Opinión
Caminando hacia el colapso hídrico
Por Santiago Martín Barajas
-Actualizado a
Santiago Martín Barajas.
Portavoz del Área de Agua de Ecologistas en Acción
Las más de 4 millones de hectáreas de regadío que hay actualmente en España, suponen el 85% del consumo total de agua (INE 2015). Al consumo
"oficial" habría que añadirle el de los regadíos ilegales, lo que supondría un
consumo adicional estimado entre un 5 y un 10 % más. De hecho, ya en 2006
el Ministerio de Medio Ambiente estimaba que existían en España alrededor de 510.000 pozos ilegales, de los que se extraían del orden de 3.600 Hm3 anuales, en su gran mayoría destinados a la actividad agraria. El número actual de pozos ilegales se desconoce, aunque se estima que es bastante superior a esa cifra, pues apenas se han perseguido, cuando no tolerado, y se han seguido abriendo a millares con casi total impunidad por todo el país. Por ejemplo, en enero de este año, el Gobierno, en contestación a la pregunta parlamentaria realizada por el diputado de Unidos Podemos-Equo, Juan López de Uralde, informó que la Guardia Civil había localizado 562 pozos ilegales para regadío, tan sólo en el entorno del Parque Nacional de Doñana.
Como podemos apreciar, el regadío es el gran consumidor de agua en nuestro
país, y su superficie no ha dejado de crecer en las últimas décadas. De hecho, entre 1996 y 2016, la superficie regada en España se incrementó en un 21%.
La región donde más ha aumentado el regadío en los últimos 20 años ha sido
Castilla-La Mancha (46%), seguida de Andalucía (38%) y de Extremadura
(27%). Además, esta tendencia continua, como prueban las más de 700.000 nuevas hectáreas de regadío que aparecen contempladas en los planes hidrológicos de las diferentes demarcaciones hidrográficas actualmente vigentes.
A consecuencia de todo esto, podría decirse que "vivimos al día" con el agua, pues según llega a los embalses, se deriva hacia los regadíos, habiendo
pasado los primeros de ser "almacenes de agua" a casi ser meras "estaciones
de transferencia o de tránsito". Una buena prueba de ello la tenemos en lo
ocurrido durante 2018. Este año pasado disfrutamos de una primavera lluviosa, con un nivel de lluvias de un 83% por encima de la media. El otoño también fue lluvioso, con un 16% también por encima de la media. Pues bien, a pesar de ello, el nivel de llenado actual de los embalses se sitúa nada menos que 10 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años para esta misma semana. De hecho, al menos en los últimos años, en muchas zonas puede observarse como se riega incluso durante el invierno.
Por otra parte, los recursos hídricos disponibles en nuestro país se han visto mermados en los últimos 25 años del orden de un 20%, mayormente como consecuencia de la subida de las temperaturas a causa del cambio climático.
En definitiva, en España, la superficie regada sigue aumentando, a la vez que
los recursos hídricos disponibles se están reduciendo, lo que nos conduce
necesariamente a un escenario cada vez más insostenible y vulnerable y, si se produce un episodio de sequía prolongada, por otra parte propios de nuestro clima, podría desembocar en un auténtico colapso hídrico, con importantes y prolongadas restricciones en el abastecimiento urbano, incluyendo en grandes
ciudades, a la vez que gravísimos daños ambientales en los ecosistemas
fluviales.
Para evitar llegar a este escenario, desde Ecologistas en Acción consideramos que hay que frenar totalmente el crecimiento del regadío en todo el país, a la vez que se reduce la superficie regada actualmente existente, no debiendo pasar en ningún caso de los 3-3,2 millones de hectáreas de regadío, con lo que
se satisface sobradamente la demanda interna actual y futura, a la vez que
seguiría produciéndose una cantidad importante para seguir dedicando a la
exportación. Y de esta manera, podríamos alcanzar un cierto reequilibrio hídrico.
Por todo ello, hoy, en el Día Mundial del Agua, desde Ecologistas en Acción
reclamamos, tanto al gobierno central como a los gobiernos autonómicos, que lleven a cabo este cambio que proponemos en la política de regadíos. Pues, en caso contrario, mucho nos tememos que caminamos necesariamente hacia un colapso hídrico de consecuencias medioambientales, sociales y económicas muy graves.
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