Massouda Kohistani, refugiada afgana en Galicia: "Estoy viva, pero no tengo vida"
La activista por los derechos humanos en Afganistán está refugiada en España de 2021y denuncia la situación de represión que sufren las mujeres de su país a manos de los talibanes.
Luzes-Público
Santiago-
Massouda Kohistani entra en la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago de Compostela un poco apurada. Afuera llueve. En el aula 1, sus compañeras de Amnistía Internacional están preparando todo para la charla que va a impartir sobre la situación de las mujeres en Afganistán. Antes de sacarse el abrigo, se lanza a colocar una pancarta que reclama el derecho a la educación.
Dice que está un poco cansada. Lleva todo el día con una agenda apretada. Acaba de salir de una entrevista para meterse en otra. Después, viajará a A Coruña, a Lugo, y a muchos otros lugares de la Península. Desde que llegó a España como refugiada en agosto de 2021, no ha parado de conceder entrevistas e impartir conferencias, explicándole a todas las personas que quieran oírla cómo viven las mujeres en Afganistán hoy en día. "Lo hago porque espero que así alguien nos escuche".
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Su compromiso con los derechos humanos viene de lejos. Trabajó en la Unidad de Investigación y Evaluación de Afganistán —organización de investigación independiente para mejorar la situación social del país—, participó cómo facilitadora en la Jirga Nacional sobre Consultas para la Paz —antecedente del Proceso de Doha para la paz en Afganistán— y forma parte de la Red de Mujeres Afganas —oenegés que luchan por la participación equitativa de la sociedad afgana, para el Proceso de Paz nacional e internacional—. De hecho, el 14 de agosto de 2021, justo el día antes de que los talibanes tomaran el poder , iba a tener una reunión con el grupo de derechos de las mujeres en relación a las negociaciones de paz.
En ese momento ya auguraban que algo iba mal. "No pudimos juntarnos, nos dijeron que no era seguro y que teníamos que quedarnos en casa y hacer la reunión en línea", relata. El día 15 vieron las noticias por la televisión: "Después de escuchar lo que había sucedido, solo podíamos llorar. Nosotros ya sabíamos lo que podía pasar bajo un gobierno talibán, sabíamos que no aceptan a las mujeres".
Dos veces exiliada
En los 90, durante el anterior Gobierno talibán, Massouda ya había tenido que huir a Pakistán con su familia. Dos décadas más tarde tuvo que buscar refugio por el mismo motivo. El 15 de agosto de 2021, los talibanes tomaron el poder después de la retirada de las tropas de Estados Unidos. Tras este día, las mujeres afganas no se quedaron calladas. Incluso a sabiendas de la represión que podía derivar de sus actos, se manifestaron pidiendo acceso a la educación y al trabajo.
Massouda participó en la organización de esas protestas. "No era fácil, sabíamos que poníamos nuestra vida en riesgo, pero teníamos que hacerlo. Yo no pude estar presente en las manifestaciones, porque tuve que huir del país el 21 de agosto", explica. Su activismo la convirtió en un objetivo para los talibanes.
"No escogí marcharme; no tenía opción"
Por eso, tras solo cinco días después de la toma de Kabul, ella tuvo que escapar: "No escogí marcharme; no tenía opción". Desde el exilio, organizó las manifestaciones de las mujeres en contra de los talibanes: "Era mucho más seguro para mí que para las compañeras que aún quedaban allí. El 15 de agosto hice un grupo de Whatsapp con las activistas para hablar de lo que sucedería a partir de entonces. Sabíamos que teníamos que manifestarnos, redactar pancartas, etcétera".
No todas las mujeres pudieron escapar. Muchas aún siguen viviendo en Afganistán, donde sus derechos se vieron drásticamente reducidos desde la llegada al poder de los talibanes. En agosto de 2021 cerraron el Ministerio de Asuntos para las Mujeres, que sustituyeron, según información de Amnistía Internacional, por el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio; se vetó la educación secundaria para las niñas; se impuso un código indumentario; las obligaron a llevar un acompañante —mahram— para aparecer en público, y prohibieron a mujeres y niñas el acceso a los parques.
Además, Amnistía Internacional denuncia que advirtieron de que si una mujer o niña infringía las normas impuestas, sería responsabilidad de los varones de la casa. En consecuencia, las familias restringieron aún más los derechos de sus miembros femeninos.
"Hay grupos de mujeres que, a pesar de que saben que es peligroso, siguen protestando", asegura Massouda. Según Amnistía Intencional, los talibanes reprimieron con dureza a las que participaron en las manifestaciones contra las restricciones de su Gobierno. "Cuando se prohibieron las protestas de las mujeres en público, comenzaron a hacerse oír desde casa, pintando pancartas y colgándolas en las redes sociales. A veces, cuando esto pasa, los talibanes van a donde viven, las arrestan y entonces dejamos de tener noticias de ellas", cuenta Massouda.
Según explica, muchas mujeres que tuvieron que quedarse en Afganistán son ahora nómadas: "Para que no las detengan, se mueven de un sitio a otro, sin tener un lugar fijo donde estar".
Las redes sociales nos permiten enseñarle al mundo que no nos quedamos calladas"
Uno de los grandes cambios que percibe Massouda desde el mandato talibán de los 90 al de hoy en día es el avance de las tecnologías. "Las redes sociales nos permiten enseñarle al mundo que no nos quedamos calladas, que defendemos nuestros derechos y estamos en contra de los talibanes. No callamos porque sabemos que eso supondría aceptarlos".
La vida cotidiana es dura para las mujeres que no pudieron huir del país. "Ayer una amiga me escribió para contarme que salió de casa sola y los talibanes la pararon para decirle que no podía hacerlo", cuenta Massouda. Además de los límites de movimiento, explica que hay muchos asesinatos de mujeres a manos de los represores: "Muchos de estos sucesos no son públicos, porque amenazan a las familias con que, si lo cuentan, los matarán a todos".
Aumento de los suicidios entre las mujeres
A pesar de sus ansias de combatir el régimen y de seguir defendiendo los derechos de las mujeres, Massouda también recalca que muchas de ellas sufren, cada vez más, de problemas relacionados con la salud mental. "Desde la llegada de los talibanes han aumentado mucho los suicidios entre las mujeres", asegura. Según el estudio Encuesta nacional sobre desórdenes de ansiedad y depresión en Afganistán: una poboción altamente traumatizada, el 47% de las mujeres padece depresión y otras enfermedades relacionadas.
Según el informe, ellas experimentan más que los hombres estrés postraumático y pensamientos suicidas. La ONG Médicos Sin Fronteras ya advirtió de que el futuro de las pacientes en Afganistán se ve amenazado por el decreto del Ministerio de Economía que prohíbe a mujeres trabajar para organizaciones no gubernamentales.
"¿Sabéis? Cuando yo iba a la universidad también podíamos compartir clase con chicos"
Otra de las grandes preocupaciones de Massouda es la situación de la educación para las niñas. Según datos de la UNESCO, las matrículasde alumnas en todos los niveles de educación entre 2001 y 2018 se multiplicó por diez. Por otra parte, la alfabetización de las mujeres casi se duplicó entre 2011 y 2018, pasando del 17% al 30% en este período de tiempo. Massouda se preocupa por la situación de las niñas ahora que ya no pueden acceder a la educación secundaria. Tras el cierre de 2021, el Gobierno prometió la reapertura de la escuela secundaria para niñas en marzo de 2022, pero eso nunca llegó a formalizarse. Después de unas horas abiertas, los talibanes decidieron volver a cerrarlas.
Durante la charla Massouda mira al público. Está en el aula de una facultad. Detiene su discurso, que avanza veloz, durante un momento, para realizar una radiografía de todas las personas que están sentadas delante de ella, la mayoría estudiantado. "¿Sabéis? Cuando yo iba a la universidad también podíamos compartir clase con chicos", sentencia. Desde diciembre de 2022 está prohibido el acceso de las mujeres a universidades. Según datos de Naciones Unidas, un total de 1,1 millones niñas mayores de 12 años quedaron sin acceso a la educación formal y más de 100.000 jóvenes se vieron privadas de continuar con sus estudios en instituciones de educación superior, tanto gubernamentales como privadas. En la actualidad, el 80% de las niñas y las chicas en edad escolar en Afganistán no acceden a la educación y casi el 30% nunca ingresaron en la educación primaria.
Restricciones en el ámbito laboral
Kohistani hace hincapié también en las restricciones que sufren las mujeres en el ámbito laboral. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo femenino en el cuarto trimestre de 2022 era un 25% inferior al del segundo trimestre de 2021. Por su parte, el empleo masculino descendió un 7% en el mismo período de tiempo. "Conozco a muchas mujeres que antes trabajaban en casa haciendo pan para sacar algo de dinero. Ahora no pueden hacerlo, lo que provoca que no tengan ningún tipo de ingreso y acaben dependiendo totalmente de sus familiares varones".
El pasado 8 de marzo, el Departamento de Estado de los EEUU emitió un comunicado en el que, en nombre de los ministerio de Asuntos Exteriores de casi 30 países, ponía la atención sobre la situación de las mujeres en Afganistán. En él, se decía que en el último año y medio, las niñas y mujeres del país habían vivido un declive en lo que se refiere al respeto a sus derechos fundamentales. En el comunicado que emitió ese mismo día el presidente Joe Biden se volvía a hacer referencia a situación que viven las mujeres y niñas.
No obstante, Massouda es contundente con respeto a su opinión sobre el papel de Estados Unidos en el conflicto: "Ellos sabían que cuando se marcharan la situación en la que viviríamos sería ésta. Dijeron que habían concluido su misión en Afganistán, dejando en el poder a los terroristas y a nosotras, en esta situación".
"Estados Unidos dejó el poder a los terroristas"
Asimismo, es preciso destacar que, aunque desde 2001 hasta 2021 sí que hubo mejoras en la situación de las mujeres, la base de partida no no era buena. Ya en 2017, la ONG ONE, que lucha contra la pobreza extrema, situaba en un informe a Afganistán como el cuarto país del mundo en el que las niñas tienen más difícil el acceso a la educación. Por encima solo estaban Níger, la República Centro Africana y Sudán del Sur. Además, durante los veinte años que duró la intervención militar de Estados Unidos, la mayor parte de los avances en materia de igualdad llegaron a zonas urbanas, pero no tanto la áreas rurales, donde los talibanes ya habían tomado el poder.
ONU Mujeres afirmaba entonces que el 28,3% de las mujeres de entre 20 y 24 años se habían casado antes de los 18 años. Junto a eso, desde la organización aseguran que en diciembre de 2018 ni siquiera había bastantes indicadores para medir la situación del país en clave de género. Tan sólo el 38,6% de los indicadores necesarios para medir los objetivos de desarrollo sostenible desde una perspectiva de género estaban disponibles.
Feminismo activo
El movimiento feminista en Afganistán está en activo. A las personas que utilizan la represión de los talibanes para justificar comentarios racistas contra la población afgana, Massouda les responde que las mujeres en Afganistán trabajan en grupos feministas por sus derechos. "No es una cuestión de la sociedad afgana, sino de los terroristas que están en el poder", señala. Y, además, aclara que "el feminismo es un movimiento social en activo en el país, no solo por parte de las organizaciones internacionales, sino que son las propias mujeres afganas las que están organizadas. No solo protestan, también se ayudan unas a otras, por ejemplo, dando clases, si pueden, a otras mujeres".
Afganistán vive una gran crisis humanitaria. Según datos de ACNUR, 25 millones de personas se encuentran en situación de pobreza extrema y más de la mitad de la población depende de ayuda humanitaria para sobrevivir. La situación es insostenible e insegura para gran parte de la gente que vive allí. La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) registró, por lo menos, 237 ejecuciones extrajudiciales desde agosto de 2021 hasta junio de 2022. La población LGTBIQ+ sigue, según Amnistía Internacional, sufriendo violaciones graves de derechos humanos, incluidas amenazas de muerte y agresiones sexuales.
Según ACNUR, 25 millones de personas se encuentran en situación de pobreza extrema en Afganistán
Además la existencia de una prensa crítica con el poder es prácticamente imposible. Desde Amnistía Internacional aseguran que "el ejercicio del periodismo enfrenta cada vez más restricciones, incluidas detenciones arbitrarias, reclusión ilegítima y tortura, para informar sobre los talibanes desde un punto de vista crítico, lo que favorece la autocensura".
Cuando se le pregunta la Massouda sobre la situación de las personas afganas en busca de refugio a nivel internacional, ella es clara: "La vida para quien tienen que marcharse es muy complicada".
2,6 millones de refugiados afganos en el exterior
Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), hay registradas un total de 2,6 millones de personas refugiadas, de las que 2,2 millones se encuentran solo entre Pakistán e Irán. Además, también hay 3,5 millones de desplazados internos dentro del propio país. En octubre de 2021, dos meses después de que concluyeran las operaciones de transporte aéreo en Afganistán, Amnistía Internacional publicaba un llamamiento en el que denunciaba que "las personas que quedaron atrás se encuentran con grandes obstáculos para buscar refugio fuera del país". Aseguran, también, que "países de Europa y Asia Central sometieron a personas afganas a devoluciones sumarias ilegales, detenciones y deportaciones".
Massouda, que pudo marcharse a tiempo, tiene presente a quienes no corrieron la misma suerte: "No aceptar a refugiadas es una decisión que va en contra de los derechos humanos, de todas las personas de Afganistán". Habla sentada desde una silla en la Facultad de Medicina de la USC mientras la gente va entrando poco a poco para escuchar su charla. Antes de coger fuerza para contar cómo llegó su país a la situación en la que está hoy, finaliza: "No fue fácil para mí marcharme ni vivir aquí. No es fácil dejar atrás a toda la gente que quieres. Estoy viva, pero no tengo vida".
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