Opinión
De Despeñaperros para abajo y para arriba
Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
De Despeñaperros para abajo se celebran unas elecciones trascendentales, también, para lo que queda al norte de este Parque Natural. Las elecciones andaluzas están en esa frontera difusa (siempre pasa con Andalucía que lleva su propio ritmo en el calendario electoral) de no saber si es el último eslabón de lo viejo o el primero de lo nuevo; si comienza o finaliza un ciclo político. Y estos comicios de este domingo se encuentran en esta encrucijada, quizás, algo más acentuada todavía de lo habitual.
Y es que cada una de las principales candidaturas que juegan en el tablero de este 19J coquetean con su destino. Andalucía es la comunidad autónoma más poblada del Estado español; sus 8 millones y medio de habitantes suponen cerca del 18% de la población total. Lo que ocurre de Despeñaperros para abajo tiene fuertes réplicas en el resto de España. Los resultados que arrojen las urnas andaluzas pueden suponer terremotos en Madrid, en las sedes estatales de los partidos. Llega el momento de la verdad, tras una de las campañas más ideologizadas que se recuerdan.
En la sevillana calle de San Vicente, donde se encuentra la sede de los socialistas andaluces, el domingo aguantarán la respiración durante un recuento que se le puede hacer largo a Juan Espadas. El exalcalde de Sevilla ha tenido las encuestas en su contra hasta que dejaron de publicarse. Muy reconocido en la capital, se ha empeñado en campaña en que le conozca el electorado de otras provincias, sobre todo de la Andalucía oriental. En unas horas sabremos si lo ha conseguido. Todo lo que sea no superar los 33 diputados que logró Susana Díaz en 2018 será un estrepitoso fracaso. Aún así, el sevillano pretende seguir al frente del socialismo andaluz, al que llegó el año pasado, para conformar un proyecto para los próximos años. Para darle forma a un PSOE que no está acostumbrado a estar en la oposición en Andalucía.
En Ferraz, también contendrán la respiración. Tras los malos resultados de febrero en Castilla y León, otra derrota en Andalucía haría buena la estrategia de Pablo Casado. El defenestrado expresidente del PP pretendía colocar en el calendario una serie de comicios autonómicos para que un PP con viento de cola en las encuestas lograra victorias parciales que acorralaran a Pedro Sánchez de cara a unas generales.
Un varapalo en Andalucía dolerá en el Palacio de la Moncloa, donde pretenden pasar página cuanto antes del 19J. A partir del lunes, todo será Cumbre de la OTAN, el evento se celebra los próximos 28, 29 y 30 en Madrid. Además, la maquinaria de Ferraz se empleará a fondo para disputar con garantías las municipales del año que viene, verdadera previa de las generales de finales de 2023. Habrá movimientos en el banquillo socialista en los próximos meses.
Y es que para la izquierda, Andalucía es mucho más que la región más poblada de España. Es el epicentro de sus fuerzas militantes. Así es en el PSOE, donde la federación andaluza es la más numerosa en cuanto a afiliados, pero también en la izquierda radical: lo era y es en el PCE, también en IU. La victoria de la derecha de Despeñaperros para abajo tiene consecuencias no solo numéricas para el resto del país, sino también simbólicas. Como decimos, las principales fuerzas de izquierdas beben en gran medida de sus cuadros andaluces.
Por Andalucía es un proyecto que nació accidentado, las atávicas disputas en el seno de las izquierdas españolas no frenaron ni a la hora de conformar la coalición. Viejas rencillas entre Podemos e IU, así como con el equipo directo de Yolanda Díaz, quien está llamada a ser la líder del espacio, renacen. Veremos si la paz conseguida en campaña, salvo por algún hecho puntual, perdura en el tiempo o todo estalla tras el domingo.
La vicepresidenta se ha involucrado personalmente en esta campaña de la candidatura de Inma Nieto, pero desde el principio dejó claro que no era una primera fase de su proyecto. Díaz arranca con su proceso de escucha de ‘Sumar’ el próximo 8 de julio en Madrid, en Las Vistillas, en plena semana del Orgullo LGTBI. La política gallega, como el PSOE, pasará página cuanto antes de Andalucía, salvo un giro de guion inesperado este domingo. Pinta mal para la izquierda.
La ruptura entre Anticapitalistas y Podemos fue más visceral todavía de Despeñaperros para abajo. El grupo parlamentario de Adelante Andalucía (confluencia de Podemos e IU, junto a partidos andalucistas del 2018) quedaba roto en dos la pasada legislatura. Teresa Rodríguez, al grupo mixto. Con la misma marca se presenta a estas elecciones como una opción política sin referentes en Madrid, de carácter claramente andaluz y andalucista.
Será inevitable la comparativa entre los resultados de Por Andalucía y Adelante Andalucía y también tendrán lecturas al norte de Despeñaperros. Así, en el anterior ciclo electoral veíamos cómo la izquierda de ámbito estatal referenciada en Unidas Podemos iba perdiendo fuelle en beneficio de las distintas izquierdas propias de los diferentes territorios.
En Galicia, Unidas Podemos no conseguía entrar en el Parlamento gallego pero el BNG se convertía en segunda fuerza, por detrás del PP y por delante del PSOE. En Euskadi, es EH Bildu la segunda fuera política, por detrás del PNV, y la que aglutina mayoritariamente a los votantes progresistas. En Catalunya, con las heridas del procés todavía sin cicatrizar, ERC obtiene muchos más apoyos que los comunes. En València, sucede algo similar con Compromís… ¿Y en Andalucía? ¿Qué relación quiere establecer el proyecto de Díaz con estas fuerzas soberanistas de los distintos territorios? Otra lectura que puede interesar para la noche electoral.
En el flanco de la derecha, el PP del recién llegado Feijóo pasa por un momento dulce. De Despeñaperros para arriba, muchos sondeos le sitúan como fuerza política hegemónica. De Despeñaperros para abajo, parece que la única duda de cara a este domingo es si Juan Manuel Moreno Bonilla sacará o no mayoría absoluta. Los problemas del PP vienen, precisamente, por sus pactos con la ultraderecha, con Vox, cuando les necesita para gobernar. En Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco gobierna con los ultras y las polémicas están servidas todas las semanas. En Andalucía, además, Moreno tendría que compartir bancada con Macarena Olona, un personaje político estridente.
La alicantina llegó como una estrella del rock n’roll de Vox a la campaña andaluza, pero su sobreactuación hace que los ultras lleguen deshinchados al final de la misma. Habrá que ver si solo son sensaciones o si, por el contrario, Olona se lleva un baño de realidad tras tanta exageración, faltas de respeto y extravagancias durante estas dos últimas semanas. Sus formas están, hasta el momento, alejadas de la ciudadanía de Despeñaperros para abajo, y para arriba.
Por último, Ciudadanos. El partido naranja desaparece del tablero político a marchas forzadas. Los de Juan Marín han compartido gobierno con el PP en la Junta de Andalucía durante la última legislatura, pero las encuestas señalan que la formación naranja se quedaría fuera del Hospital de las Cinco Llagas, sede del Parlamento Andaluz. Y eso, a pesar de la notable campaña que está haciendo Marín, defendiendo con uñas y dientes la permanencia del partido.
Albert Rivera llevó al partido a la ruina tras la repetición electoral de 2019, delirios de grandeza. Pretendió ser la fuerza hegemónica de la derecha, se vio presidente del Gobierno, y no quiso pactar con el PSOE. Los resultados de la segunda vuelta dejaron a Ciudadanos tocado, casi hundido, y consolidaron a Vox como tercera fuerza del panorama estatal. Desde que Inés Arrimadas cogiera las riendas del partido allá por marzo del 2020 este ha acelerado su viaje hacia la desaparición. Lo que suceda este domingo en Andalucía puede ser la gota que colme el vaso o un respirador que mantenga un halo de resistencia naranja.
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