depp bebía mucho, ella va y contesta que “en esa casa raramente estábamos sobrios”. Pero el remate llega con Ellen Barkin, que cuenta que Depp lanzó un día una botella de vino contra la pared en un hotel de Las Vegas, muy en su papel de Humpter S Thomson, y la cual, a la pregunta: “¿Tenía usted una relación romántica con Mr. Depp?”, ella responde: “Romántica no, sexual”.
Pero todos esos comentarios pertenecen al pasado y Depp pone cara de niño bueno y responde: “No, ahora no podría” cuando le preguntan si ha vuelto a tomar opioides. Con esa base hemos visto día a día cómo se desarrollaba la auténtica trama principal de este espectáculo. Una historia que le muestra como un romántico y que no puede ser más acertada. Todo empieza con él retirando la silla para que se siente a Camille Vásquez, segunda de abordo de su equipo de abogados. Otro día ella le toca un segundo más de la cuenta la mano, en otra ocasión le hace una confidencia y sueltan una carcajada. El mundo adora a Camille y el mundo quiere que Depp se deje proteger por esa chica que se parece a la princesa de Sussex, vestida de blanco, que nada tiene que ver con esa “rubiaca”.
El remate ha llegado en los últimos días del juicio. Camille (y no el abogado idéntico a Walter Matthau) ha sido la encargada de analizar las posibles contradicciones de Miss Heard y lo ha hecho interrogándola de una manera directa, tranquila y con un punto un poco despectivo. Es ese personaje de la película romántica que le canta las cuarenta al villano pérfido. Que le dice lo que el mundo no se ha atrevido a decir a su compañera del trabajo, a su cuñado o a la ex que ha arruinado a su marido.
Que fuera Camille la responsable del contrainterrogatorio es una jugada perversa, enfrentar a dos mujeres en un juicio que, según medios como el New York Times, supone un golpe mortal al movimiento me too, es un golpe bajo.
En los próximos días sabremos el dictamen del jurado, pero ese detalle resulta bastante banal. La narrativa ha ganado y este espectáculo de telerrealidad dejará para la historia la imagen de Camille y Depp abrazándose, en último día del juicio, el momento del "The End” y con los “memes” relativos a Amber Heard con nariz de Pinocho.
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