Opinión
Cospedal y el Museo del Chorizo
Por David Torres
Escritor
Más que unos magistrados amigos, que los hay a patadas, lo que le va haciendo falta al PP en los distintos frentes judiciales que tiene abiertos, es un ejército de poceros para limpiar cloacas, aunque al paso que va lo de la Operación Kitchen no lo soluciona ni Desatranques Jaén. Llega un momento en que la porquería rebosa de las alcantarillas y empieza a arrastrar nombres propios muy gordos, más allá de jefazos de la Policía y secretarios de Seguridad Nacional.
El elenco que de momento ha sido imputado en el sumario de la Kitchen incluye a dos estrellas de la constelación mariana -Fernández Díaz y Cospedal-, quienes, sumados a los varios ministros del gobierno de Aznar en traje de rayas -Zaplana, Rato, Matas, sin contar sobreros- dan para una película de la mafia en versión hispánica o una reedición del neocalorrismo por todo lo alto: el Torete y su cuadrilla en traje y corbata.
También con mantilla, ya que la última adquisición, María Dolores de Cospedal, era de ir mucho a misa como las folklóricas de Julio Romero de Torres. Cospedal, que se fundió casi dos millones de euros en celebrar sendas cumbres del vino en Toledo y otros cuatro millones en la construcción de una Torre del Vino en Socuéllamos, patrocinaba a tope los caldos de Castilla-La Mancha sin comprender que el futuro estaba en la inauguración de un Museo del Chorizo. De este modo tan peculiar, lo que va quedando de las sucesivas legislaturas del PP es un gobierno en busca y captura la mar de chulesco.
Chulesco es el término que mejor define el tono con que estos próceres y próceras de la patria se sientan en el banquillo para alegar que ellos no saben nada ni se acuerdan de nada. Con tanto vino manchego, no nos extraña. López del Hierro, consorte de Cospedal, se ha negado a contestar las preguntas de los portavoces de la comisión del Congreso asegurando que el “López Hierro” que aparece en los papeles de Bárcenas no es él, sino otro distinto. “Yo es otro” escribió Rimbaud en un verso famoso, profetizando la asombrosa metamorfosis del PP en manos de Casado, que no es ese PP de las cloacas y la corrupción a manos llenas, sino otro PP mucho más bonito. De hecho, Casado llegó a la presidencia del partido gracias entre otras cosas al apoyo directo de Cospedal, una mujer que hace política igual que le apañaba los finiquitos a Bárcenas: en diferido y en forma de simulación. Ocho meses hace que la fiscalía Anticorrupción solicitó la imputación de Cospedal y señoro: más diferido imposible.
Para intentar tapar el pestazo de la Kitchen -aliñada con esas grabaciones de Villarejo que son psicofonías del bajo vientre- ni siquiera ha servido la habitual cortina de humo de Venezuela, de modo que los fontaneros del partido han tenido que echar mano de Rato, el Increíble Hombre Campana, para citarlo el mismo día en los juzgados por diversos delitos de fraude y blanqueo de capitales con una fianza de 65 millones de euros. Causan asombro la fidelidad y la ceguera crónica del votante de derechas ante semejante caudal de detritus, aunque no tanto si uno piensa que ya deben de estar acostumbrados al olor a mierda. En un experimento hecho para comprobar la eficacia de una campaña de higiene dental, los científicos comprobaron que las fotografías de unas dentaduras algo sucias y levemente dañadas resultaban mucho más persuasivas que las fotografías de unas dentaduras con los piños colgando y las encías hechas polvo, porque quienes veían las segundas se cruzaban de brazos ante la podredumbre. Con el PP ocurre algo parecido, que sus votantes creen que la podre ya no tiene remedio.
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