Von der Leyen se enfrenta a una sesión de infarto en la Eurocámara para mantenerse al frente de la Comisión Europea
La alemana necesita el 'sí' de 361 eurodiputados para revalidar su mandato al frente de la Comisión Europea. Y los números son ajustadísimos.
María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
Pocos acontecimientos levantan tanta tensión, expectación y nervios como el que se producirá durante la mañana del jueves en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Ursula von der Leyen se somete a una de las pruebas más complicadas de su trayectoria política. Su futuro está en las manos de los 720 nuevos eurodiputados, que decidirán si le dan su apoyo para renovar otros cinco años al frente de la Comisión Europea.
Lo hacen un día antes de que el Tribunal de Justicia de la UE (TJE) haya fallado que el Ejecutivo comunitario ocultó información en los millonarios contrarios por las vacunas del coronavirus.
La décima legislatura europea echó a rodar el martes con la reelección de la conservadora Roberta Metsola con una abrumadora mayoría del 90% de los votos emitidos para repetir otros dos años y medio como presidenta del Parlamento Europeo. El jueves, le tocará la prueba a Von der Leyen. Sus caminos se entrelazan y comparten senderos.
Ambas pertenecen al Partido Popular Europeo (PPE) y cuentan a su favor con el respaldo del Consejo Europeo y con la falta de alternativas en un momento casi existencial para la Unión Europea. Pero en todo lo demás, Metsola no es Von der Leyen. La maltesa fue capaz de seducir a fuerzas tan diversas como los Conservadores y Reformistas (ECR) de Giorgia Meloni y a los Verdes.
Sin embargo, la alemana camina por una línea de equilibrismo mucho más fina. La inquilina del Berlaymont busca apoyarse en la coalición tradicional de centro: Populares, Socialdemócratas y Liberales, que suma 401 escaños. Lo suficiente para romper la barrera de mayoría absoluta necesaria de 361 de los 720 eurodiputados. Sin embargo, los cálculos basados en experiencias previas estiman que existe una fuga de entre un 10% y un 20% de eurodiputados que rompen la disciplina de un voto que es además secreto.
Y en este escrutinio la incertidumbre es todavía mayor. Von der Leyen no ha sido una presidenta de choque, pero su legado sí está manchado por su gran mano dura en materia migratoria o sus escarceos con la extrema derecha durante la recta final de su mandato.
Por ello, su obsesión durante las últimas dos semanas ha sido reunirse con todos los grupos, a excepción de los Patriotas por Europa de Orbán y la Europa de las Naciones Soberanas de Alternativa para Alemania (AfD), para tratar de convencerles de que es la persona adecuada. Ha llamado a puertas de eurodiputados individuales y ha abierto las suyas a delegaciones nacionales. Cada voto cuenta. Y, sobre todo, suma. En 2019, superó el filtro de la Eurocámara por la mínima de nueve votos. Y cinco años después, la votación se espera todavía más abierta y se vive con enorme expectación.
Nunca antes el Parlamento Europeo ha "tumbado" al candidato nominado por el Consejo Europeo para ostentar el puesto más codiciado de la cúpula de la UE. Si la cámara rechaza a Von der Leyen, los jefes de Estado y de Gobierno contarán con un plazo de un mes para elegir a otra persona. Uno de los factores que juegan a favor de la alemana es, precisamente, que desde el principio de la configuración del nuevo liderazgo europeo no se cocinó un plan B. Tampoco lo hay ahora.
Desde la cumbre de finales de junio en la que los líderes la refrendaron han ocurrido no pocas cosas. Hungría mantiene el pulso a la UE instrumentalizando la Presidencia rotatoria y Emmanuel Macron ha quedado fuertemente debilitado tras la pirueta de las elecciones legislativas anticipadas. Algunas de las fuerzas más escépticas con Von der Leyen aplican el dicho tradicional de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" tras el miedo a que si no sale elegida, llegue otro presidente más conservador.
Todo llega en un momento en el que la UE ansía evitar proyectar una imagen de vacío, división y descontrol. Y en una coyuntura complicada marcada por el órdago de Orbán, la parálisis de la guerra en Ucrania o el más que posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Cortejo a dos bandas
Por lo pronto, Von der Leyen hace ojitos a Los Verdes, que cuentan con 53 sillones y, previsiblemente, votarán divididos. Y a los Conservadores de Meloni, que suman 78 escaños. Hermanos de Italia continúa sin desvelar la opción por la que optará en su papeleta. El medio transalpino La Stama adelantó que la democristiana ha prometido a la italiana una cartera de comisario de la desburocratización para el próximo mandato.
El dilema y la incertidumbre son tales que algunos eurodiputados decidirán in situ tras escuchar el discurso que Von der Leyen presentará el jueves a las 9 de la mañana, donde marcará sus prioridades políticas y la agenda de cara al nuevo ciclo. La votación, de infarto, se abrirá a las 13. Quienes no votarán a su favor son la Izquierda, los Patriotas por Europa y la Europa de las Naciones Soberanas, que suman 155 escaños.
En el arranque del nuevo ciclo legislativo esta semana en la ciudad gala de Estrasburgo, la Eurocámara ha aplicado un cordón sanitario a la extrema derecha de Orbán y de AfD dejando a sus grupos fuera del reparto de poder. Sin embargo, no lo han extendido a los Conservadores, vistos en la capital comunitaria como una derecha radical "tolerable y digerible".
Los de Meloni se han alzado con dos de las 14 vicepresidencias del Parlamento Europeo, lo que evidencia la tendencia que se inició hace unos meses de institucionalizar la presencia de "la extrema derecha buena" en el juego político de la UE.
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