Opinión
Un día perdón y otro, misas franquistas
Por David Bollero
Periodista
Todo indica que el próximo 20 de noviembre (20-N) volveremos a presenciar un desfiles de fascistas despreciables homenajeando al dictador asesino que fue Franco. Lo harán, además, en varias Iglesias, algo que desde la Conferencia Episcopal Española (CEE) no ven con malos ojos porque, según sus responsables, sólo "son misas". Lo hace un día después de que su máximo responsable, Juan José Omella, haya pedido perdón públicamente por, entre otras, las "inconsistencias internas" y la "corrupción" en el seno de la Iglesia. Cínicos.
El argumento esgrimido desde la CEE tiene el mismo peso y coherencia que el perdón de un día atrás: ninguno. "Se pueden celebrar eucaristías con una sola condición, que esa persona haya fallecido. En esa celebración se pide a Dios por las almas de todos los difuntos", esgrimen los obispos, obviando que las misas del 20-N se celebran "por el alma de Francisco Franco y todos los Caídos por Dios y por España", evidenciando el tufo fascista del asunto. ¿Caídos por Dios y por España? ¿Dónde están los curas de bien? ¿Dónde se meten los obispos decentes, que den un paso al frente, más allá de hacerlo cuando ven peligrar sus bolsillos por la necesaria erradicación de la Educación concertada?
Omella admitió el otro día que la fe pierde terreno en España, que por desméritos propios la Iglesia ha generado escándalo, desafección y "falta de confianza en la jerarquía" de la misma Iglesia... y lo hizo en el mismo discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de la CEE. Pues bien, la celebración de esa decena de misas del 20-N no hacen más que incrementar esa desafección y vuelven a demostrarnos que la Iglesia española está podrida y su podredumbre se extiende a los feligreses que consienten tales actos.
Siendo la única Iglesia de Europa que no ha actuado con contundencia contra sus innumerables casos de pederastia, los obispos españoles parecen no perder ocasión para demostrar cuán metido en su ADN está el fascismo. Estos homenajes franquistas chocan frontalmente con las Leyes de Memoria Democrática de varias Comunidades Autónomas, que deberían aplicarse con rigor, y se dará de bruces con la futura nueva Ley de Memoria Democrática nacional, pues en cierto modo se produce un grave menosprecio a las víctimas franquistas.
Lo que está aquí en cuestión no es tanto la exaltación franquista que tendrá lugar, como el escenario en el que se producirá. Lo primero forma parte de una libertad, la de expresión, que precisamente quienes anhelan al dictador nos arrebatarían si estuviera en su mano; lo segundo prueba la adhesión de la Iglesia española a la memoria de un dictador y sus seguidores... y eso no hay misa purificadora que lo arregle después. Ni su mismo infierno podrá.
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