Quieres ser libre. Quieres ser libre e independiente. Tu inconformismo, tu rebeldía y tus ansias por emanciparte hacen que llegues a Xerais con tan sólo diecinueve años. Llegas a unos meses de la inauguración de la nueva sede de la calle Doctor Marañón, en Vigo. En marzo de 1981, en una fiesta a la que acuden más de cien personas, asistes al acto en el que se marcan los objetivos de la editorial: que la cultura gallega deje de ser minoritaria; recuperar para el gallego las aportaciones de la cultura universal mediante traducciones; difundir el conocimiento de los valores de Galicia en el exterior y servir de vínculo de unión para los que viven en esta tierra superando sectarismos y narcisismos.
¡Vaya momento lo de tu llegada! Recuerdas?
La maquinaria se pone en marcha. Xerais ha preparado para 1982 un plan editorial de sesenta títulos y la creación de una nueva colección juvenil de traducciones de obras clásicas. Esta colección lleva el nombre de Xabarín. En ella comienzas a dar los primeros pasos en el mundo editorial.
Corre el año 1983 y ya estás sumergida de lleno en las labores de edición y divulgación. Participas en el programa Encontros en la Escuela de Maestría San Clemente, en Santiago de Compostela, en una mesa redonda en la que se analiza la importancia de contar con libros de lectura en gallego acomodados para el lectorado más joven. Tu faceta de activista cultural, participando en infinidad de recitales y festivales de poesía, hace que pierdas el miedo escénico. Las haces como si el mundo de los libros te viniera de estirpe.
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En uno de los despachos, en la parte en la que la moqueta verde cubre el suelo de la editorial, estás tú. Trabajas bajo la luz directa de la lámpara que tienes sobre la mesa. Te gusta más la luz cálida de tu foco que la que viene del techo, incluso más que la luz del día que entra por la ventana. A tu izquierda, la foto de Mike Tyson, "el boxeador más temido", con su inmenso cuello y con los puños en guardia. Tú dices que la vida es un cuadrilátero en el que hay que estar siempre en guardia. ¿Recuerdas?
Trabajas rodeada de papeles, lápices, rotuladores rojos y, principalmente, de los botecitos de típex que siempre están a tu lado. A veces tus dedos e incluso tus labios acaban manchados con el líquido blanco que tanto usas.
Estos días andas con Amantia entre las manos. Te hablan y tú no contestas, no es el momento, estás en conversación con la obra de la Queizán. Estás en la Galicia del siglo IV con mujeres ilustradas por la poesía, estás con Maximila, con Gala –aquella mujer a la que le querían robar la sonrisa–, con Enenocia, con Amantia y con la teatrera Exeria. Estás dialogando con un texto que nos sobrevivirá a todas.
Te ocupas, a tus veintiún años, de aplicar la incipiente normativa del gallego, con los criterios aun fluctuantes y poco claros, en una de las novelas que marcarán un tiempo. Estás desasosegada; la autora manifiesta su desacuerdo con la intervención que haces en el texto. Tú estás convencida de que estás cumpliendo con una de las labores del trabajo de editora: intervenir en los textos mejorándolos en la forma y en el fondo, para potenciarlos. Con todo, el libro saldrá publicado con la siguiente nota:
"Amantia fue escrita con diferente ortografía de la que presenta en su edición. Tengo el derecho y también el deber de declarar que me resulta penoso ver mi novela escrita en una ortografía que no me parece, ni como enseñante ni como escritora, la idónea para ser impuesta como norma en todo el país…". MXQ [María Xosé Queizán].
¿Recuerdas?
Ahora no eres consciente, Xela, pero con el paso de los años alguien hablará de ti como una pionera. Cuando comienzas no hay mujeres trabajando profesionalmente en la edición gallega. La edición, el trabajo que tú escoges para ser libre e independiente. Sí, también en eso eres una adelantada. Sabes que si no apuras vas a perder oportunidades, experiencias… Quieres apurar tu libertad.
Estos primeros años de la década de los ochenta son tiempos bien extraños. Por un lado hay mucha ilusión; la sociedad demanda cada vez más libros en gallego, en la editorial se crea el Premio Xerais de Novela, se inauguran nuevas colecciones, los planes editoriales son cada vez más ambiciosos… Pero, del otro lado, está la barbarie: "Sí no cerráis la editorial, esta noche la destrozaremos por dentro. ¡Arriba España!, ¡Viva Cristo Rey!", dicen en la llamada anónima recibida en Xerais el Día das Letras Galegas de 1984. La noche anterior, un grupo de tres menores apedrearon la fachada de la sede rompiendo los escaparates. ¿Recuerdas?
En otro orden de cosas, en el ámbito del galleguismo, el debate sobre las normas de la escritura en gallego está candente. Pero tú tomas partido. Tú, que siempre tuviste el gallego como lengua de expresión, entiendes que se precisa de una normativa propia para que nuestro idioma tenga futuro.
Apuestas por traducir del portugués O gato Gaiado e a andoriña Señá: unha historia de amor, de Jorge Amado, y luego llega el encargo editorial de traducir Amor de perdición, de Camilo Castelo Blanco y, también, las críticas. Xosé F. Ferreiro, que con el paso del tiempo será uno de los tres académicos de la Real Academia Galega que te proponen para ser la figura homenajeada en las Letras Galegas de este año, escribe en La Voz de Galicia: "Tenemos que señalar también que no estamos muy seguros de la eficacia que pueda tener para el lector galaico esta versión. Y por una razón bien clara: aquel que tiene los debidos conocimientos para leer y comprender el gallego, también los debe tener para leer y comprender el portugués sin muchas dificultades". Aunque también apunta: "De cualquier manera, si Amor de perdición va a ser más leída ahora por los gallegos, bienvenida sea la traducción. Y nuestras felicitaciones a Xela Arias por el buen trabajo tan ajustado al texto original".
Pero tú tienes clara tu postura y te defiendes: "Hoy Saramago, en Galicia, leería más en castellano que en su idioma". "Amor de perdición tuvo cierto éxito de ventas y en definitiva hacer la traducción supuso decir: la nuestra es una lengua completa y capaz".
Después llega el Premio de Tradução Sociedade da Língua Portuguesa que tanto te gusta. Es la primera vez que una traductora gallega y una traducción del portugués al gallego alcanza un premio internacional. Te sienta muy bien que tus dos obras traducidas del portugués fueran presentadas al premio por la Asociación de Periodistas de Oporto. Cuando vas a Lisboa a recoger el galardón, en tu intervención hablas de lo que significa esta distinción para la lengua gallega como reconocimiento internacional en igualdad de condiciones con otros idiomas. Consideras que esta distinción fue más un reconocimiento para el gallego que para ti misma. ¿Recuerdas?
Siempre que puedes defiendes y argumentas sobre la necesidad de adoptar una normativa. Así lo haces en tu discurso Pasión de militancia y oscuros desertores que dictas en la Universidad Complutense de Madrid en 1988. En él denuncias la situación precaria de tu país y, también, de tu lengua: "Galicia sabe cavar la tierra, recoger las nasas y fabricar un trasatlántico en gallego, pero aún empieza a aprender a salir de copas o hacer un trapicheo urbano cualquiera en gallego". Sigues manteniendo que no será posible una normalización en el uso de la lengua sin una normativa, al tiempo que defiendes la riqueza de la lengua hablada: "Al analfabeto se le deben palabras lindas. Una lengua ha de crecer como la hiedra, dándole el sol y el aire". Al mismo tiempo, pides romper las convenciones lingüísticas para hacer más viva tu lengua: "Una vez adoptada, usada y asentada la normativa, comenzaría a tener sentido reconocer, incluso habría que provocar, las variaciones de la lengua hablada en la calle, el moldeado del idioma que su uso verdaderamente humano vaya haciendo". ¿Recuerdas?
Como Mike Tyson, no tiras la toalla. Tú, que llevas años dando tu visión de la vida en unos poemas escritos en una lengua derribada, sigues, al tiempo, trabajando en las traducciones y en la edición: El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez, Las brujas, de Roald Dahl…
A raíz de los cambios en la Dirección de Xerais, a mediados de 1988 se crean nuevas colecciones, entre ellas una de tus preferidas, Grandes de Nuestro Tiempo; una colección que te permite trabajar en las diferentes facetas de editora. Por un lado la de divulgadora, participando en diferentes actos públicos para dar a conocer el lanzamiento de los tres primeros títulos; la de coordinadora de edición y la de traductora, en el caso de Dublineses, de James Joyce. ¿Recuerdas?
Antes de dejar Xerais preparas el hermoso libro que es Tigres como caballos. Cuidaste mucho esa obra. Desde los textos hasta el diseño (manteniendo conversación permanente con Miguel Vigo) y la producción (escogiendo los materiales con Crego). Proceso que culmina con la multitudinaria presentación al público en las instalaciones del Colegio de Arquitectos en Vigo. ¿Recuerdas?
Entre 1990 y 1996, mientras retomas los estudios, sigues colaborando con Xerais. Por tus manos pasan muchos de los títulos de la colección Universitaria y de la Biblioteca de las Letras Gallegas. Continúas con las traducciones y vuelves a ser reconocida, en esta ocasión con el Premio Ramón Cabanillas 1994 por tu trabajo con El último mohicano de James Fenimore Cooper.
Mucho hablamos en esos años, y en los siguientes, pero nunca comentamos lo bonitos que son esos encuentros, los abrazos que ahora sí nos damos, las conversaciones animadas que mantenemos hablando y hablando de millares de cosas pero, sobre todo, de nuestros hijos. ¿Recuerdas?
Ahora eres famosa, Xela, te hacen homenajes, pusieron tu nombre a la Biblioteca Pública de Chapela, en Vitgo, crearon el premio Xela Arias de la Asociación Gallega de Profesionales de la Traducción y de la Interpretación, tienes una calle en Culleredo, desde A Sega te homenajearon con el Día das Galegas nas Letras, te dedican el Día das Letras Gallegas… No queríamos que todo esto sucediera aún.
Como escribió Lois Pereiro: "Solo ella podía ser tan inoportuna / grosera inculta y poco delicada…".
Esto era solo una broma tuya. ¿Recuerdas?
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