Opinión
Un 'camarada Bidénovich' para Madrid
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
Si hace cien días nos dijeran que el presidente de EE.UU. iba a adelantar por la izquierda al Gobierno progresista de PSOE y Unidas Podemos (UP), responderíamos que es Joe Biden quien ha ganado las elecciones, no el "comunista" Bernie Sanders, que es como le llaman aquí los mismos adoradores de Donald Trump que califican de "ilegítimo y asesino" al Ejecutivo de Pedro Sánchez y -ahora, en primer lugar de UP- Yolanda Díaz.
La gestión económica de Biden -vamos a dejar a China o a Siria a un lado-, que además y en estos inicios turbulentos, está siendo mejor recibida por los Señores Mercados que la trumpista, es exactamente la que aplicaría en la Comunidad de Madrid cualquiera consciente de que ésta no la conforman solo los ricos barrios de Salamanca, Chamberí, Centro o Chamartín y las pudientes localidades de Pozuelo de Alarcón, Majadahonda o Boadilla del Monte, sino un sinfín de distritos y municipios, que solo en la capital, acumulan índices tan dispares de riqueza como la renta media por hogar de 114.186 euros en El Plantío (Moncloa-Aravaca) frente a la de 17.786 euros del barrio de San Cristóbal. Casi 100.000 euros de diferencia en una ciudad de 3,2 millones de habitantes.
Es inevitable pensar en la presidenta y candidata del PP Isabel Díaz Ayuso cuando, como estos días, se hace balance de los primeros cien días de Gobierno de Biden, alias camarada Bidénovich para el lado neoliberal del mundo. ¿Que el presidente de EE.UU. anuncia un plan de ayudas y estímulos en diciembre por 900.000 millones de euros prorrogados para "salvar 90.000 negocios" azotados por la pandemia? La presidenta de la Comunidad de Madrid nos empuja a todos a tomar cañas al salir de extenuantes y sufridas jornadas laborales en bares abiertos para no tener que dar al sector ni medio euro en ayudas. Es más, según Ayuso y porque la democracia parlamentaria la secuestra, si hay que frenar 600.000 euros en ayudas a hosteleros y restauración para convocar elecciones, se paralizan. La asfixia económica se resuelve tomando cañas pese al riesgo sanitario, esto es, hablando en plata: "Apáñate tú mismo/a".
El PP siempre ha tenido a EE.UU. en lo alto del pódium de las democracias occidentales, y ¡ay! de quien osara cuestionar su democracia, sus guerras, sus abusos en América Latina o sus guantánamos (recuerden cuando Zapatero no se levantó ante la bandera de EE.UU. en protesta por la guerra de Irak y estuvo a punto de ser apedreado en la plaza pública). Pero esta vez les pasa como con Angela Merkel y el cordón sanitario a la ultraderecha: vamos a ignorarlos.
La diferencia (el abismo), por tanto, entre Biden y Ayuso es el papel que, en opinión de cada cual, juegan las administraciones públicas y los gobiernos elegidos democráticamente en la protección del colectivo país o comunidad o estado federal o municipio, tando da. Biden entendió, tras unos años de trumpismo corrupto, negacionista, mentiroso y desestabilizador, además, en plena emergencia sanitaria y con EE.UU. en las listas de máximos de contagios y muertos, que ahora era el momento de actuar para proteger a la sociedad del virus y sus estragos, agravados por la irresponsabilidad culpable de su antecesor en la Casa Blanca. Un golpe de keynesianismo que ha hecho volar las páginas de la Teoría General del empleo, el interés y el dinero de Keynes (1936) sobre las principales instituciones del mundo. Salvo por Madrid, donde el trumpismo va ganando por goleada.
¿Y qué hacemos con los impuestos? Según Bidénovich, subírselos a ricos y rentas más altas -por encima de los 400.000 dólares al año para recaudar 2,5 millones-, pero también a las empresas, alzando el impuesto de sociedades del 21 al 28%, y además, tomando medidas contra aquellas corporaciones que tributen fuera del país. El equipo económico del presidente estadounidense calcula que 91 de las 500 mayores corporaciones del país pagaron cero impuestos federales en 2019. Cero. Zero.
¿Y en la Comunidad de Madrid? Aquí, según datos recogidos de la propia Consejería de Hacienda, la comunidad habría dejado de ingresar en torno a 48.300 millones de euros entre 2004, justo después del tamayazo, y 2019, gracias a beneficios fiscales de hasta un 100% de bonificación no tanto a las empresas como a los grandes directivos y accionistas. A Madrid, los contribuyentes de rentas más altas se traen su domicilio fiscal para pagar menos (son los que menos tributan comparativamente con otras comunidades), de forma que se produce ese efecto aspirador de empresas desde otros territorios al centro y que lleva a clamar a éstos, y con razón, por la cacareada y nunca vista armonización fiscal. La presidenta de Madrid lo justifica, en líneas generales, diciéndonos que su comunidad es ya más rica que Catalunya (esa obsesión) y no necesita subir impuestos; en todo caso, bajarlos. Así se ha comprometido a hacerlo si ganas las elecciones del martes 4 de mayo.
Es evidente que muchos madrileños y madrileñas la aplauden -a las encuestas me remito-, como también lo es que la fiscalidad en Madrid es beneficiosa para unos pocos y muy perjudicial para la mayoría, lo que equivale a decir que es un desastre en términos de justicia social. Sin entrar en más detalles, basta con tener en cuenta los datos del sector público, que el PP y Vox están empeñados en destruir: "La Comunidad de Madrid tiene unos de los peores datos de bienestar de España y está por debajo de la media europea en casi todos los indicadores", advierten y confirman con datos los integrantes de la plataforma ciudadana Cuida Madrid, integrada por varios profesionales y expertos de amplio espectro empeñados en mostrar el deterioro público madrileño con cifras, frente a bulos y manipulaciones.
Un dato, solo uno y relativo a la sanidad pública que detalla con informes extensamente contrastados Cuida Madrid [pueden consultarlos todos en el canal de Telegram de la plataforma, https://t.me/CuidaMadrid]: "Madrid es la segunda comunidad autónoma que menos invierte en sanidad, apenas 1.340 euros por habitante, y eso tiene consecuencias importantes: faltan 3.300 camas en los hospitales públicos de Madrid, hace que el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) tenga un déficit de 11.359 enfermeras y enfermeros, y provoca que la atención primaria esté bajo mínimos, con un médico por cada 1.562 habitantes, mientras que Castilla y León [también gobernada por el PP], una comunidad autónoma con menos recursos que Madrid, ofrece un médico por 893 habitantes, casi la mitad".
Quedan cuatro días para votar y, en el momento que se escriben estas líneas, cinco para conocer los resultados electorales, en cuya estimación Ayuso parte como clara favorita, muy por delante del segundo, el PSOE-M. Los datos son contundentes, pero he querido que fuera el camarada Bidénovich (no sé por cuánto tiempo) quien les explicara la importancia de lo público para cohesionar territorios y sociedades, aunque el presidente de EE.UU. ya no sea un referente para la (ultra)derecha. Porque la igualdad no puede ser una utopía, ni en EE.UU. ni en Madrid.
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