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Nunca más el silencio. Deportados gallegos en los campos de concentración nazis
Trabajar en las historias olvidadas significa encontrar, detrás de los silencios y junto a los documentos, centenares de relatos que nos muestran hombres y mujeres de carne y hueso. Introducirse en la vida de los deportados en campos de concentración nazis supone evidenciar un largo periplo de heroísmo y de fuerza. La Asociación Para La Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) lleva un tiempo trabajando con investigadores y familiares para recuperar sus historias, sepultadas durante años. Sus nombres aparecen en listados, pero su sufrimiento y su heroísmo deben ser conocidos individualmente y debe significarse su lucha por la libertad.
Carmen Rodeja / Luzes-Público
A Coruña-Actualizado a
Por eso, porque eran luchadores contra el fascismo, el Estado español favoreció su deportación. El año pasado, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) presentó sus casos para incorporarlos a la querella argentina contra el franquismo, con la intervención de la abogada de esa querella, Ana Messuti, y el asesoramiento de los investigadores Benito Bermejo y Carlos Hernández.
Con el contacto con los familiares supimos de estas historias omitidas para los suyos, el silencio impuesto y la falta de información eran un agujeo en la memoria de las familias. Y nos contaron historias de ilusión republicana, obrera; y supimos de guerra, de resistencia, de tanques, de línea Maginot, de desembarcos, de stalags [abreviatura de Stammlager, la denominación que el III Reich le dio a un campo para prisioneros de guerra en la Segunda Guerra Mundial] y de muchas historias de supervivencia.
Porque el silencio, el no saber lo que ha sucedido, el callar tanto tiempo y la desinformación dañaron a esas familias que siempre esperaron la vuelta de los suyos; y cuando supieron de sus muertes, por las cartas enviadas desde Francia, nadie se preocupó de cuidarlos y ayudarlos con el luto.
Traemos las historias de Enrique Doval, de Coeo de O Corgo, que volvió con la noche llena de pesadillas contada por Mero Iglesias, su amigo; el admirador de Rosalía de Castro José Seijas, de Carral, que escribía cartas con sus poemas y que rescató la investigadora Nieves Villar; Damián Domínguez, estudioso de Ourense, sigue sumergido en las tinieblas buscando el periplo de Verísimo Rodríguez, de Allariz; Juan González del Valle, el intelectual amigo de Dieste, Alberti, Max Aub y Borges, gaseado en Harteim y a quien estudia Lázaro Louzao; Encarna Díaz es la memoria de su padre Aurelio y del tío Vitctorino Díaz Hortas, que vivieron la muerte y el triste exilio. María Torres, estudiosa de la deportación, recuerda al futbolista de Vigo Ricardo Rodríguez, también gaseado en Harteim; José Ferradás Pastoriza, de Bueu, fue quemado en Gusen y recordado por su sobrino José Ferradás; Manuel Rodríguez Rubio, de Ézaro, quien había visto "máis avións no seo que ghaivotas na praia de Ésaro un día de vendaval" y que el escritor Naval siempre reivindicó; Y, por último, Abilio Álvarez Bernardo, sacado de las tinieblas por su sobrino Rafael Adán.
Siempre presentes en nosotros.
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Enrique Doval Reija
Coeo, O Corgo, Lugo. Preso en los campos de exterminio de Trier XII-D, Mauthausen y Gusen. Liberado el 5 de mayo de 1945).
Por Baldomero Iglesias, investigador y amigo.
Un día Antía Ca habló de Mercedes Núñez, su amiga, hija de un joyero de Bergondo (A Coruña) emigrado a Barcelona. Relató cómo, erguida en dignidad, declaró en los juicios de Núremberg la experiencia de los crematorios. Ella contaba, y yo sin querer fui a mis memorias con Enrique Doval, O Cachimbas, el de la Casa Cabrera de Coeo, en la vuelta de Lugo. Enrique había llegado a Mauthausen esclavo y al borde de la muerte. Por él conocí la cruel historia. Era cojo de una pierna que había metido en la rueda del tren para tener una coartada y salvar la vida.
Pudo volver allá y mostrar, en un vídeo, los hornos donde había estado. "No todos iban muertos", decía. "Recogíamos la grasa para hacer jabón". No hay quien lave cuanto allí se hizo.
Murió en 1997 y nunca pudo dormir bien con los espantos y pesadillas. Había huido de Francia después de luchar con el ejército republicano en la 117 compañía. Lo cogieron y lo llevaron al campo de exterminio. Llegó a pesar 35 kilos. Escapó cogiendo un tanque al que le pintaron la hoz y el martillo con la bandera republicana.
En los últimos tiempos enamoró de una chica, y fue feliz. Guardo la cámara que me regaló para no olvidar aquello y, hoy, lo evoco agradecido.
José Seijas Ínsua
(Carral 1911- Gusen 1942).
Por Neves Villar, investigadora.
Nostálgico de Rosalía de Castro, interesado en tener a su alcance una gramática española para poder enseñar esa lengua en el campo de concentración francés y consejero de sus hermanos; a veces orgulloso de su progreso en la vida, otras con miedo a lo que le podía deparar el futuro, pero siempre aferrándose a la idea de volver a ver su familia. Así se mostraba José Seijas Ínsua en las cartas que le hacía llegar a sus hermanos, una vez terminada la Guerra Civil, desde la 109 Compañía de Trabajadores Extranjeros en Saint Cyprien (Francia). Cartas que su hija y su nieta conservan como un verdadero tesoro.
Lejos quedaba su Carral natal, donde sus padres regentaban una tienda de ultramarinos que le dio la posibilidad de estudiar y entrar a formar parte del cuerpo de Policía como guardia de asalto. También los buenos momentos en Barcelona, donde había sido destinado y residía con su mujer, Julia Fuentes, y con su hija Olga, que guarda en su memoria, como si fuera hoy, los paseos con su padre montada en el triciclo, o cómo este pasaba el capote del uniforme por encima de su madre. Tampoco falta el triste recuerdo de cuando lo vino por última vez, solo con cuatro años de edad.
Aunque las cartas iban destinadas a sus hermanos, afines a la Falange, para poder pasar la censura y evitar represalias a su mujer y a su hija, que habían regresado a Carral, eran éstas las que le inspiraban ánimos por sobrevivir.
Su suerte, por el contrario, hizo que fuera detenido en Belfort y llevado como prisionero de guerra a Fallingbostel (Alemania) para más adelante ser deportado al campo de exterminio nazi de Gusen, en Austria, donde murió el 6 de julio de 1942.
Verísimo Rodríguez Ollero
(Paderne de Allariz, 1919. Preso en los campos de concentración de Moosburg VII-A y Mauthausen. Liberado el 5 de mayo de 1945).
Por Damián X. Domínguez Fernández, investigador.
Verísimo Rodríguez Ollero era un nombre cualquiera hasta que comenzamos a indagar en los avatares de su vida.
Cada documento que descubrimos no es un simple papel, es una vivencia. Y estamos ahí, a su lado, intentando meternos en la piel de un chaval de 17 años para acercarnos a sus vivencias y penurias. Una jornada que comienza luchando en las Milicias Gallegas durante la Guerra Civil y que continúa camino del exilio francés, donde termina en una compañía de trabajadores extranjeros.
Seguimos a su lado camino del Stalag VII-A Moosburg, un campo nazi para prisioneros de guerra. De allí partimos dentro de un tren de mercancías con Mauthausen como última parada. Recurrimos a pie el penoso camino que lo lleva desde la estación al infierno en vida. Descubrimos que es el prisionero ourensano más joven en entrar en él. También que forma parte del primer contingente de luchadores republicanos que acaba en un campo de concentración nazi el 6 de agosto de 1940.
Aliviados, hallamos que sobrevive a Mauthausen. Por primera vez esbozamos una leve sonrisa. Trals su liberación, Verísimo se pierde en la bruma de los tiempos, sin duda perseguido por lúgubres pesadillas.
Un triste peregrinar que nos remueve por dentro. No hay manera de imaginar todo lo que vivió por desear, por defender una vida mejor y más justa. Ahora nos toca recuperar su memoria, su historia. Es de justicia.
Juan González del Valle
A Coruña, 1898- Hartheim, 1941.
Por Lázaro Louzao, fotógrafo.
Nacido el 9 de octubre de 1898 en A Coruña en el seno de una familia de la alta burguesía conservadora, comienza sus estudios universitarios en el curso 1915/16 y a publicar en 1920, centrando su producción literaria alrededor de la poesía, la prosa poética y la crítica literaria. Republicano de izquierdas y homosexual, frecuenta los círculos literarios de la época donde conoce, entre otros, a Castelao, Dieste, Blanco Amor, Gómez de la Serna, Unamuno, Alberti, Max Aub, Francisco Ayala, Azorín, Rubén Darío, Borges...
Del Valle publica la mayor parte de su obra en la revista Alfar, que llega a dirigir en la última etapa coruñesa. En 1925 se encargara de la edición de la primera antología poética de Valentín Lamas Carvajal. En 1927 es nombrado Académico Correspondente de la Real Academia Galega e imparte docencia en el Instituto coruñés de Eusebio de A Guarda, trasladándose en el año 33 a un instituto de Madrid.
En el 36, se apunta voluntario en el batallón de su sindicato de enseñanza, la FETE, incorporándose a la 1ª Brigada Internacional a las órdenes de Ramón J. Sender. De Madrid marchará a Valencia en el 5º regimiento de las milicias populares, encabezadas por Antonio Machado, y de ahí a Barcelona. Durante este tiempo continua impartiendo docencia y colabora con revistas al servicio de la causa republicana como Hora de España y Nueva Galicia.
Con la caída de Cataluña pasa a Francia, donde es internado en un campo de concentración en Angoulême y de ahí, trasladado a Mauthausen en agosto del 40. En enero del 41 lo transfieren al campo auxiliar de Gusen, y es finalmente gaseado en el castillo de Hartheim el 26 de septiembre de ese mismo año, a los 42 años de edad.
Aurelio y Victorino Díaz Hortas
(De Outeiro de Rei a Mathausen. Victoriano murió en 1941, Aurelio sobrevivió).
Por Encarna Díaz, hija de Aurelio y sobrina de Victoriano.
Aurelio y Victorino Díaz Hortas nacieron en Outeiro de Rei (Lugo), en una familia de labradores. Desde muy jóvenes trabajaron en el campo. Aurelio no quería ser un esclavo y sus inquietudes lo llevaron a A Coruña. Entró en la Policía en 1934 y fue destinado a Barcelona, donde conoció su esposa, Isabel, en pleno estallido de la Guerra Civil. En el ejército republicano llegó a teniente. Al finalizar la guerra, los dos hermanos se exiliaron heridos a Francia. Al poco, Aurelio recibe una carta en la que le informan de la muerte de la mujer en España y de que su hija Encarna, de 6 meses, le había sido confiada la otro hermano en Galicia.
Cuando el ejército alemán invadió Francia fueron encerrados en un campo de prisioneros de guerra. El 24 de enero de 1941 fueron deportados a Mathausen. Victorino, por su precario estado de salud, como ya no podía trabajar, es trasladado al campo de exterminio de Gusen, donde muere. Aurelio continuó en Mathausen y sobrevivió. Vio a sus camaradas morir convertidos en esqueletos, entrar en los crematorios, vio enterrar a presos vivos o meterles la cabeza en alquitrán hirviendo. Para comprender la barbarie que pasó en los campos es necesario haberlo visto y vivido.
Lo salvaron las ganas de vivir. Ocupó puestos de trabajo en los que se hizo indispensable. Fue carpintero, y se adaptó a numerosas situaciones, siempre formando parte de comités clandestinos de prisioneros.
Al ser liberados, Aurelio se fue a Francia, con la salud delicada por alos ños de horror y desnutrición, y se estableció en Grenoble. Como hija de un deportado se vive con la culpabilidad de ser feliz. No poder hablar con naturalidad con un padre obsesionado porque el horror que vivió no se volviera a repetir jamás. Y en cualquier momento puede pasar, ya que el odio y el extremismo continúan en ascenso. Hay quien, a día de hoy, sigue afirmando que toda esta barbarie no pasó y que son historias de "rojos comunistas".
Ricardo Rodríguez Fernández
(Vigo, 1910- Hartheim, 1942)
Por María Torres, investigadora.
Ricardo no pudo llegar a participar en la Olimpiada Popular de Barcelona, para la que había sido seleccionado. No pudo regresar nunca a Vigo, abrazar su familia y encontrarse con su novia Mercedes. Tampoco pudo volver a jugar al fútbol, su gran pasión. Todas sus ilusiones, al igual que su cuerpo, se convirtieron en cenizas.
Nace en Vigo, en 1910. Estudia en el Colegio Minerva y comienza a jugar al fútbol en el Constitución. En 1928 ficha por el Ciosvín, equipo que se proclama Campeón de España amateur, ganando la copa Presidente de la República de Fútbol en 1931. El tercer gol del encuentro lo marca el centrocampista Meana, el apodo con el que era conocido Ricardo.
El 17 de julio del 36, Ricardo parte para Barcelona con la delegación gallega, que había previsto participar en la Olimpiada Popular. Un día después se une a las milicias republicanas y combate en la contienda alcanzando el grado de Teniente de Infantería del Cuerpo de Seguridad.
José Ferradás Pastoriza
(Bueu, Pontevedra –Gusen, 1941).
Por José González Ferradas, sobrino.
Mi madre, como respuesta a mis preguntas de infancia, me contó que el tío Pepe "había muerto en la guerra con los otros", que "el tío Pepe era de los otros". A pesar de eso nunca dejé de buscarlo. Siempre mantuve la curiosidad y la esperanza de conocer la verdad. Ahora la sé gracias a la investigación de María Torres.
Mi tío, José Ferradás Pastoriza, era natural del lugar de A Rosa, en Beluso. Había aprendido el oficio de carpintero, pero en los años treinta se dedicaba a la pesca de bajura. Tenía dos hijas con su compañera Josefa Cabral.
Sindicalista y de ideología socialista, tras el golpe de estado de 1936 participa en alguna acción para tratar de evitarlo, pero lo persiguen y una noche le dan aviso de que van a ir por él y escapa de la casa. La familia jamás lo volvió a ver.
Consigue llegar a Euskadi y trabajar como voluntario en las canteras de Martutene. Más adelante integra la tercera compañía del Batallón México. Lucha en el frente de Ochandiano y en la línea de Baranbio. Su nombre figura en una suscripción «a favor de la lucha de clases», en la que colabora con cinco pesetas.
Tras la contienda pasa a Francia y es confinado en Argelès sur Mer hasta diciembre de 1939, cuando se enrola en la Compañía de Trabajadores extranjeros núm. 107. Detenido en junio de 1940, pasa por los campos de prisioneros de guerra de Belfort y Fallingbostel. Deportado a Mauthausen el 25 de enero de 1941 en una expedición de 1.472 españoles, en la que también está el fotógrafo Francesc Boix, en abril lo trasladan a Gusen, donde muere el 20 de septiembre de 1941. Su cuerpo fue quemado cuatro días después.
Manuel Rodríguez Rubio
(Ézaro, 1916- Hartheim,1941).
Por Francisco Fernández Naval, escritor.
Manuel Rodríguez Rubio era el segundo de siete hermanos. En 1935 estaba afiliado al Pósito de Pescadores de O Pindo, aunque él soñaba con ser zapatero. En verano de 193, para no ser movilizados por el ejército golpista, huye al Monte Pindo con su hermano Joaquín.
En la tarde de 16 de octubre , con otros 11 huidos, secuestran el As, barco que recogía sardina para salazón. La borraxeira -una niebla espesa y baja- los protege del avión enviado en su busca. Sin combustible, al pairo, tras capear un temporal, los encuentra y les da remolque hasta Bristol el vapor inglés Etrib.
De su llegada informa el 22 de octubre el periódico Evening World. Una imagen muestra un grupo de jóvenes con el puño en alto. Cantan La Internacional. De una taberna sale un hombre que les dice, en gallego, que allí no conviene esa canción.
Denegado el asilo, son repatriados a España por Cataluña. Todos, excepto uno, se integran en el ejército republicano. Tras la derrota, Manuel Piñeiro, Miguel Ferrer, Manuel y Joaquín pasan la frontera. Piñeiro fallece en el campo de concentración de Agde-Herault. Miguel y Joaquín consiguen embarcar en el Winnipeg, el barco fletado por Neruda. Manuel es confinado en el campo de Argelès-sur-Mer.
Integrado en los batallones de trabajo del ejército francés, cae prisionero de los alemanes. Recluido en el Stalag XII-D Trèves, escribe a casa diciendo que estuvo en una batalla en la que había más aviones que gaviotas en la playa del Ézaro un día de temporal. Quizás Dunkerque. Deportado a Mauthausen en un de los primeros trenes con presos republicanos, ingresa en el campo el 25 de enero de 1941. Con punzón y tinta imborrable le graban en el brazo el número 4148. El 16 de septiembre es asesinado en el castillo de Hartheim. Gaseado, anotan en el registro. Manuel Rodríguez Rubio, Marrolas. Es necesario repetir este nombre.
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